martes, marzo 31, 2009

"Un cuento de navidad", de Arnaud Desplechin. La familia, fatal, gracias.

Reseña en Notodo

Canción del día:
"Lord I'm Discouraged" (The Hold Steady)

Frase del día: "Defiendo los beneficios psicológicos de perder un poco los estribos" (Lady Gaga)

lunes, marzo 30, 2009

La promo contraproducente

En el mundillo interno de los periodistas musicales ya son familiares las zancadillas a nuestro trabajo ejercidas en nombre de la lucha contra la piratería. En estas prácticas podría establecer una gradación según el fastidio que causan. De menos a más: 1) Que las copias de discos promocionales sean con marca de agua y tu nombre, así si lo cuelgas en un p2p la compañía sabe que lo has hecho tú. 2) Que no te pasen el disco físico, sino un enlace para escucharlo en 'streaming' en tu ordenador y tengas que pincharlo tema por tema. 3)Que la única opción sea ir a escuchar un disco que tienen bajo llave en las oficinas de la compañía, pero dándote la opción de que lo escuches a tu bola tantas veces como necesites. 4) Que sólo haya una escucha, normalmente con alguien de la compañía internacional, o un mánager o algo así, que se trae el disco a Madrid, se lo pone a los periodistas y luego se lo lleva. Previamente, te han obligado a dejar fuera de la sala móviles, grabadoras o similares. Todos los compañeros del gremio tienen sus anécdotas que contar.

Que a los periodistas se nos trate como a potenciales delincuentes no es algo nuevo. De hecho, potenciales delincuentes somos todos los ciudadanos desde que firmamos este contrato social según el cual tenemos derecho a votar y consumir, y gobernantes y empresas lo tienen a darnos por culo libremente. Lo que sí resulta paradójico es ver que esta costumbre adquirida por las compañías no ha dado resultados muy prácticos: a los periodistas se nos pone todo tipo de dificultades para hacer nuestro trabajo y, sin embargo, los discos se filtran cada vez más. Conclusión: quienes los filtran son otros. Un ejemplo reciente: el último de U2 (perteneciente al grado 4), que estaba en la red semanas antes de su salida. Cosas absurdas que me han sucedido: que una persona de promo me diga: "Antes de hacer la entrevista me han dado la consigna de que te vengas a escuchar el disco porque no tenemos copias de promo, pero que sepas que ya está en el Soulseek" o, más recientemente, que para entrevistar a un famoso cantautor argentino, la compañía nos pasase a los periodistas españoles un cd de promo con sólo una selección de temas cuando éste se editó en Argentina en octubre pasado y además está entero en Spotify. ¿Era una forma, en realidad, de velar por nuestro tiempo y evitarnos escuchar toda la turra de hora y pico?

Pero hay un grado 5 de promo fastidiosa, que es a lo que realmente quería ir con esta entrada. Y, lo mejor de todo, es que la suelen ejercer sellos indies con artistas íntegros y muy de culto (y generalmente con gente del hip-hop, donde es habitual que, en lugar de adelantarte el disco entero, te pasen una especie de popurrí con "skits" de las canciones). Un ejemplo que me jodió especialmente fue el último de El-P, watermark con una voz en off que salía encima de cada tema diciendo "esta copia pertenece a Pias Spain". Y justo ahora sucede también con los nuevos lanzamientos de Bonnie Prince Billy y Bill Callahan.

En la copia de promo de "Beware", son dos voces en off diferentes las que salen en cada corte, cerca del principio y cerca del final, y además cortando la música, diciendo, la primera: "You are enjoying a promotional copy of 'Beware' by Bonnie Prince Billy" y la segunda: "This is still a promotional copy of 'Beware' by Bonnie Prince Billy". En el caso de "Sometimes I Wish We Were An Eagle" del hombre también conocido como Smog, se incluye el siguiente texto: "This promotional (HONK) CD has been overlaid with car horn sounds in order to (BEEP) discourage illicit copying. Do your part and (HONK) leave it uncopied, and off the internet. This disc is watermarked for eternity". Traducido al cristiano: en todas las canciones hay un momento en el que suena una bocina de coche por encima.

Mi postulado es que, a mayor gradación en el fastidio de la promo, más contraproducente se vuelve ésta. Pienso, y a mí me pasa, que el escuchar un disco en condiciones tan numantinas aumenta las probabilidades de que tu crítica sea menos positiva. No por pataleta o venganza, sino porque, simplemente, lo disfrutas menos (o incluso lo sufres) y eso se acaba trasladando, inevitablemente, al teclado del ordenador.

Pero en el caso concreto de estos dos sujetos, Oldham y Callahan, a quienes probablemente se la pelen tanto la piratería como las críticas de los profesionales, hay un altísimo componente de guasa. Se están descojonando de nosotros. Sigo con la duda de hasta qué punto estas personales estrategias han sido idea de su compañía o de ellos mismos, pero no distorsionan en absoluto con su retorcido sentido del humor. Pese a formar parte del cetro de mi grado cinco, hacen de estos discos de promo obras de arte en sí mismas. Y, ahora que lo pienso, igual sus fans o los coleccionistas frikis me dan un pastón por ellos, como esa copia del penúltimo de Depeche Mode con el nombre falso de Black Swarm y que todavía tengo guardada como oro en paño para ver si algún día me saca de pobre.

Canción del día:
"Lara's Theme" (Maurice Jarre)

Frase del día: "¿Por qué iba yo a preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?" (Groucho Marx)

domingo, marzo 29, 2009

Antonin y PJ

La Casa Encendida inicia la próxima semana una muestra dedicada al interesantísimo Antonin Artaud. Artículo por Fietta Jarque en Babelia.

Y Brenda Otero (¡te odio!) entrevista a la no menos interesante PJ Harvey en
El País Semanal.

Canción del día:
"The Letter" (The Veils)

Frase del día: "Se llamaba Soledad y trabajaba de guía cultural" (de la canción "Turista feliz", de Abraham Boba)

sábado, marzo 28, 2009

"Dream Baby Dream" (II)

Si alguna vez tuviese que seleccionar los, pongamos, cinco momentos más intensos que recuerdo haber vivido en conciertos, éste sigue siendo uno de ellos. Acabo de revivirlo gracias al magnífico libro “Bruce Springsteen On Tour. 1968-2005” (gracias Jose, Mamen, Marta), un tochazo escrito por Dave Marsh que rememora la carrera del Boss a lo largo de cada una de sus giras, con exhaustividad de datos y, al tiempo, una perspectiva personal no exenta de crítica cuando ésta es merecida, y que consigue explicar muy bien por qué él es el mejor artista en directo de la historia del rock. Los fans catalanes, por cierto, se mostrarán encantados en sus comentarios sobre el famoso concierto de 1981 en Badalona, que el crítico celebra como el mejor (no sólo de Bruce, sino en general) que ha visto en toda su vida, y relacionándolo con los aires de libertad e ilusión que, ay, resplandecían en la noche juvenil de nuestra democracia.

Pero a lo que iba. El recorrido finaliza en la gira acústica en solitario de “Devils & Dust”. A medida que paso las páginas, no hay ninguna referencia a su versión de “Dream Baby Dream”. Había que llegar hasta el final del libro, donde narra un concierto en Nueva Jersey. Aquí va.

(...) “Saludó varias veces a los espectadores y luego se sentó ante el armonio y arrancó a tocar un pegadizo seesaw riff. Tras unos cuantos compases, cantó. “Sueña, pequeño, suela. Sueña, pequeño, sueña. Vamos y sueña, pequeño, sueña”.

Eso fue todo lo que cantó, esas líneas solamente, repetidas una y otra vez. Tras un par de minutos, añadió algunas frases a lo que Alan Vega originalmente escribió cuando compuso la canción para Suicide, su grupo post-punk: “Mantén el fuego ardiendo, tienes que mantener la luz ardiendo, vamos, tienes que mantener el fuego ardiendo, vamos, sueña, pequeño, sueña”.

Nos invitó a secarnos los ojos –al fin y al cabo éramos los bebés a quienes arrullaba, cada uno de nosotros convertidos en niños pequeños, incluso, o especialmente, si también éramos padres-. “Vamos, ven y abre tu corazón, abre tu corazón, vamos, abre tu corazón. Continúa soñando, pequeño. Sí, yo tan sólo quiero verte sonreír. Sí, tan sólo quiero verte sonreír. Sí, tan sólo quiero verte sonreír. Vamos, continúa soñando, cariño”.

Se encendieron las luces de la sala. Bruce se levantó y empezó a recorrer circunspecto el escenario, con la cabeza alta, como si quisiera mirar a los ojos incluso a aquellos espectadores que ocupaban las localidades más económicas. Fue un canto, una exhortación, una conferencia, una crítica a la forma en que vivimos el día a día. Fue el ofrecimiento de una nueva oportunidad. El armonio continuó sonando, alcanzando un punto álgido y luego sobrepasándolo, una y otra vez. Ahora alguien lo toaba desde fuera del escenario, y la sensación que producía la música, sonando por sí sola, parecía encerrar la visión de Bruce Springsteen junto al resto de nosotros.

“¡Vamos, abre tu corazón! ¡Vamos, abre tu corazón! ¡Vamos, abre tu corazón!”. Springsteen cantó esa frase al menos una docena de veces, y no paraba. Y al mirar a la gente a tu alrededor, veías en sus ojos lo mismo que sentías en ese momento, mientras las lágrima bañaban nuestras mejillas y las sonrisas, a las que el nos animaba, afloraban en nuestros rostros, atónitos, envueltos en la luz que emergía de aquel espectáculo tan oscuro.

Diez minutos después, Bruce seguía cantando, insistiendo en que quería vernos sonreír; aunque, de hecho, él no sonreía. Insistía en que debíamos enjuagarnos las lágrimas, en que teníamos que avivar nuestro fuego. Nos exhortó a soñar. Nos preguntó qué estábamos haciendo con nuestras vidas, cómo empleábamos nuestro tiempo. No gritó. No predicó ni despotricó. Sólo cantó.

“Come on and dream baby dream”, cantó con suavidad por última vez. Y luego se despidió del público con una reverencia. El armonio, sin embargo, siguió sonando; la música, no las palabras, fueron la última cosa que nos ofreció.

Algunos quizá lo llamarían una bendición. Yo lo llamaría una definición.

Bruce Springsteen es un verbo. Sus significados primordiales son: soñar y vivir. Vivir el sueño”.

Dream Baby Dream

viernes, marzo 27, 2009

Melancolía y sombra

Coinciden estos días en Madrid un ciclo de cine y una exposición que, por predisposición genética, ambiental y cultural, conectan mucho conmigo. Desde el mes pasado y durante todo abril, la Filmoteca programa el ciclo "La melancolía en el cine" y, hasta el 17 de mayo, en el Museo Thyssen y la Fundación Caja Madrid se puede ver la muestra "La sombra". Son dos temas inevitablemente vastos, condenados a la dictadura de las ausencias (siempre se echará alguna obra de menos), al capricho y a la indefinición. Pero sólo la voluntad y el riesgo de agrupar algo bajo estos conceptos me parece suficiente como para ser celebrado.

La melancolía en el cine. Uffff. Difícil delimitar ese concepto y trasladarlo a imágenes. Difícil relacionarlo con la perspectiva emocional que cada uno atribuya a las cosas. Si a mí me puede resultar irresistiblemente melancólica una película de Alexander Payne, a otro le puede resultar una comedia incomprensible. Si a algunos les puede demoler por dentro una de Kiarostami o Angelopoulos, a mí me parecen peñazos irritantes que no me transmiten nada. Si me dicen, "piensa en una película melancólica", mi mente automática se va a "Buenos días, tristeza" pero... ¿es exactamente lo mismo tristeza que melancolía?

Bajo los, lógicamente, discutibles criterios de varios integrantes de la revista Positif, se creó este ciclo como complemento a una exposición sobre melancolía y arte en el Grand Palais de París.
En este texto de Floreal Peleato se habla del éxtasis melancólico de "El Doctor Mabuse", el tiempo perdido y el deseo imposible en la ciencia-ficción de Resnais, Kubrick y Tarkovski, el lamento difuso y el sufrimento de estar vivo según Valerio Zurlini ("La chica con la maleta", peliculón), el deseo imposible del "Deseando amar" de Wong-Kar Wai o "A los que aman" de Isabel Coixet, la presión social de "La edad de la inocencia", el recorrido psico-geográfico por la saudade de "Lisboa Story", la confusión existencial de "La doble vida de Verónica" o el regreso a la tierra de la infancia, con cierta nostalgia del trauma, de "Reminiscencias de un viaje a Lituania" de Jonas Mekas, comentada recientemente en su blog por Jonás Trueba.

La sombra siempre ha tenido mala prensa. Adjetivos como "sombrío" gozan de unas connotaciones negativas a menudo injustas o desacertadas. Olvidamos que la belleza, el misterio y la fantasía de la sombra siempre viene provocada por contraste con la luz. Parece que sólo en países como éste, donde el sol es intenso y altivo, se pueden concebir consejos de alivio como "ve por la sombra". Se busca el confort de la sombra cuando la luz y el calor se hacen insoportables. No obstante, y desde que me lo descubriera
Estíbaliz (gracias), este concepto ahora va siempre unido para mí a "Elogio de la sombra", del japonés Tanizaki, capaz de entrar en un mundo de sensaciones completamente diferentes, donde la sopa se confunde con los cuencos en la oscuridad, se va a mear en una letrina en el suelo, de noche, en medio del bosque y sorteando los contornos de los árboles, dejándose acariciar por el frío y escuchando a los cuervos, buscando casi con nostalgia un mundo en el que no existe el fantasma de la luz eléctrica.

No sé si conocen o no a Tanizaki, o lo consideran irrelevante a estos efectos, los comisarios de la exposición del Thyssen, pero el caso es que su contenido ignora todo lo que no sea occidental. A este respecto, lo que dicen es que "la intencionalidad de la sombra ha sido fundamentelmente naturalista, al subrayar la verosimilitud de lo representado, pero cada época la ha dotado de connotaciones diferentes. Así, se propone llamar la atención sobre el amplio espectro de implicaciones, problemas y soluciones suscitado por la representación de la sombra en el arte desde el Renacimiento hasta nuestros días, y poner de relieve la existencia de caminos transversales e hilos que unen la distancia cronológica, las épocas y los artistas".

Visitando solamente la segunda parte -la primera me la pelaba un poco-, mi única conclusión no se aparta demasiado de la anécdota de que en cada cuadro hay una sombra pero que ésta casi nunca es la principal protagonista o que ni siquiera habríamos reparado en ella de no estar encuadrada la obra en una exposición sobre la sombra. En cualquier caso, una buena excusa para contemplar a la mujer en una habitación de hotel de Edward Hopper (aquí hay sombra y melancolía), deleitarse ante dos cuadros de Magritte y unos cuantos más de Dalí y, por encima de todo, fascinarse ante "La sombra" de Andy Warhol (de los pocos artistas que realmente idearon una serie en torno a este concepto) o la curiosa serie de fotografías "Silla de Bram Stoker" de Sam Taylor-Wood, donde una modelo y su sombra realiza extrañas piruetas sobre una silla que, como es la del autor de Drácula, no tiene sombra. Como los vampiros.

Así que no nos queda otra que ir a la sombra por excelencia: la del Nosferatu de Murnau. Siento tener que volver al cine, pero en el montaje de 65 minutos como complemento a la muestra, en el que se hace un rápido repaso al tratamiento de la sombra en la historia del séptimo arte, se encuentran cosas más reveladoras. Sí, la sombra se puede asociar, desde la era del expresionismo, al terror y la intriga (grandes las citas a "El tercer hombre" y "La mujer pantera", además de la ineludible "El gabinete del Doctor Caligari"), pero también recupera el aspecto fantasioso y juguetón de las antiguas sombras chinescas, tan bien representado por la animación primitiva de
Lotte Reiniger, y que finaliza con la coreográfica pelea al trasluz de "Kill Bill". De nuevo, el capricho personal de los comisarios se deja ver de modo inevitable: ¿Es realmente tan relevante la sombra en el cine de Peter Greenaway -aquel tipo que estuvo tan súperdemoda a finales de los 80 y principios de los 90 y que ha caído tan súbitamente en el olvido- como para meter extractos de tres de sus filmes?

Para que mi capricho personal también se note, finalizo con un pequeño guiño al grupo que mejor ha utilizado la sombra como parte de su iconografía en la música pop.
En efecto.

O casi finalizaba. Una curiosidad para rematar: justo cuando me encaminaba hacia la exposición avisté en la calle a dos famosos, el crítico de cine Miguel Marías y el director José Luis Guerin: autor de la pretenciosa "Tren de sombras" (je) y de la que, pensándolo bien, me parece una de las películas más melancólicas de los últimos años:
"En la ciudad de Sylvia".

Canción del día:
"The Hazards Of Love 1" (The Decemberists)

Frase del día: "¿El marido de tu suegra te desea sexualmente y te mira las tetas?" (Pregunta a una concursante en "El juego de tu vida")

jueves, marzo 26, 2009

Disco del mes. "Esplendor en la arena", de Hello Cuca.

Aunque su único álbum propiamente dicho hasta la fecha sea "Gran Sur" (2005), el cancionero y la trayectoria del trío formado por Lidia y Mabel Damunt y Alfonso Melero es suficientemente longeva. A lo largo de 12 años, la banda más excitante del Mar Menor (y gran parte del resto del mundo) ha ofrecido decenas de conciertos vitamínicos para el cuerpo y la mente y grabado temazos por doquier, ya fuese en recopilatorios o singles.

Ahora, ha sido el sello
Austrohúgaro de sus admiradores Hidrogenesse quien se ha ofrecido a editarles el recopilatorio definitivo, con todo lo que editaron aparte de aquel "Gran Sur" junto a cuatro flamantes temas inéditos: "Esplendor en la arena", "Dup-Llup", "Juanita Lágrima" y "Oh, Luba". A partir de ahí, el disco va retrocediendo paulatinamente en la máquina del flashback. Con el subtítulo "33 canciones bajo el sol" (2009-1997), recupera sus canciones para el split-LP junto a Incrucificables, los 7" "Triple dinamita", "Surf Terror Trio" y "Amor y cohetes" y otras rarezas adicionales que van creando una curiosa trama de involución, de la moderada pero inquietante depuración actual (escriben de forma igual de sencilla pero aún más inteligente) a la tormenta de rock and roll primitivista de sus inicios, más poseídos por el espíritu riot grrrl.

Cierro con unas palabras de Manolo Martínez (Astrud), escritas en la revista Vanidad en 2005 y rescatadas ahora en la hoja de promo de Austrohúngaro, sobre por qué le gusta Hello Cuca:
"Primero y segundo, porque dicen las cosas precisamente. Esto tiene dos partes: las cosas, es lo que dicen precisamente; no cualquier originalidad sin importancia, ni van por ahí "explorando los límites del sentido", sino que se preocupan (como todos a la hora de la verdad y como los más valientes a la hora del arte y de la teoría) por el sexo, por llorar, el amor, los cumpleaños. Las cosas que importan (...) No quiero decir que las letras de Hello Cuca vayan diciendo verdades, sino que lo que dicen refleja la verdad. Eso es algo muy distinto, mucho más difícil".

Sólo añado que yo siempre he esgrimido la teoría de que, cuando un texto corto (y voy a poner como ejemplo la letra de "Busca el dragón") inspira torrentes tan largos de palabras y reflexiones es que tiene algo. Tal vez, tenga el dragón.

"¡Qué puede pasar!/ Todo apagado en el cine/ ya están alrededor/ van a interrumpir la película/ No tienes el dragón/ No tienes el dragón/ Dame de comer/ dame de beber/ vamos a crecer/ vamos a encoger/ todos a la vez"
("Busca el dragón". Del 7" "Amor y cohetes", 1998).

Las buenas noticias, además, llegan por partida doble porque ya está grabado también el segundo álbum en solitario de Lidia Damunt: "Lidia Damunt en el cementerio peligroso", y es tan bueno como el primero. Lo editará Subterfuge el 20 de abril.

Canción del día:
"Mis lágrimas" (Hello Cuca)

Frase del día: "Si le encuentran está perdido" (de la película "Sopa de ganso")

martes, marzo 24, 2009

Primavera en las ciudades

"All the umbrellas in London couldn't stop this rain/ and all the dope in New York couldn't kill this pain/ and all the money in Tokyo couldn't make me stay/ All the umbrellas in London couldn't stop this rain/ I don't cry anymore, I walk out the door/ and / usually keep on walking/ I will sit in the bar where the cocktails are/ but I really don't feel like talking/ I lie around and let the darkness fall/ 'cause I've got a sense of perfection/ and nothing makes much sense at all"
("
All The Umbrellas In London". The Magnetic Fields, 1995)

"In the absence of your smiling face/ I traveled all over the place/ and I have decided I'm throwing my arms around all of Paris/ because only stone and steel accept my love/ I'm throwing my arms around all of Paris because only stone and steel accept my love".
("
I'm Throwing My Arms Around Paris". Morrissey, 2009)

"Tú vas por Madrid/ diciendo que no puedo estar sin ti/ Diciendo que no puedo estar sin ti/ Haces bien, es la verdad/ Yo en tu lugar haría lo mismo/ Yo en tu lugar haría lo mismo/ Daría lo mismo"
("
Santa Fe". La Bien Querida, 2009)

Frase del día:
"Bruce, todas las canciones de amor son una conspiración del gobierno. Sólo sirven para hacer que te cases y pagues más impuestos" (Atribuida a su padre por Bruce Springsteen)

lunes, marzo 23, 2009

The Killers no mataron a Joe Boyd

Ayer me acerqué al concierto de The Killers en el Palacio de los Deportes, principalmente por curiosidad sociológica-periodística. No es que el grupo (valga una vez más la bromita fácil) me mate: me gusta gran parte de su primer álbum, especialmente los temás más en la línea de pop oscuro, y me gusta el single "Human".

Pero me sigue dejando intrigado el enorme impacto popular que despiertan: reconozco que muchas sus canciones tienen esos ingredientes de épica de arena-rock, pero les veo un aire algo insulso, sin la pegada de otros grupos actuales aún más épicos y, sin embargo, menos exitosos. Por otro lado, sus cuatro componentes tienen un horterismo extravagante que se queda a medio camino del delirio kitsch total. Me explico: pueden llegar a parecer un híbrido entre U2, Queen y Scissor Sisters sin acercarse a ninguno de esos extremos: ni demasiado "auténticos", ni lo suficientemente petardos. Brandon Flowers, sobreactuado y ridículo, aunque con buena voz, me parece el líder menos carismático del rock actual: un tipo extraño cuyas letras, ni suficientemente directas ni suficientemente retorcidas, mezclan pastiches de otras cosas con un mundo propio que aún no atino a saber exactamente en qué consiste. ¿Qué demonios quiere decir con eso de "I've got soul but I'm not a soldier"?. Encima, su ultraconservadorismo (mormón total, votante republicano) termina de desconcertar. Para desconcertar más todavía, se ha ganado el respeto por parte de la aristocracia del pop: que Bono, Lou Reed o Pet Shop Boys hayan colaborado con ellos o que Anton Corbijn les haya elegido para la banda sonora de "Control" hace pensar. Que seduzcan por igual al público indie que al público de 40 Principales es otra incógnita cuya clave muchos creen ya haber encontrado. Yo aún no.

En fin, que en el concierto de anoche, con sus pantallas de luces de neón, su escenario con palmeras y el fervor de las masas, entré igual que salí. Sigue éste siendo, para mí, un misterio sin resolver. El resto de las cosas que podría decir ya las dice mejor Juan Manuel Freire en su
crónica del show de Barcelona.
Por cierto, de Madrid se despidieron dejando en la pantalla una bandera española (cuya imagen fue recibida, entre otros, por los cánticos tan de moda de "yo soy español, español, español"). ¿Harían lo mismo en la ciudad condal?

Ya puestos a hacer revista de prensa, enlazo esta conversación entre Joe Boyd y Mario Pacheco, dos figuras clave de la vieja guardia de la industria musical, aprovechando su presencia en el festival Palabra y Música. Le falta un poco más de sustancia para tratarse de los personajes de que se trata, pero aún así tiene su cosa.
Texto por Pablo Guimón en El País.

Canción del día:
"Get Ur Freak On" (Eels)

Frase del día: "Me inspiro en las malas de los cuentos" (Soraya Sáenz de Santamaría)

sábado, marzo 21, 2009

Fangoria: "Abrimos contratación, como las folclóricas"

Reportaje en La Luna de Metrópoli

Canción del día:
"You Can't Always Get What You Want" (Rolling Stones)

Frase del día: "El fracaso es el estado natural del ser humano" (Irvine Welsh)

miércoles, marzo 18, 2009

"La clase", de Laurent Cantet/ "Gran Torino", de Clint Eastwood. Dos formas de enfrentarse a la multiculturalidad.

Desde cánones muy diferentes (el del neorrealismo social en el primer caso y el del cine clásico norteamericano en el segundo), los últimos films de Laurent Cantet y Clint Eastwood –también habría que sumar “The Visitor”, anteriormente comentada aquí- nos muestran dos modelos con los que el cine actual se está enfrentando a un tema fundamental del momento: cómo adaptarse a una sociedad multicultural que ya está aquí y no tiene vuelta atrás.

“La clase” (“Entre les murs” en el título original) reinventa un género poco considerado pero muy explotado. Podemos denominarlo género escolar. Frente a la perspectiva estadounidense (que ha creado héroes como el Sydney Poitier de “Rebelión en las aulas”, la Michelle Pfeiffer de “Mentes peligrosas” o el Robin Williams de “El club de los poetas muertos”), la perspectiva francesa se ha metido en fregados de mayor calado social, filosófico o incluso poético. Históricamente, “Cero en conducta” de Jean Vigo y, en los últimos años, “Ser y tener”, documental de Nicolas Philibert, y la emblemática “Hoy empieza todo” de Bertrand Tavernier son modelos ejemplares a los que el film de Cantet incluso supera en todos los ámbitos.

Creo que ya se ha hablado suficientemente de todas las virtudes de “La clase” desde que ganase la Palma de Oro en Cannes, copando con unanimidad todas las listas de los críticos hasta hoy en día. No seré yo quien niegue ninguna de ellas ni creo que aporte nada nuevo. Sólo recordar que, si es imprescindible y necesaria, lo es por la naturalidad con que, entre esos muros, construye un microcosmos de la sociedad francesa (o europea) y, sin atreverse a dar respuestas, plantea con sensibilidad e inteligencia conflictos y desafíos sobre el presente y el futuro, suma a lo estresante de la comunicación intergeneracional las tensiones entre los diferentes orígenes sociales y étnicos en un entorno de readaptación al imperio de la corrección política, y vuelve a abrir el debate sobre el eterno conflicto entre diálogo y autoridad a la hora de mantener el control/ orden social. Demasiados temas y demasiado importantes como para analizarlos con rapidez y ligereza. No, no hay agresiones a profesores grabadas con móvil, para quien las busque: una realidad española, aún no sé si anecdótica, que en caso de adaptarse al cine de aquí habría que hacerlo con muchísimo tino.

Pese a su tono documentalista y su ausencia de acción según las concepciones del público mayoritario (en todo caso, con un estilo muy familiar para quien esté acostumbrado a ver cine social), la cuarta y mejor película de Laurent Cantet consigue mantener la atención, con esas cámaras nerviosas que casi rozan la piel de los protagonistas, como si se tratase de una película de intriga (o incluso de juicios, en el caso de la secuencia del consejo escolar) haciéndonos partícipes en todo momento de la complejidad de lo que cuenta. Me quedo con un plano impresionante: el profesor, de espaldas tras una jornada durísima, fuma en un comedor solitario. El héroe peor que derrotado: pensando en los fallos que ha cometido y en cómo puede solucionarlos... si se puede.

Obvio decir que la perspectiva de Eastwood en
“Gran Torino” es bien diferente. Aunque parece ser que el personaje escrito por Nick Schenk no estaba necesariamente pensado para él, parece increíble que no sea así. El Sr. Kowalski, el canto del cisne como actor del viejo Clint, es un homenaje a iconos previos (sí, Harry el Sucio, pero también el protagonista de “Sin perdón”, buscando redimirse de su pasado con una última misión mientras se resiste a comportarse como un viejo acabado que no comprende el nuevo mundo que le rodea), con los que juega cayendo conscientemente en la parodia. De hecho, si tuviese que clasificar esta película en un género, sería la comedia.

Schenk se basa en este personaje, reaccionario y desencantado, y en la introducción de determinadas constantes temáticas clásicas (la transformación paulatina, la búsqueda de un sustitutivo de la relación paterno-filial, la sustitución de una vieja sociedad por otra nueva, el conflicto entre la cruz y la espada –o la pistola-, la violencia callejera y esas ideas tratadas tan a la americana de la protección, la justicia y la venganza) para establecer una metáfora, bastante visible, de las transformaciones sociales y la necesidad de una nueva convivencia que, curiosamente, se establece presintiendo la muerte de Clint al tiempo que aflora la era Obama.

“Gran Torino” revisa las heridas del pasado, muestra de forma moderadamente retorcida una vergüenza nacional que se retrotrae a los tiempos de Corea y Vietnam y los pone en orden en el diálogo en la furgoneta entre Eastwood y la joven chica hmnong, quien le da una lección de historia geopolítica en menos de cinco minutos. Pero –y pese a compartir en ambos casos una escena de incomunicación “lost in translation”-, la sensación de tensa normalidad con que la multiculturalidad se aborda en “La clase”, es sustituida –de forma no sé si totalmente crítica o no- en “Gran Torino” por la ignorancia y el infantilismo propios del tópico estadounidense. Ya saben, hacer bromas a costa de los inmigrantes chinos, llamar a los personajes “Rollito de primavera”, “Karate Kid” o “Fu Manchú” e integrarlos culturalmente a base de que pasen por el aro de lo que hay: estáis en nuestro país y éstas son nuestras normas. Si no os gustan, volved a vuestra selva. Es decir, hay todavía una sensación de sorpresa ante lo nuevo que en “La clase” ya no se produce: ahí ya están pasando a la siguiente pantalla. Ahí ya rodaron “El odio” hace casi 15 años.

Hay una idea que tengo mucho últimamente en la cabeza. Creo que el exceso de información que existe respecto a los estrenos cinematográficos es contraproducente: en vez de incitar a ir al cine, quita las ganas. Me explico: se cuentan tantas cosas de les pelis que se van a estrenar que se elude el misterio y la capacidad de sorpresa. Al final, pagas siete euros por ver algo que ya sabes lo que va a ser (y creo, de hecho, que ese es otro factor que contribuye a que la gente se las baje). Me ha pasado con estas dos pelis, pero creo que hay una diferencia sustancial. “Gran Torino” no me ha aportado nada con respecto a mis preconcepciones. Lo veía venir todo. Y me dejó tal cual. En “La clase” también preveía algunas de las cosas que iban a suceder, no me sorprendió a grandes rasgos, pero me tuvo en vilo, me emocionó y, a día de hoy, todavía me hace pensar. Si la primera es un simple producto de consumo (discreparán conmigo los fans de Eastwood, pero así lo pienso), la segunda es una obra de arte y un manifiesto intelectual y emcional de primera categoría.

Canción del día:
"La última letra del alfabeto" (PAL)

Frase del día: "Las manos quieren ver, los ojos quieren acariciar" (Goethe)

martes, marzo 17, 2009

Dos bombillas se encendieron

Entrevistar a grupos suele tener cierta parte de rutina casi burocrática. Con una generalidad mayor de lo que a todos nos gustaría, muchas veces reina la desmotivación tanto por parte del que pregunta como del que responde. Por eso se agradece cuando, simplemente preparando una, alguien te descubre algo.

Todavía no he hablado con
Junior Boys, con quien tengo programada una conversación telefónica dentro de un rato, no sé qué tal irá, pero lo primero que he visto al buscar información es que su nuevo álbum se titula "Begone Dull Care" en homenaje al film del animador canadiense Norman McLaren: un personaje al que desconocía y ahora mismo me está flipando con sus sinfonías experimentales de imágenes en colores y movimiento.

Por otro lado, mientras entrevistaba ayer a Fangoria en casa de Nacho Canut (puede que en breve os ponga el enlace al resultado, si veo que éste es suficientemente digno de ello), me contaban que la sorpresa para su próxima gira es que van a hacer un bootleg en vivo mezclando un clásico de Alaska y Dinarama con un hit actual de un artista extranjero. Pese a mi requerimiento, no me quisieron desvelar de qué temas se trataba para no joder la sorpresa si yo lo publicaba este viernes. "Tú tranquilo, que seguro que al día siguiente del primer concierto ya está en el youtube", me dijeron. "Me dejáis ahora muy intrigado", les comenté yo."Son dos canciones que se parecen mucho y pegan muy bien", se limitaron a anticiparme.

Nada más entrar en el metro, me llegó la lucidez. ¿"
Perlas ensangrentadas" con "Human" de The Killers?

Canción del día:
"The Animator" (Junior Boys)

Frase del día: "Hace tanto que olvidé si pienso en lo que siento o siento lo que pienso" (de "La pequeña edad de hielo", de Fangoria)

lunes, marzo 16, 2009

Romper un silencio así no tiene perdón

La mañana ya llegó. Hoy puede ser un gran día.

Crónica del concierto de Standstill y Charades en Joy Eslava.

Canción del día:
"Hagamos algo antes de morir" (Abraham Boba)

Frase del día: "Un piso en Madrid vale más que mil mujeres" (extraída de la película "El pisito", de 1958)

viernes, marzo 06, 2009

"No Line On The Horizon", de U2. Aún hay banda.

Mi reseña (en dos partes, casilla 1 y 2) en La Luna de Metrópoli

"To Be Still", de Alela Diane. Nada como el hogar.

Reseña en heineken.es

Canción del día: "Lady Divine" (Alela Diane)

Frase del día: "El mundo de la música está lleno de buitres" (Melendi)

miércoles, marzo 04, 2009

Nana fait de la philosophie sans le savoir

¿Cómo podía haber vivido todo este tiempo sin haber visto esta flipada de peli?

Capítulo 11 de "Vivre sa vie" (Jean-Luc Godard)

Canción del día:
"Canción de amor digital terrestre" (Combo Dinamo)

Frase del día: "Eres la candidata del consenso, ¿te consideras la Barack Obama de Eurovisión?" (Pregunta de un periodista a Soraya)

martes, marzo 03, 2009

Alta cultura, baja cultura, cultura gratis, gusto, nuevos paradigmas, distinción y notas universitarias

Es curioso que, en estos tiempos de crisis económica, moda de despidos masivos considerados insuficientes por el Banco de España, virajes electorales hacia la derecha, cacerías a lo "Patrimonio nacional", recusaciones de partidos políticos a jueces como si se tratase de equipos de fútbol hablando de los árbitros, brotes racistas, alcaserización de los medios de comunicación, revueltas populares pidiendo la pena de muerte y propuestas serias de gobiernos que propugnan la castración tanto química como quirúrgica, a alguien se le dé por hablar de cultura. Pero así es. A ver si se va a poner de moda y todo. Vean, vean:

Con el título "La cultura ya es de masas", Abel Grau teoriza en
este reportaje en El País con que la distancia entre la cultura elitista y la popular se está acortando en España.

Este blog del New York Times habla sobre un estudiante yanqui de 25 años que se ha currado todo un croquis relacionando inteligencia y gusto musical y literario uniendo las preferencias de Facebook de varios usuarios y el índice SAT (algo así como el ránking de calificaciones, intuyo) del lugar donde estudian.

Y
Pitchfork airea una polémica bastante verdulera entre Robert Smith y Radiohead sobre si éstos propugnan un cambio de paradigma con el que, a partir de ahora, toda la cultura vaya a ser gratis. Según Smith, si no pones precio a tu arte, no le estás dando valor (que es exactamente el mismo argumento que surgió, por ejemplo cuando sacamos nuestros fanzines en Sociología en plena era pre-internet). Radiohead, por cierto, no se han pronunciado a este respecto, con lo cual la polémica es básicamente entre Smith y el periodista de Pitchfork que se ha metido con él por decir eso.

Canción del día:
"Blake Says" (Amanda Palmer)

Frase del día: "Ser o no ser. Esa no es la cuestión" (Jean-Luc Godard)

lunes, marzo 02, 2009

Si yo fuera australiano

Volvamos a una conversación recurrente de bar. ¿Es la vida un encadenado de situaciones de causa-efecto, de destinos incontrolables en plan "esto ha sucedido porque tenía que suceder"? Cosas como esa, o como inventarse la existencia de Dios para echarle la culpa de todo, siempre me han parecido formas de evitar que nos responsabilizásemos de nuestros propios actos, de dar por hecho de que, hagamos lo que hagamos, siempre habrá algo superior que nos mueva como a una marioneta.

Bueno, vale. Algo de eso hay, aunque lo disfracemos de otros conceptos. Como fan de Kieslowski, Kundera, el Medem de antes, etc., está claro que esa especie de azar-demiurgo tiene una angustiosa influencia sobre nuestra vida. De forma ajena a mis actos, igual pasado mañana alguien pone una bomba al lado de mi casa molesto porque España ha invadido Euskadi y yo, que no he tenido voz ni voto en ese percal, me voy al otro barrio sin ni siquiera darme tiempo a escribir un artículo de despedida.

Pero, a lo que iba. Pese a todo eso, creo que no hay nada más importante que la toma de decisiones. Tanto, que hasta tengo un colega que está haciendo un complicadísimo curso de eso. Tampoco es que esta toma deba responder necesariamente a aquella teoría sociológica de la elección racional: pienso que la irracional es igual de importante, o más. Pienso mucho últimamente en que, por ejemplo, si mi instinto irracional no me hubiese hecho acudir a un par de fiestas a las que racionalmente estuve muy a punto de no ir no habría conocido (o, al menos, no de la misma manera) a un par de personas actualmente muy importantes en mi vida. Y, como eso, tantas otras cosas. Sobrevaloramos el destino e infravaloramos la importancia de nuestros impulsos individuales.

Antes de que yo naciera, alguien ofreció a mi padre la oportunidad de emigrar a Australia y cuidar de un rancho. ¿Qué habría sido de mi vida si un impulso suyo le llevase a aceptar? Bueno, tal vez no habría nacido ni tan siquiera. Tal vez habría sido una especie de Cocodrilo Dundee viviendo en la naturaleza salvaje, o un militante concienciado del partido del tío de Midnight Oil. Quizá habría sido compañero de clase de Kylie Minogue o estaría escribiendo ahora críticas musicales para el suplemento cultural de un diario conservador de Sydney, saludando en los garitos a The Drones o compartiendo whiskies con Kim Salmon. Quizá ese otro yo inexistente de las Antípodas estaría ahora, cabeza abajo, escribiendo una entrada en inglés en un blog que diga: "¿Qué pasaría si mi padre se hubiese quedado en España? ¿Habría compartido pupitre con Penélope Cruz y me encontraría a Almodóvar en un piano-bar, etc?".

Mi única conexión con Australia, finalmente, ha sido que, en un lugar llamado Canberra Editorial conocí a dos de mis mejores amigos. Y no es poco.

Por cierto, de haberse cumplido todo eso y haber vivido allí siendo hijo de padre gallego, habría podido votar en las elecciones autonómicas pese a no pisar Galicia en mi puta vida. Y quizá gracias a eso mis padres podrían tener una ayuda a la dependencia u otras ventajas sociales que igual ahora ya no tienen. Aunque probablemente no lo necesitarían porque nunca habrían vuelto, se habrían quedado en Australia, donde vivirían mejor, al sol. Porque Australia son las antípodas, lo contrario: aquí no tienes curro, allí tienes curro; aquí no follas, allí follas. Etc.

Las casualidades. Los actos. Las decisiones racionales o irracionales... ¿Habrá algún David Saavedra en Australia?

Canción del día:
"Période bleue" (Jane Birkin)

Frase del día: "Voy a prepararme para Eurovisión como si fuera la maratón de Chicago, como para los Juegos Olímpicos" (Soraya)

domingo, marzo 01, 2009

Neil Young, al Primavera

Así lo cuenta Nando Cruz en El Periódico

Aquí se puede ver el resto de artistas confirmados en el festival. Tremendo cartel, y aún falta como un 40% por cerrar.

Canción del día: "How We Used To Live" (Saint Etienne)

Frase del día: "He pasado una noche inolvidable, pero no ha sido ésta" (Groucho Marx, cuando recogió el Oscar honorífico)