martes, abril 19, 2016

Cuando Love Of Lesbian encontró a The Cure

Mucho antes de convertirse en la omnipresencia que son actualmente, Love Of Lesbian era una más de aquellas bandas catalanas de indie que cantaban en inglés y pasaban completamente desapercibidas entre el marasmo general. Yo los conocí, de hecho, en 1997 gracias al fanzine Marca Acme que intercambiaba (con el mío de entonces) con mi colega Carles J. Lafuente. Allí, creo recordar, se incluía una entrevista con ellos y un tema maquetero en una casete. Más allá de lo horrendo que me parecía su nombre, no se me quedó grabado nada más. El caso es que, por una razón u otra, fui recibiendo todos sus discos. Y, poco después de que editasen "Microscopic Movies" (1999), fue cuando se produjo ese momento epifánico en que telonearon a los Cure y actuaron por primera vez ante grandes audiencias, sin imaginarse nadie lo que llegaría a suceder después en su caso. Tanto, que se podría afirmar que en cualquier ciudad española, ahora mismo, Love Of Lesbian congregarían a más público que los Cure, aunque esa ya es otra historia. 

Afirma Santi Balmes que fue el propio Robert Smith quien los eligió personalmente para abrir los conciertos de la gira de "Bloodflowers" en el año 2000. "Le enviamos el disco y vete tú a saber por qué, le hizo mucha gracia. Había un tema en ese disco que se llamaba 'Freakie Goes To Hollywood' y él me lo comentó, me dijo: 'Estáis ahí por esa canción', le hizo gracia ese título tan esperpéntico". 


Yo acudí a los dos conciertos de La Riviera, de los que, aparte de lo flipantísimos que me parecieron -puede que los dos mejores que he visto de los Cure, incluso por encima del del Monte do Gozo-, recuerdo que empezaron muy temprano y que, por tanto, no llegué a ver a LOL (tampoco, ¡broma chusca privada!, a Lol Tolhurst, que entonces no estaba con la banda británica). En realidad, me confirma Balmes que no los habría visto de ninguna manera, porque no tocaron. "Era el primer concierto de la gira y Robert Smith nos dijo que haríamos Valencia, Zaragoza y Barcelona pero que en Madrid iba a ser demasiado follón". 

El recuerdo, para él, sigue siendo muy grato. "Eran extremadamente amables, extremadamente británicos en sus formas, tanto Roger O’ Donnell, como Simon Gallup. Robert Smith habló con nosotros tres o cuatro veces, estábamos todos acojonados con el inglés que sabíamos, era como un inglés con pasivas al estilo de Yoda porque, claro, estabas hablando con tu poster. Lo que más me sorprendió de todo es la humildad, elegancia y caballerosidad de alguien que no tenía nada que demostrar, porque luego ves a bandas que son maqueteras y tienen una arrogancia… Cuando empiezas no puedes llegar a creer que sea así, pero la experiencia nos ha demostrado que sí". 

¿Qué es lo más importante que aprendieron de aquella experiencia?, pregunto curioso. "Pues, aparte de la musical, de ver cómo repartía los repertorios de cada día, lo que intuíamos de lo que veíamos en las pruebas de sonido, tenían un cancionero de 40-50 temas y lo cambiaba cada noche, lo cual me parecía excelente a la hora de tener a la banda inquieta... Pero yo creo que aprendí dos cosas. El tema que comentábamos de seguir siendo persona, de no menospreciar al grupo pequeño, y la otra es que se pueden combinar discos más sesudos con otros de canciones más pop. Además, no parecían estar pendientes de los discos que vendían anteriormente a aquella época. Todo el mundo habla de lo espectaculares y largos que son sus directos y de cómo ellos lo dan todo, cómo interpretan la jugada de los tiempos". El vocalista concluye con otro detalle mitómano personal. "Ya sabes la teoría de las seis personas para contactar con alguien. Pues yo le di la mano a alguien que le había dado la mano a Bowie, y eso me creó un cataclismo interior".