martes, septiembre 29, 2009

"Destino: Woodstock", de Ang Lee. Reimaginando el espejismo.

Mi reseña en Notodo

Canción del día:
"That's When I Reach For My Revolver" (Mission Of Burma)

Frase del día: "El sentido común se ha vuelto subversivo" (Martin Amis)

martes, septiembre 22, 2009

Bahman Ghobadi y los gatos persas

El cineasta iraní Bahman Ghobadi, autor de la impresionante "Las tortugas también vuelan", está estos días en San Sebastián presentando su nueva película, "Nadie sabe nada de gatos persas", que, leído su argumento, me recuerda un poco a "Cruzando el puente", de Fatih Akin por su intención de retratar la resistencia de la música kurda en sociedades represivas.

En El País, Gregorio Belinchon le hace hoy esta interesantísima
entrevista.

Y en Público, Carlos Prieto da su
visión del asunto.

Canción del día:
"Music Is A Princess" (Prefab Sprout)

Frase del día: "El mismo bloqueo emocional que convierte a unas personas en yonquis, convierte en otras a terroristas" (Marianne Faithfull)

domingo, septiembre 20, 2009

Magia, quiromancia, patafísica y mentalismo

"Puedo hacer lo que quiera,/ puedo hacer una esfera/ y viajar en su interior/ y llegar a las estrellas.
Puedo hacer que te vuelvas,/ desde dentro hacia fuera/ Puedo hacer que no haya sol,/ puedo hacer que no lo veas/ y que nadie nos recuerde nunca más.
Puedo hacer una prueba,/ puedo hacer que me quieras,/ puedo andar dentro de ti,/ puedo estar en tu cabeza/ y que no mires a nadie nunca más".


("David y Claudia". Los Planetas, 1996)

"Éste es tu teléfono en mi mano, en la de él/ quiromántico,/ va la tuya, y dejará una raya, haz de las suyas,/ quiromántico,/ quiromántico,/ quiromántico,/ quiromántico.

Este es su teléfono, poco más sé leer,/ quiromántico,/ corre, ve y dile que me enseñe la cartilla y piérdete,/ quiromántico,/ quiromántico,/ quiromántico,/ quiromántico.

Muérete, la línea llega a la muñeca,/ quiromántico./ Hace frío, y con una pluma roja le sonrío,/ y te apunto desde la fila de atrás,/ (quiromántico)/ tengo goma y borra como "las manitas",/ quiromántico,/ quiromántico,/ quiromántico,/ quiromántico".

("Quiromántico. Sr. Chinarro, 1997)

"Yo sólo quiero operarte, nena,/ será coser y cantar,/ verás que pronto crece en ti el amor,/ tejido de felicidad.
Yo sólo quiero que me quieras,/ darte una oportunidad,/ tendrás el marcapasos del amor,/ transplante de felicidad.
Yo sólo creo que estás enferma,/ tendrás la Ciencia detrás,/ verás el desarrollo del amor,/ tejido de felicidad./ Tendrás el marcapasos del amor,/transplante de felicidad.
Soy médico, cirujano patafísico,/ soy cirujano patafísico,/ y creo que lo tuyo es un mal endémico/ y yo lo voy a erradicar...
Sólo quiero operarte, nena,/ yo sólo quiero que me quieras,/ yo... soy cirujano patafísico".

("Cirujano patafísico". Chucho, 1999)

"Te he estado observando/ atentamente,/ siempre estás discutiendo/ con tus pretendientes.
Y no sé si me toca a mí,/ pero en fin,/ alguien tendrá que decir/ que no tienes razón.
No pongas esa cara,/ que está muy claro./ Tanto arquear las cejas,/ te va a dar algo.
Y total,/ tanto discutir,/ al final te darás cuenta/ de que ya piensas como yo.
Riqueza mental,/ yo te voy a dar riqueza mental,/ vamos a hablar de la riqueza mental.
Riqueza mental,/ yo te voy a dar riqueza mental,/ vamos a hablar de la riqueza mental.
Lo ves como ahora todo/ tiene sentido./ Pues así va a ser siempre/ que estés conmigo.
Y mejor si aún dudas de mí,/ encantado de volverte a explicar lo mismo,/ paso a paso estos silogismos,/ vamos a perseguir la riqueza mental.
Riqueza mental,/ yo te voy a dar riqueza mental,/ vamos a hablar de la riqueza mental.
Riqueza mental,/ yo te voy a dar riqueza mental,/ vamos a hablar de la riqueza mental.
Riqueza mental ..."

("Riqueza mental". Astrud, 2001)

Magia, quiromancia, patafísica y mentalismo. Cuatro puntos cardinales en otras tantas canciones emblemáticas del indie-pop en castellano en dirección única a un mismo destino. Casualidad o no, obsesión generacional o no, sospechas de un mismo fluir de la comunicación entre los cuatro artistas, tal vez. El caso es que en estos cuatro textos se trazan unas líneas comunes, unos ingredientes que llevan a pensar en la canción pop perfecta.

J., Antonio Luque, Fernando Alfaro y Manolo Martínez se sitúan desde un mismo punto de vista: el de un personaje que, a sabiendas de que nunca podrá obtener al sujeto de su deseo por las leyes de la racionalidad y la lógica, se encomiendan a lo esotérico. Todos ellos presumen del dominio de un arte sobrenatural, son como superhéroes con sus superpoderes y saben que, de esa manera, eso no va a fallar.

Pero cada caso tiene sus peculiaridades: J. rompe algo de misterio al haber declarado que "David y Claudia" está basada en David Copperfield y Claudia Schiffer, revelación que le resta encanto a la canción por lo repelente de ambos personajes y porque eso puede evitar la identificación del oyente. Si se olvida este factor, el bombazo emocional es irrefrenable y la idea sigue estando detrás: sólo él pudo conquistarla porque es un mago.

En el caso de Sr. Chinarro, es una letra tan retorcida y críptica que no me atrevo a escribir que realmente tenga algo que ver con esta temática común, pero siempre he querido pensar que sí. En este caso, en el arte de leer el futuro en las líneas de las manos está el poder del personaje, no sólo de anticipar lo que va a pasar sino también de borrarlo.

El que más riza el rizo es Alfaro, ya que él apela a la patafísica, una ciencia inexistente ideada de forma paródica por unos artistas vinculados al surrealismo, dedicada al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones. Para él, pues, la forma de conseguir a la mujer amada es operándola desde la ciencia de la imaginación.

El personaje de Martínez lo hace desde el poder de su mente. Como Uri Geller doblando cucharas, una gran fuerza le llevará a doblegar la voluntad de su víctima para conseguir que esté con él.

Víctimas, efectivamente. Tras el flash enternecedor que, a primera escucha, te lleva a solidarizarte con el protagonista masculino de estas canciones, a desear abrazarle o algo así por ver su frustración ante cómo son las cosas en su vida real y querer transformarla en algo metafísico, artístico, excepcional, contrario a las leyes de este mundo para obtener la felicidad. Suena bonito, suena brillante, sí, pero rascando tras esa capa conmovedora nos encontramos una actitud de búsqueda de nuevas formas de dominio para hacerse con la presa, incluso de forma cruel.

"David y Claudia" es, en realidad, toda una celebración de ese tipo de dominio. "Puedo hacer que no haya sol, puedo hacer que no lo veas". "Puedo andar dentro de ti, puedo estar en tu cabeza y que no mires a nadie nunca más". David enamoró a Claudia, sí, pero ella es ahora una cautiva, una paloma dentro del sombrero del mago, y que -como en los otros tres temas- no tiene voz ni voluntad dentro de la canción (lo cual no quiere decir que no se le atribuya, sino que, simplemente, está en otra parte, fuera de plano, fuera de esos tres minutos y pico).

En "Quiromántico", dentro de ese cripticismo, se ven rasgos de esa superioridad ya típica de las canciones de Chinarro, cuyo personaje en ningún momento muestra síntomas de vulnerabilidad. El uso de las palabras "piérdete" y "muérete" combina el humor del fuera de tono con la violencia verbal.

"Cirujano patafísico" es la más vulnerable de las cuatro canciones. Desde mi tentación de juzgar a los personajes, creo que el de Alfaro es el que más se merece el amor de la persona deseada. Él simplemente cree que ella no le corresponde porque sufre una especie de enfermedad que él se ofrece a curar. La solución, el remedio, no se lo impone: le pide a ella que lo acepte ("yo sólo quiero operarte, nena"), poniendo de manifiesto la dificultad incluso de que ese primer paso se produzca. El poder en esta canción es de la mujer, y él, encima mediante una ciencia que no existe, no busca imponer nada, sino simplemente encontrar un plano de igualdad con ella en el que se construya un tejido de felicidad mutua.

Martínez, en cambio, no es que opine que la chica está enferma. Su problema es que es... debil mental. Y él, de nuevo desde su óptica de superioridad y con su humor característico, le dice que sólo podrá dejar de serlo cuando esté con él porque él precisamente le puede aportar todo lo que le falta a ese nivel.

En los cuatro casos acabo siempre pensando lo mismo: el personaje se quiere creer todo lo que está cantando pero, en el fondo, sabe que es imposible. Tras abandonar el plano de la abstracción mágica, una vez que la canción haya finalizado, en cuanto se baja a la vida real todo va a seguir siendo el mismo mierdoso valle de lágrimas. Y, o te lo curras ahí o te evades con la fantasía. Y en eso radica el poder de las canciones.

Canción del día:
"Higher Than The Stars" (The Pains Of Being Pure At Heart)

Frase del día: "El cine digital no es más que vídeo. Eso que lo utilicen en las telenovelas" (Quentin Tarantino)

martes, septiembre 15, 2009

"Malditos bastardos", de Quentin Tarantino. La única solución vuelve a ser la venganza.

"Inglourious Basterds" (que se debería traducir más o menos como "Malditous basterdos", y eso tiene su razón de ser) es Tarantino en estado puro, la nueva genialidad de un gran trilero que ha reutilizado magistralmente casi todos los recursos del cine de género para romper y dinamitar todos los géneros y construir un nuevo género en sí mismo.

Tienen toda la razón quienes han dicho que ésta es la película más audaz nunca hecha sobre la Segunda Guerra Mundial. Arranca como un spaguetti western, pero luego Tarantino se olvida de eso y pasa a ser una inesperada, inteligente y cachonda reflexión de metacine -por supuesto, en las antípodas de las irritantes pedantadas en que la mayoría de "autores" incurren cuando hacen metacine- y para la que se toma radicalísimas licencias de, digamos, adecuación histórica. Y no, no estamos hablando de anacronismos a lo "María Antonieta" de Sofia Coppola, sino de -espero que no os lo haya arruinado el spoiler decisivo- ALGO MUCHO MÁS RADICAL.

Pero lo mejor de la peli es que, a pesar de la ligereza de determinadas licencias, el director busca algo tan inusual para un film de Hollywood como la precisión absoluta en el uso del idioma. Hay muy pocos diálogos en inglés y bastantes en alemán, francés y alguno en italiano a cargo del reparto más internacional que ha utilizado nunca Tarantino. La función de todo esto (de los acentos, de los guiños al cambio de idioma e incluso de varios juegos de palabras difíciles de captar) es fundamental y me hace pensar en cómo cojones van a pretender doblar esta peli. Supongo que aquí doblarán al castellano las partes en inglés y el resto se subtitulará, ya que cualquier otra opción será un puto desastre. En cualquier caso, aún así se pierde la diversidad de acentos en inglés, que la hay. El viernes, que es cuando se estrena, podréis salir de dudas aunque, como siempre, recomiendo la V.O. en la medida de lo posible.

Las dos horas y media se me hicieron cortísimas, en gran medida gracias al excelso sentido de la acción y del ritmo que ya conocemos de Tarantino, y a pesar de que muchos de sus recursos sean ya famosos: esas largas secuencias de diálogo que se intuye que van a terminar en un brote de violencia pero nunca se sabe cuándo ni cómo en tensión con secuencias ultra cortas, flashbacks y elipsis inesperados, etc.

Pero, y por esto también es tan fresca y disfrutable "Malditous basterdos", Tarantino se ríe de todo sin dejar prisioneros. En esta época en que se exige tacto máximo con determinados temas, vuelve a utilizar su obsesión por la venganza haciendo que unos judíos apuesten por un atentado suicida para matar a sus opresores. Qué grande.

Y otro juego habitual en sus pelis: intentar pescar de dónde viene cada nombre, cada referencia y cada guiño de cultura popular, especialmente de cinefagia. Yo creo que sólo pillé el de Yvette Mimieux y Rod Taylor. Pistas
aquí y aquí

Canción del día:
"Blue Skies" (Noah And The Whale)

Frase del día: "Por mi hija mato" (Belén Esteban)

domingo, septiembre 13, 2009

"Si la cosa funciona", de Woody Allen. Me apunten al club de fans de Larry David.

El 2 de octubre se estrenará en España la obligada nueva peli anual de Woody Allen. "Si la cosa funciona" es un viaje al pasado en toda regla, no sólo porque vuelve a ambientarla en Nueva York, sino también porque es la reescritura de un guión hecho en los 70 y cuyo personaje principal iba a interpretar Zero Mostel. Regreso, también, a aquel tipo de comedia y que, haciendo valer el título de la peli, funciona pero hasta cierto punto.

El mayor acierto, sin ninguna duda, es el haber elegido a Larry David para dar vida al personaje de Boris Yelnikoff, un tipo misántropo, sarcástico y neurótico que cada vez que abre la boca suelta una genialidad hilarante. David, guionista de "Seinfield" y artífice y protagonista de la genial serie "Curb Your Enthusiasm" (gracias, Bruno) se lleva de calle la película, especialmente en un arranque tremendo, donde define a su personaje con un descojonante monólogo mirando a cámara.

El inicio apunta altísimo, y la cosa va funcionando muy bien durante la primera media hora, con el encuentro entre Yelnikoff y una joven fugitiva (Evan Rachel Wood, que consigue aguantar muy bien el tipo y le da guay la réplica a David) y el inevitable choque de extremos condenados a entenderse que se crea entre ellos. Pero la trama empieza a degenerar en cuanto van entrando más personajes en ella (incluso, y ya es difícil, uno interpretado por Patricia Clarkson). En su intento de dar vueltas sobre la idea de que las relaciones sentimentales dependen de un encuentro afortunado y de que, en efecto, luego la cosa funcione, Allen va introduciendo caracteres y situaciones de trazo más grotesco y muy poco creíble, incluso un humor cuyo grosor no hace justicia al diabólico ingenio que se desprende en el tándem David-Wood.

Pero, en las radicales transformaciones de los personajes que acuden de provincias de la América profunda en cuanto llegan a Nueva York y, como del día a la noche, pasan de ser unos paletos cerrados de mente a unos bohemios súper modernos y súper liberados, creo que hay una acertada sátira a algo muy común en la mayoría de los países occidentales. Esa idea es oro puro para una comedia que, sin embargo, me temo que Allen no ha sabido aprovecha del todo.

Está bien, pero no llega a la altura de ningún capítulo de "Curb Your Enthusiasm".

Canción del día:
"Dominos" (The Big Pink)

Frase del día: "Lo único que pido a la sociedad es que recoja la mierda de sus mascotas" (Antonio Luque)

jueves, septiembre 10, 2009

"Anticristo", de Lars Von Trier. Viaje alucinado al corazón del dolor.

A su manera, Lars Von Trier es un genio. Pero, claro, hay que pillarle el rollo en la medida de lo posible. Al igual que sucediera con David Lynch cuando presentó "Inland Empire", gran parte de la prensa prefirió invertir más esfuerzos en mostrar su preocupación por el estado mental de sus autores y en requerirles que explicasen lo que querían contar con sus películas en lugar de dejarse llevar, de mostrar un poco de apertura mental.

Y es curioso, pero veo paralelismos entre "Inland Empire" y "Anticristo". Ambas son coproducciones con Polonia, ambas son saltos al vacío que modernizan y redefinen el género de terror desde una perspectiva moderna (se ha llegado a hablar de post-cine en el caso de la de Lynch) y más enfocada desde el punto de vista de los vaivenes mentales y de lo onírico que desde la típica trama racional y objetiva y de las estrategias narrativas convencionales. Ambas son películas provocadoras que exigen mucho al espectador y que fácilmente pueden causar el escándalo y la risa floja a quien no quiera entrar en el juego. En cierto modo, es como si el asistente a un partido de fútbol ríera ante el absurdo de ver que está en un recinto observando a 22 tipos en pantalón corto corriendo detrás de un balón.

No se convierte esto en una justificación de por sí de los últimos "egotrips" de Lynch y Von Trier. En efecto, ambos se muestran al borde, tambaleándose entre lo ridículo y lo genial, entre la apuesta radical por buscar un cine diferente y lo que Boyero define como "imbecilidad con ínfulas de transgresión". Lo demás, depende del ojo del espectador: de querer o no querer entrar.

"Anticristo" surge como una fábula alucinada que, de esa manera que tanto gusta al danés, se divide en un prólogo, un epílogo y cuatro capítulos. Es, junto a "Los idiotas", su película más radical, aunque la inteligencia y la subversión de su discurso social es ahora simplificado, mucho más violento y básico, mucho más llevado hacia el extremo y hacia la víscera. Repulsión en estado puro. Su retrato -a medio camino entre el expresionismo y el teatro de la crueldad (Jordi Costa ha comparado la peli con "Posesión", de Andrej Zulawski, ejemplo de cinta influida por Artaud), entre la alegoría y el lado oscuro de los cuentos infantiles- de un hombre y una mujer sin nombre en medio de un bosque, es un grito primario, una visión del estado de naturaleza que aparca el cinismo y la reflexión intelectual de obras anteriores para reducirse a la mínima esencia: la del dolor y la violencia. En última instancia, eso es lo que propone, de forma más o menos alegórica, Von Trier: el caos reina, sí. El hombre es cruel y la naturaleza también, y no hay salida. Todo es dolor, todo es destrucción, todo es muerte.

El viaje a ese infierno (en un entorno elocuentemente bautizado como Edén) parte ya de un juego de extremos: en el momento en que la pareja protagonista está follando a lo bestia, su hijo se tira por una ventana. A cámara lenta y con una música mistificada, la muerte del niño coincide con un primer plano del orgasmo de la madre. Von Trier, de ese modo, no sólo entra de lleno en lo prohibido y viola unas cuantas reglas básicas de la industria del entretenimiento, también sirve para mostras su tesis sobre la cercanía entre la vida y la muerte, el placer y el dolor, la sexualidad y la destrucción. Es sólo un punto de partida porque, como en las teorías de Cecil B. de Mille, se empieza con un terremoto y luego todo va hacia arriba.

La línea argumental básica es que, para recuperarse del dolor y la culpa de ese pecado original, Él (que es psicoterapeuta) invita a Ella a buscar la redención, la calma, enfrentándose cara a cara a sus miedos, sufriéndolos. Una idea francamente perversa que conduce a una espiral de tormento y locura, a una exhibición de atrocidades en toda regla. Del discurrir de los acontecimientos se desprende que, en lugar de redención, en ese anti-edén sólo se va a intensificar la condena. Todo puede ir solamente a peor. No hay salida posible.

Lo mejor es que, pese a la visceralidad de la propuesta, Von Trier aparca el feísmo visual de su fase Dogma o de "Rompiendo las olas" o "The Kingdom" y aporta el arsenal de imágenes más fascinante de toda su trayectoria. "Anticristo" está plagado de hallazgos visuales, con un nuevo regusto por lo onírico y un sugerente tono gótico que culmina en su mayúsculo final (como un encuentro entre Bergman, Tarkovski y Chris Cunningham llevado a una nueva dimensión). Además, su uso del sonido -puede que incluso lo que más me haya gustado de la peli- es demoledor, complemento perfecto en mi idea de partida de lo que Lynch hizo con la música de Penderecki en "Inland Empire".

En contra, del argumento se desprende cierta confusión, especialmente cuando introduce ciertos temas de psiquiatría, brujería y relaciones de género para los que, al parecer, investigó bastante pero que se quedan en una zona un tanto oscura. Que, como se diga por ahí, sea o no una película misógina me parece irrelevante. La misoginia es sólo una parte de la misantropía o del odio hacia todas las especies animales y vegetales y a todos los elementos, que es lo que se encuentra de fondo en la película. Y, en cierto modo, tampoco sé hasta qué punto se puede considerar misógino un argumento en el que (exactamente al igual que en "Dogville") se representa la venganza de la mujer contra quien la ha humillado previamente.


"Anticristo" es, de por sí, una obra imperfecta, defectuosa, tambaleante, en algún momento contradictoria. Es un exabrupto y una provocación nihilista hacia lo establecido, un desafío hacia el espectador y hacia sus propias convicciones que, por todo ello, se hace necesaria y agradecible en cualquier momento histórico pero, especialmente, en el actual, donde todas las formas de arte son vistas bajo sospecha desde la óptica de la corrección política y el respeto a la civilización y la higiene mental y social. Es el primer film (creo, debería revisar esa información) que se ha llevado un anti-premio del Jurado Ecuménico de Cannes, por promover todo lo contrario a valores humanistas y espirituales. Lo que me sigue sorprendiendo es que en España se haya podido estrenar libremente y sin censura, que a ningún creador de opinión le haya dado por poner el grito en el cielo por su indecencia y que, como ha sucedido tantas veces, que ninguna ministra o algo así haya dicho que se tendría que prohibir sin ni siquiera ir a verla.

Canción del día:
"I Became A Prostitute" (The Twilight Sad)

Frase del día: "Quizá no sea bueno que un anciano como yo tenga tanta libertad" (George A. Romero)

lunes, septiembre 07, 2009

"Antes del atardecer", de Richard Linklater (2004). Las dos edades.

"Los recuerdos son maravillosos si no tienes que afrontar el pasado", le espeta Celine (Julie Delpy) a Jesse (Ethan Hawke) en uno de los momentos de "Antes del atardecer", una de esas pequeñas grandes películas, extrañas y pegadizas, que ayer me ganó más puntos al volver a verla por la tele.

Punto de partida para los desinformados. Este film es la secuela de "Antes del amanecer" (1995), película generacional de culto de aquella época, a la que no sólo supera, sino que incluso da sentido. En aquel título, Hawke y Delpy eran dos estudiantes, estadounidense y francesa, que se encontraban en un vagón de tren haciendo el interraíl entre Budapest y Viena. La acción se reducía a 17 horas en las que los dos jóvenes deambulaban y hablaban por las calles de la capital austriaca condenados a que todo se acabase a la mañana siguiente, cuando él tendría que pillar un avión de vuelta a casa. En lo que era algo así como la visión 'indie' y de generación x, bastante más creíble y realista, del romanticismo que por entonces se volvía de pastel con las pelis de Meg Ryan y compañía, había algo que no me convencía, casi siempre encarnado en el personaje de Hawke: tal vez la sensación de que se pasaba de listo o, probablemente, al final la envidia de que era él quien encarnaba esa gran fantasía, tan precisa, que siempre tuve de vivir una historia similar con alguna estudiante francesa (y TAN parecia al personaje de Delpy en la peli) en un vagón de tren mientras hacía el interraíl por Europa. Quizá era la indignación de ver que un personaje de ficción usurpase tu propios sueños cuando tú mismo los habías soñado antes.

A falta de revisarla (la vi en su momento y no repetí), "Antes del atardecer" me reconcilió con su historia y sus personajes. La segunda parte la supera, en primer lugar, por sus desafíos formales. Los dos personajes se reencuentran nueve años después. En ambos actores ha pasado el mismo lapso de tiempo y han crecido naturalmente, al tiempo que los personajes y los espectadores. Jesse es ahora un escritor de éxito que acude a París a promocionar su última novela (donde convierte en personajes de ficción al Jesse y la Celine de aquella noche en Viena). Ella va a la presentación y eso inicia un largo plano secuencia de hora y cuarto en el que ambos caminan por las calles de París, se sientan en un bar, se suben a un barco o se sientan en el banco de un parque, pero todo ello sin perder la continuidad ni la idea de que todo se desarrolle en tiempo real.

Aunque la primera parte ya tenía un indisimulado aire europeo (pese a que el amor por la verborrea recordase a "Slacker", la primera peli medianamente famosa de Linklater), la segunda muestra más o menos abiertamente la influencia de autores franceses como Godard (por la idea de plantearse reglas y desafíos formales) o Rohmer (por ciertas partes del diálogo, por cierta idea naturalista de la narración y porque, en realidad, éste podría pasar por uno de los fragmentos de "Les rendez-vous de Paris"). Además, los actores se fusionan más fuertemente con los personajes al aportar cosas de sí mismos. Julie Delpy interpreta una canción propia (que, por cierto, tocó en el Primavera Sound en aquel concierto que aún tengo en la memoria), muestra fotos reales suyas, habla con dos personajes que podrían ser sus padres y que interpretan sus propios padres y, esto último no he podido comprobar si es cierto pero pinta que sí: la casa que hace de su casa podría ser la casa real de la actriz. En cuanto a Hawke, los momentos en que habla de su matrimonio fallido podrían recordar bastante a su vida real junto a Uma Thurman.

Pero el mayor peso de la historia radica en lo honesta y creíble que se ve la evolución de los personajes. Todo parte de una larga elipsis de nueve años. Los ahora treintañeros reflexionan en círculos sobre lo que ha sido su vida en esa elipsis, airean sus nuevos pensamientos sobre la vida, sus nuevos conflictos existenciales, cierto malestar, cierto acomodamiento, una engañosa sensación de triunfo, cierta inquietud, bastante pesar y hastío y un montón de cosas que, por una parte, les alejan para siempre de aquella juventud tan soñadora, tan orgullosa y, por qué no decirlo, tan pedante que conjugaba en futuro, pero, al tiempo, no la traiciona: en ningún momento se llega a pensar que los actuales Celine y Jesse no sean los mismos personajes e, incluso, se puede observar que muchas de las cosas que decían en la primera parte se acabarían por cumplir, nuevo mérito de un guión al que contribuyeron los dos actores y cuyos diálogos no tienen prácticamente ningún momento flojo.

Pero la trama también va ganando intensidad dramática a medida que avanza, aquella noche mitificada se acaba revelando como más importante de lo que realmente parecía ser, hasta llegar a un desenlace que, sin dar detalles, se alía con las palabras que, al principio dice Jesse sobre su novela: que sitúa al espectador frente a sí mismo y le descubre como cínico, escéptico o romántico. Y le da ganas de saber qué será de estos dos encantadores desencantados en el espacio de otros diez años.

Canción del día:
"MIA" (Emmy The Great)

Frase del día: "La gente se levanta cabreada por Cercanías, la gripe o lo que sea. Hay un cabreo dirigido por los medios" (Quimi Portet)

jueves, septiembre 03, 2009

Gayo en Venecia

Empezaba a leer las crónicas en prensa del Festival de Venecia, tan rutinarias y previsibles como siempre (pese a la cancha creativa que le podría dar el que la inaugure una peli producida por Silvio Berlusconi), cuando me he encontrado con la gran alegría de que Público haya vuelto a apostar por un blog de Fran Gayo, tal como hiciera en Cannes. El comienzo ya es prometedor, así que espero que vaya solamente hacia arriba y, por supuesto, recomiendo fervientemente su lectura.

Canción del día:
"Casper The Friendly Ghost" (Daniel Johnston)

Frase del día: "La gente ya no vive la vida sino que prefiere grabarla y mostrarla. Celebramos fiestas para colgarlas en Youtube o Facebook. Vivimos para grabar o, peor, grabamos para vivir" (Jaume Balagueró)

martes, septiembre 01, 2009

"Up", de Peter Docter y Bob Peterson. Abajo, abajo. (Contiene spoilers)

En efecto. El prólogo de "Up", esos diez primeros minutos que, sin apenas palabras, resumen una vida hasta provocar ríos de lágrimas, vale por toda la película. Es cine en estado puro, un prodigio técnico cargado de emoción. Y ya está. La hora y media restante sobra, y hace del producto más Disney de Pixar (no es una afirmación gratuita: hay un montón de referentes e inspiraciones más o menos veladas tomadas del mundo Disney, como se ha documentado fehacientemente) una de las películas más sobrevaloradas de la historia reciente. Que haya inaugurado Cannes, más que contribuir a la dignificación de la animación (ya suficientemente dignificada este año con "Ponyo", "Coraline" y "Vals con Bashir", todas ellas infinitamente superiores), revela la neesidad del festival francés de bajarse los pantalones ante el espectáculo mercantilista por miedo a que los grandes medios de comunicación dejen de interesarse por él. Ante una coyuntura de crisis económica, hay que ir a lo seguro. Añadan todo esto del 3D como engañifa para que la gente afloje más pasta (yo la vi en versión plana, pero no me dio la impresión de perderme nada) y todo coincidirá para que se celebre "Up" como la película necesaria para estos tiempos en que el cine pierde fuelle ante otras formas de entretenimiento.

Quizá lo más revolucionario de la peli sea que el protagonista tenga 78 años, pero eso no la convierte, como casi todo el mundo ha afirmado erróneamente, en una historia para adultos. Lo que empezaba muy bien enseguida se adultera desde que le colocan al lado a un niño repelente (no sea que la cuota de público infantil, que es donde está el dinero, dé la espalda al film) y, para caer ya en picado, un perro bobo a medio camino entre Pluto y Aprendiz de Santa Claus y un bicho exótico que provoca una trama moñas al estilo "Liberad a Willy". El argumento es francamente infantilista, maniqueo y simplista, incluso aburrido desde el momento en que se ponen todas las cartas sobre la mesa y se convierte en una mezcla vaga entre acción/aventura, humor sin malicia y sentimentalismo barato.

Hay cierta carga de profundidad (leve, en cualquier caso) en la idea de que tus héroes te tuviesen engañado toda la vida y en la que es la evidente moraleja de la historia: que te debes conformar con las pequeñas cosas y aprender a vivir de nuevo tras las grandes pérdidas. No obstante, de esa receta vital se desprende una actitud de conformismo. En el viaje (porque hay también mucho aquí de road movie tópica, aunque sea con una casa con globos como vehículo), la transformación en el personaje de Carl Fredricksen se puede entender como el de un viejo gruñón que se vuelve más vitalista, pero también es el de un rebelde irreductible que se negaba a ceder su casa a un especulador y al final asume perderla e irse a vivir a un geriátrico. El mensaje final es algo así como "no te preocupes tanto de que te demos por el culo, porque al final lo vamos a hacer igualmente, así que acepta lo que te damos y sé feliz". Hay que sumar a eso una tendencia muy en boga en el Hollywood actual: la negación del ansia competitiva del american way of life y el aprender a convivir con las torpezas y defectos (el niño y el perro encajarían perfectamente en "Pequeña Miss Sunshine" o muchas de las pelis de familias disfuncionales de los últimos años). Hay una reversión de la épica que cambia los conceptos tradicionales de heroísmo y triunfo social por el aceptarse a uno mismo en las cosas cotidianas, pero eso ya hace tiempo que dejó de ser un discurso revolucionario para ser aceptado por el "establishment", algo necesario para que se siga reproduciendo el statu quo.

Por otro lado, si el central tenía potencial para ser un personaje interesante (¿influido por Spencer Tracy y Walter Matthau?, no pude ver eso por ninguna parte), se queda en algo bastante plano, aunque no tanto como unos secundarios lamentables. El villano es de caricatura y de los repelentes ya he hablado. Al final, resulta que el personaje con más poder y carisma de la peli es el de la esposa, que, desde la ausencia, transmite más personalidad que todo el resto.

Aunque técnicamente mantiene de forma espectacular el tipo durante casi todo el metraje, y eso hace que no pueda llegar a calificarla como una mala película, el argumento palidece preocupantemente si se compara con "Los increíbles" o incluso "Rataouille". No es sólo por lo que he expuesto hasta ahora, sino también por la famosa máxima de que una película puede ser de género fantástico, pero eso no da patente de corso para ser inverosímil. Yo me creo que los perros puedan hablar (gran concesión surrealista, que es de lo mejor de la peli), pero no me creo que una casa pueda llegar de EE UU a un lugar concretísimo de Sudamérica aupada por una cantidad de globos que parece insuficiente y con un gps manejado por un niño semi retrasado tras sobrevivir a una tormenta.

Canción del día:
"OCD GO GO Girls" (Lovvers)

Frase del día: "Librarte de tu reputación te lleva diez veces más tiempo del que has empleado en construirla" (Jay Reatard)