jueves, enero 06, 2011

Los detectives salvajes

Entre las muchas cosas a las que he llegado tarde se encontraba Roberto Bolaño. En estas navidades especialmente mierdosas, me hice por fin con su novela "Los detectives salvajes" y, si las expectativas eran altas, su lectura no ha hecho más que superarlas: me ha volado la puta cabeza.

Parte del encanto de este libro radica en el personal retrato que Bolaño hace de una era y de una filosofía de vida: un recorrido por una Latinoamérica (de los 70 a los 90) y unos individuos movidos por los ideales revolucionarios y el ansia de aventura, esgrimiendo la poesía como valor último y casi único, viviéndolo todo hasta sus últimas consecuencias. Aquellos detectives salvajes exprimían la libertad, la sexualidad y la vida, el valor y el poder de las palabras. Pero, por encima de la mirada nostálgica, hay en el argumento, en su multiplicadad de voces e historias, decenas de fugas caóticas que al final dejan un poso de fracaso, de absurdo, de sinsentido, en todo lo vivido y lo narrado.

Ha escrito Vila-Matas que esta novela pega un carpetazo a "Rayuela", de Cortázar. En cierto modo, eso parece: es el acta de defunción, genial, de los ideales de una generación; al igual que podríamos decir que, en cine, "La maman et la putain" supone el carpetazo a la nouvelle vague y al mayo del 68. Pero dentro hay mucho más. En las figuras de los protagonistas, Arturo Belano y Ulises Lima, se encuentran los trasuntos del propio Bolaño y de su amigo Mario Santiago Papasquiaro, lo que me lleva a recordar a "En el camino" de Jack Kerouac y emparentarlo en su valor como novela iniciática, y también en su prodigioso ritmo en el uso del lenguaje. Sorprende, de hecho, leer sobre la novela y sobre el hecho de que la mayoría de los personajes son, en realidad, traslaciones de seres (y, por tanto, también de situaciones) que existieron en realidad, ellos alternados con personajes que sí parecen citados (o incluso hablan) con su verdadero nombre.

Me encanta el aliento casi épico (aunque también decadente) que se le otorga a aquellos movimientos de poetas de vanguardia (¡los real visceralistas!, ¡los estridentistas!, ¡qué grandes nombres!) que se daban tanta importancia aunque ellos mismos supiesen que no la tenían en absoluto, y el absurdo en forma de la búsqueda de la misteriosa figura fundacional de Cesárea Tinarejo, o en detalles como la referencia de un intento de secuestro a Octavio Paz o la citación para un duelo a sable entre un escritor y un crítico en una playa nudista catalana. El misterio, de una forma peculiar, es otro de los mayores encantos de "Los detectives salvajes". Un crisol de voces -especialmente los de la segunda parte del libro- habla permanentemente de Belano y Lima como personajes casi rodeados de una aureola mitológica, por momentos incluso sobrehumana en el caso de Belano (lo cual me hace pensar si realmente el autor se regocijaba en hacer coñas sobre sí mismo o se veía de esa manera, me decanto más por lo primero). Y, entrelazadas prodigiosamente en diferentes tiempos, lugares, personas y hablas, van apareciendo múltiples historias, todas ellas apasionantes, o historias que hacen referencia a otras, y que al final son casi una sobrada por parte de Bolaño a la hora de mostrar su casi sobrenatural talento narrativo.

Sorprende, conmociona, subleva, enciende, y hace reír de una forma extraña. Arrebata y encandila. Y, sólo un día después de haberla terminado, me pregunto si no será esta la mejor jodida novela que he leído en mi vida (que, por otro lado, cierto es, no han sido tantas). Creo, ahora, que voy a recuperar "Rayuela".

Aquí, más información.

Y, aquí, el famoso artículo de Vila-Matas.

martes, enero 04, 2011

Smells Like Teen Spirit

Da un innegable bajonazo pensar que en el año que entra se cumplirán 20 de la aparición de "Smells Like Teen Spirit" de Nirvana, probablemente el último gran himno rock del siglo XX. Probablemente, a pesar de los deseos de sus autores. Y, visto el tratamiento que a esa canción se le depara hoy en día, el último gran ejemplo de cómo ciertos ideales, mitos e iconografías de lo que antes se asociaba a la cultura rock, han sido asimilados, modificados, desfigurados, ¿sodomizados?, desvirtuados o ridiculizados. También, probablemente, esté planteando esto en unos términos demasiado absolutos en una era en la que precisamente lo único que parece claro es que todo es confusión. "Chaos reigns", como dijo el zorro de "Anticristo".

Hasta donde la memoria me permite poner orden, cuando esta canción comenzó a sonar en la radio a finales del 91, todavía existían ciertas convicciones que parecían inamovibles. Yo también estaba en edad de descubrir cosas. En edad de creer en cosas, o de necesitar creer. "Nevermind" marcó un hito de esos que, dicen, suponen un antes y un después simbólico: sacar a Michael Jackson del número 1 de las listas estadounidenses y cambiar los postulados del rock mayoritario hegemonizado por el cock-metal de peluquería. Casi se creyó en una última (y, como pronto se supo, irreal) revolución que volviese a traer cierta idea de autenticidad a la industria musical pre-internet.

Ahora mismo, Nirvana es uno de esos grandes nombres indiscutibles del rock. O más bien Kurt Cobain. Pero en su momento no fue así. Paralelamente al boom de "Nevermind", se puso bajo sospecha: una facción decía que el único grupo grunge auténtico era Mudhoney. Otra, que su disco bueno era "Bleach" y luego se habían vendido. Otra, que era un producto de laboratorio con pulo alternativo, como demostraba la producción de Butch Vig. Menos mal que siempre está la muerte (y, especialmente, la muerte trágica) para poner las cosas en su sitio: pégate un tiro para sobrevivir. La desaparición de Cobain, además de para garantizar las ventas futuribles de su exiguo catálogo y de lo que quedaba por rebañar, le otorgó, voilá, el poder de la credibilidad eterna. Muchas veces me pregunto cómo habrían sido las cosas si el músico hubiese seguido vivo.

Gus Van Sant plasma de una personalísima manera cómo el hombre se convierte en mito en la película "Last Days". Otros factores, como su carta de despedida invocando al "mejor quemarse que desvanecerse lentamente" de Neil Young, han contribuido sobremanera a esa mitificación y han hecho de la figura de Cobain una especie de martir en lucha contra la fama y contra la industria, y especialmente a "Smells Like Teen Spirit" como símbolo y totem de una forma de rebeldía que se antoja como perdida. Todo ello, obviando que el joven Cobain ya flirteaba históricamente con las tendencias suicidas y que su casi congénita inestabilidad anímica y mental era mucho más poderosa, probablemente, que su involuntaria posición social como portavoz generacional. En suma, que si no se hubiese comido un rosco en el mundo de la música y currase como leñador o vendedor de libros a domicilio, probablemente se habría pegado un tiro también. Chaos reigns.

En los últimos meses -bien lo saben mis amigos de Facebook- ha sido práctica constante mía la de mostrar mi indignación ante el aluvión de versiones más o menos aberrantes que de "Smells Like Teen Spirit" estaban haciendo artistas y artistillas de todo pelaje. Ahora me doy cuenta de que tal vez estaba siendo más papista que el papa. Al igual que en el famoso plano-secuencia de "Last Days" en que la cámara se va alejando del trasunto de Cobain mientras compone una canción para sugerir cómo la obra trasciende a la persona que la crea, una vez que "Smells Like Teen Spirit" copó las listas y pasó a alcanzar la categoría de estándar, quedó ahí como uno de esos artefactos inevitablemente expuestos a ser objeto (o víctima) de todo tipo de cita, homenaje o parodia. Son, supongo, las consecuencias de la perdurabilidad.

A pesar, repito, de las intenciones de sus autores. Está perfectamente documentado que Nirvana nunca se mostraron especialmente cómodos con el estatus que su "himno" estaba adquiriendo. Acostumbraron a renegar de él o, directamente, a burlarse y autoboicotearlo, no sólo pasando de tocarlo en algunos de sus conciertos más señalados, sino fundiéndolo (como en la famosa actuación en Reading) con el riff de "More Than A Feeling" de Boston o destrozándolo en el "Top Of The Pops" y cambiándole la letra -fue práctica habitual en ellos-, en este caso comenzándola con "load up on drugs/ kill your friends". Para alguien en cuya filosofía parecía estar escrito a fuego el "mata a tus ídolos" es perfectamente asumible que, al igual que Sid Vicious parodió el "My Way", debería haber vía libre para que, por ejemplo, Paul Anka hiciese una versión a su manera de "Smells Like Teen Spirit". Y la realidad, una vez más, demostró que tiene más imaginación que la imaginación de las mentes más calenturientas.

Como símbolo de tantas cosas, algo así como último estertor de una rebeldía juvenil, de una rabia nihilista fortalecida por su título y por ese videoclip que mostraba a cheer-leaders de high school con anarquías bordadas, la canción sobrevivió a todos sus sinsentidos internos. O quizá fue eso la que la hizo grande. Se asoció a cierta idea generacional cuando, en realidad, el título hacía referencia al graffiti "Kurt smells like Teen Spirit" que Kathleen Hanna (Bikini Kill) hizo en una pared para mofarse de Cobain, por entonces liado con la bajista de su grupo, Toby Vail. Teen Spirit era el perfume que utilizaba ella. Tambien es confusa y plagada de contradicciones una letra que, en realidad, casi nadie alcanzó a saber exactamente lo que decía: juegos de palabras, yuxtaposiciones de frases lapidarias sin una intencionalidad clara... En resumen, algo que parecía bastante más cercano a un ejercicio apresurado de escritura automática que a un discurso articulado. Aunque la rabia transmitida conseguía trascender todo lo demás, y en eso reside su grandeza.

Las versiones posteriores que se han hecho de la canción, ¿se vuelven contra ella o, al contrario, refuerzan su idea? ¿Son un atentado al buen gusto y a una lectura "correcta" de lo que ha quedado de "Smells" como himno intocable? ¿Son una blasfemia? ¿O, por el contrario, refuerzan todo el nihilismo que contiene al llevarla a terrenos contrarios e insospechados? En resumen, ¿se retorcería Cobain de odio en su tumba o se reiría con más fuerza? Yo me lo imagino en pleno arrebato de histeria, entre la carcajada y el llanto. O sea: la más pura esencia de lo que fue Nirvana.

Unos cuantos ejemplos para que ustedes se hagan su propia interpretación de esta tragicomedia:

Pansy Division
Tori Amos
The Bad Plus
Scala & Kolacny Brothers
The Western Branch Freshmen Orchestra
The Ukulele Orchestra Of Great Britain
Kathleen Hannah
The Melvins ft. Leif Garrett
Patti Smith
Paul Anka
Flying Pickets
Willie Nelson
Take That
"Weird Al" Yankovic
La película "Moulin Rouge"
Pitingo
Bebe
Bootleg con Rick Astley
Y, para finalizar, el estrambote que se sale un poco de guión pero que todos esperabais

domingo, enero 02, 2011

Álbumes internacionales favoritos 2010

1.ARCADE FIRE: The Suburbs
Eran lógicamente altas las expectativas sobre lo que depararía el tercer álbum de Arcade Fire tras erigirse en uno de los grupos de referencia del momento con “Funeral” (2004) y “Neon Bible” (2007). “The Suburbs” no sólo las cumple con creces, sino que demuestra que el potencial del septeto canadiense es incluso mayor del que se esperaba. Lo fácil habría sido recrearse en la épica y el vitalismo exacerbado de canciones como “Wake Up”, “Rebellion (Lies)” o “No Cars Go”, seguir explotando una fórmula que, en realidad, están aprovechando más otros grupos que ellos mismos. “The Suburbs” es el más claramente conceptual de los tres discos, una clara reivindicación del formato álbum como un todo en el que cada canción adquiere sentido en su relación con las demás, con puentes constantes entre una y otra y palabras-clave que se repiten sin cesar (también se podría haber titulado, por ejemplo, “The Kids”). Cada corte es como una postal borrosa en la que los hermanos Win y Will Butler y Régine Chassagne reflexionan sobre recuerdos del pasado para entender mejor su situación vital presente, con el entorno siempre como protagonista principal. Hay como una psicogeografía emocional en esa memoria de ciudades en transformación al tiempo que ellos parecían construir su identidad en una confrontación constante consigo mismos y con todo lo que les rodeaba. Y esa actitud también se percibe en las canciones: paradójicamente, el disco de concepto más sólido es el que reúne su conjunto de cortes más ecléctico. Son 16 temas de los que ganan con cada escucha, de estructuras complejas, instrumentaciones variadas y siempre fascinantes, diseñadas para perdurar. Estilísticamente también se renuevan sin dejar de sonar a ellos mismos. Hay un influjo más o menos claro del Bruce Springsteen de “Darkness On The Edge Of Town” y “The River”, aunque sin caer en la imitación. Y, al tiempo, la banda entra sin complejos en el pop de sintetizadores (“Half Light II”, “Sprawl II”) o sobresaltos en forma de rock and roll clásico acelerado (“Month Of May”) o pop pluscuamperfecto (“Empty Room”), sólo algunos picos de estos 64 minutos que encierran la mejor música que se ha podido escuchar en el año que se acaba de ir.

2.DEERHUNTER: Halcyon Digest
Desde que se formara en 2001 en Atlanta (EE UU), Deerhunter ha ganado peso paulatinamente como uno de los grupos más importantes del rock alternativo moderno. El gran salto que les hizo pasar de ser una promesa en ciernes a indiscutible banda de referencia fue su tercer álbum, “Microcastle” (2008), donde el cuarteto evolucionaba desde el noise rock hacia un mundo mucho más exuberante e imprevisible. Deerhunter gira en torno a la peculiar personalidad de Bradford Cox, un genio hipersensible aquejado del síndrome de Marfan y que traduce a su música gran parte de sus obsesiones, en especial la vulnerabilidad, el miedo, la diferencia –véase esa portada reminiscente de la película “Freaks”- y cierta nostalgia de la infancia y la adolescencia. En su cuarto largo, se alían con el productor de moda, Ben Allen –también presente en los últimos discos de Animal Collective- para crear una obra de tono más intimista. Son los sueños y “recuerdos encontrados o inventados” (Cox dixit) los que articulan su temática y sonido. Aunque sea ésta una referencia sobreexplotada hasta la náusea, lo cierto es que a los actuales Deerhunter se les puede aplicar con total justicia el adjetivo de lynchianos, ya que comparten con el director de “Terciopelo azul” el amor por ese mundo onírico, la belleza de lo extraño o lo incomprensible brotando desde lo oscuro e, incluso a nivel musical, un indisimulado gusto por el dream pop y el rock de los cincuenta, algo que aquí muestran con su pastiche de The Everly Brothers en “Basement Scene”. No sólo es el talento del líder el que se muestra: el guitarrista Lockett Pundt hace de contrapeso y aporta los dos temas más vivaces, “Desire Lines” y “Fountain Stars” (éste aderezado por un contagioso saxo). También “Memory Boy” apuesta por una vigorosa melodía pop pero, en general, el disco opta por el ensimismamiento y el misterio y requiere varias escuchas para dejar que esas canciones en las que el subconsciente de Cox parece reflejarse a través de una lente desenfocada te atrapen poco a poco. Resulta imposible no subyugarse ante la extrema emoción a cámara lenta de “Helicopter” o ante la hermosísima elegía por el músico de garage punk Jay Reatard, “He Would Have Laughed”, con un final tan abrupto como el de la breve vida del homenajeado.

3.WOLF PARADE: Expo ’86
Arcade Fire es el gran bastión que ha logrado que todos los dedos apunten a Montreal como el centro neurálgico más creativo del rock independiente moderno, pero junto a ellos se han desarrollado en la última década multitud de bandas casi siempre conectadas entre sí. Wolf Parade fue creada en 2003 por dos mentes inquietas: Spencer Krug (quien también milita en Sunset Rubdown y lo ha hecho en Swan Lake y Frog Eyes) y Dan Boeckner (también en Handsome Furs), y desde el principio surgió como una formación bicéfala en la que ambos componentes se alternarían a la composición y la voz. Su debut, “Apologies To The Queen Mary” (2005), fue casi coetáneo del “Funeral” de Arcade Fire –donde, por cierto, colaboró su batería, Arlen Thompson- y supuso una pequeña conmoción en la escena alternativa por su rock inquieto y vigoroso. Ahora, tras el palo de ciego del retorcido y semi-progresivo “At Mt. Zoomer” (2008) y con la incorporación definitiva de Dante DeCaro (desertor de los otrora prometedores Hot Hot Heat), Wolf Parade han decidido entregar su obra más accesible, que no sencilla: las canciones entran mejor, pero en su construcción interna se mantienen la complejidad y el pulso experimental. “Expo 86” se inspira en la feria internacional que se celebró aquel año en Vancouver y donde estuvieron todos los miembros del grupo durante su infancia. Conscientemente o no, parece que el nuevo sonido del grupo se retrotraiga también a aquella época. No es un revival descarado: la perspectiva moderna se mantiene, pero a las guitarras cargadas de efectos se le suman ahora unos sintetizadores muy ochenteros, mientras que la voz de Krug recuerda más que nunca a las de David Bowie y Peter Murphy. Algunos temas (“In The Direction Of The Moon”, “Two Men In New Tuxedos”) podrían acercarse a lo que hizo Peter Gabriel en sus primeros trabajos, pero son las composiciones de Boeckner las que atesoran mayor poder emocional: más inteligibles, aunque manteniendo cierto halo de misterio y nostalgia insomne, a veces cercana a la épica Springsteeniana, como en “Palm Road”. El punto álgido llega en el penúltimo corte, “Yulia”, que parece ser cantada a su amante por un cosmonauta soviético perdido en el espacio.

4.VAMPIRE WEEKEND: Contra

5.JOANNA NEWSOM: Have One On Me
6.THE NATIONAL: High Violet

7.JUNIP: Fields

8.WORKING FOR A NUCLEAR FREE CITY: Jojo Burger Tempest
9.DARREN HAYMAN & THE SECONDARY MODERN: Essex Arms

10.DREW ANDREWS: Only Mirrors
11.SCARLET’S WELL: Society Of Figurines
12.THE STRANGE BOYS: Be Brave

13.PERFUME GENIUS: Learning

14.SALEM: King Night

15.CRYSTAL CASTLES: Crystal Castles
16.DAG FÖR DAG: Boo

17.MANIC STREET PREACHERS: Postcards From A Young Man

18.M.I.A.: Maya

19.LOS CAMPESINOS!: Romance Is Boring

20.HOWE GELB & A BAND OF GYPSIES: Alegrías
21.LIARS: Sisterworld
22.SCOUT NIBLETT: The Calcination Of Scout Niblett
23.MIMICKING BIRDS: Mimicking Birds
24.PVT: Church With No Magic

25.JAILL: That’s How We Burn
26.TREMBLING BLUE STARS: Fast Trains And Telegraph Wires

27.THE MAGNETIC FIELDS: Realism

28.THE WALKMEN: Lisbon

29.SLEIGH BELLS: Treats

30.MIDLAKE: The Courage Of Others


2001. BJÖRK: Vespertine
2002. LOW: Trust
2003. BENJAMIN BIOLAY: Negátif
2004. NICK CAVE & THE BAD SEEDS: Abbatoir Blues/ The Lyre Of Orpheus
2005. LOW: The Great Destroyer
2006. ROBERT POLLARD: From A Compound Eye
2007. PJ HARVEY: White Chalk
2008. DEERHUNTER: Microcastle/ Weird Era Cont.
2009. BENJAMIN BIOLAY: La superbe

sábado, enero 01, 2011

Álbumes nacionales favoritos 2010

1.TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO: Año Santo
“Triángulo de Amor Bizarro” (2007), opera prima de estas bestias pardas hasta entonces ocultas en la Galicia profunda, fue uno de los mejores álbumes de debut del indie rock español en muchos años, pero su súbito éxito y su larguísima gira derivaron en una crisis creativa que incluso puso en peligro la continuidad del grupo. El difícil segundo álbum dio muchas vueltas e incluso sufrió un cambio de formación: se quedó el núcleo duro de Rodrigo Caamaño (voz y guitarra) e Isabel Cea (voz y bajo) y se incorporaron Rafael Mallo (batería) y Óscar Vilariño (guitarra y teclados) para ofrecer un sonido mucho más contundente, ácido e inquietante.
Con nueve temas en menos de media hora, “Año Santo” discurre como un trallazo y engancha desde el primer momento. El encadenado inicial con ”De la monarquía a la criptocracia”, “Amigos del género humano” y “La malicia de las especies protegidas” es para que te vuele la cabeza y para derribar paredes a patadas: melodías pop perfectas envueltas en ruido demoledor y letras elusivas e inteligentes que, sin saber exactamente lo que cuentan, te llenan la mente de mantras (“Transfusión no es canibalismo”, “El rocío está matando al lince”) que se pueden gritar como si fuera lo más importante del mundo. Tras el shock inicial, nos encontramos con un planteamiento de arte rock que va mucho más allá del mero impacto. Si el segundo álbum supera al primero no lo es solamente porque las canciones sean mejores, sino porque consigue trascender sus influencias, demasiado visibles en su debut. The Jesus & Mary Chain, My Bloody Valentine, Surfin’ Bichos, Parálisis Permanente o el krautrock se siguen mostrando en su ADN, pero ahora también se perciben ritmos y sonidos de guitarra que los pueden emparentar con grupos contemporáneos como Health o No Age al tiempo que su personalidad propia se reafirma con convencimiento en cada uno de sus elementos: desde el diseño gráfico hasta los títulos de las canciones, que ya son obras de arte en sí mismos. Estamos ante un álbum físico, arrebatador y extraño en el que nada falta ni sobra. Desde ya, una cima del pop en castellano.

2.BLACANOVA: Blacanova

3.RAUELSSON: La siembra, la espera y la cosecha
4.MARGARITA: Explota el cuerpo
5.ORNAMENTO Y DELITO: Rompecabezas de moda y perfección moral

6.KIKO VENENO: Dice la gente
7.ASTRUD & COL•LECTIU BROSSA: Lo nuevo
8.KLAUS & KINSKI: Tierra, trágalos

9.JONSTON: Taller de memoria

10.LOS PLANETAS: Una ópera egipcia

11.EL GUINCHO: Pop negro
12.FRED I SON: Diu que no sap qué vol
13.THELEMATICOS: Thelemáticos
14.CENTELLA: Soluciones por radicales
15.MARÍA RODÉS: Una forma de hablar

16.LOS PUNSETES: LP2

17.CHARADES: Revolución solar
18.MISHIMA: Ordre i aventura
19.REFREE: Matilda
20.HOLA A TODO EL MUNDO: Hola A Todo El Mundo
21.ALGORA: Galimatías
22.ME AND THE BEES: Fuerza bien
23.NADADORA: Luz, oscuridad, luz
24.BETUNIZER: Quien nace para morir ahorcado nunca morirá ahogado
25.PONY BRAVO: Un gramo de fe


2001. CHUCHO: Los diarios de petróleo
2002. NOSOTRÄSH: Popemas
2003. NACHO VEGAS: Cajas de música difíciles de parar
2004. TACHENKO: Nieves y rescates
2005. ANARI: Zebra
2006. SIBYL VANE: Turismo de interior
2007. LISABÖ: Ezlekuak
2008. JOE CREPÚSCULO: Supercrepus
2009. ANARI: Irla izan