-Se ha hablado mucho de la producción de Karlos Osinaga, que rompe con la sensación de melancolía o con el dolor soterrado de los discos anteriores. Pero además de ese rock más salvaje el uso de la voz es distinto, más natural, sin aquellas inflexiones vocales de antaño.
-Sí, sé a qué te refieres. Ha sido totalmente intencionado. Aquello era demasiado melodramático y ahora tenía que ser más real. También está llevada a otros registros, mucho más cercanos a Kim Gordon e incluso me han dicho que a Chucho. El disco creo que es más salvaje incluso en las letras. “La soledad nos viola cada noche en nuestras camas” y punto. Yo quería que todo fuese como eso: en la guitarra, la batería… y Karlos Osinaga entendió muy bien ese concepto y aportó mucho.
-En Ruper Ordorika veo que su forma de cantar le da un significado adicional a las canciones por encima de lo que estás cantando. ¿Buscas tú ese tipo de transmisión?
-No había pensado eso. A mí me han dicho muchas veces que mis letras no se entienden, que la voz no está clara, y que en “Zebra” sí sucede por primera vez. Ruper le da mucha importancia a la letra y al concepto de canción. Es perfecto para ejercicios de fonética en euskera, pero no lo veo en mi caso. Es como Corcobado en castellano, que la letra tiene mucho peso en sus canciones y marca mucho. Pasa con muchos grupos cuando dan el salto de cantar en inglés al castellano. No cambia sólo el idioma, sino también el registro y la forma de cantar, porque lo que tienes que decir es mucho más difícil. Yo las canciones al principio las canto en wachiwariwuei pero cuando le metes la letra casi siempre pierdes. En euskera se vuelve mucho más neutra y ahí es donde está la magia y la personalidad de lo que haces. Luego es curioso cómo luego la canción evoluciona hasta el punto que la letra pasa a ser lo más importante. Y que caduca, que es lo que me ha sucedido con el primer disco. Bob Dylan ha hecho cambiar letras de las canciones con el tiempo y yo estoy pensando en hacer eso con algunas.
-Vas a hacer un concierto en un matadero de Azkoitia el 5 de febrero y has grabado en los estudios Bomborenea de Tolosa. ¿Qué significado tienen esos espacios para ti?
-Estos dos sitios son casas ocupadas y desarrolladas cada una a su manera como lugares alternativos. El matadero de Azkoitia es un sitio en que entramos a ensayar hará quince años. El lugar estaba habitado por dos señores mayores de Azkoitia, de unos setenta años, que fueron los primeros okupas de allí. Nosotros entramos a los lugares de al lado a ensayar, luego pasó a ser una sala de conciertos, se pasan películas, y es un espacio físicamente precioso. Ahora está en peligro por razones urbanísticas y hay una orden de derribo. Para mí tiene un gran sentido hacer la presentación ahí, el primer concierto. El otro lado, Bomborenea, es la antigua casa de los bomberos de Tolosa. Es un gaztetxe que trabaja muy bien, han pasado por él un montón de grupos, incluso Manta Ray. Karlos Osinaga tiene ahí su estudio de grabación. También es fruto de la crisis de la música. En Euskadi tenemos unos estudios que te cagas pero para nosotros se han hecho grandes. En un gran estudio te puedes permitir estar una semana y en un sitio como éste puedes estar un mes con el mismo presupuesto. Ahora unos niños pequeños me han hecho una entrevista para la radio del colegio y me han preguntado qué opinaba de que la gente se baje los discos de Internet. Yo he respondido que muy bien, que la música es muy cara y que nadie se debe quedar sin escucharla. Pero, por otro lado, la gente lo va a tener mucho más crudo para sacar un disco. Con lo de Bomborenea y el Matadero también quería demostrar que se pueden hacer cosas muy dignas en sitios humildes.
-Fuiste la única representante euskera en el concierto de aniversario de RDL donde hicisteis una versión más electrificada de “Habiak”. ¿Cómo resultó la experiencia?
-Ya había partes rockeras en “Habiak” aunque quizás un poco sacrificadas por el chelo. Yo me encontré super a gusto. Había tocado en Barcelona y la mañana siguiente quedé con Raül Fernández y el resto de la banda para ensayar. A las 9 y media de la mañana cuando lo escuché me parecía alucinante cómo la tocaron. En el concierto, para mí Enrique Morente es un gran ídolo e hice la gilipollez de regalarle un ejemplar de “Poeta en Nueva York” en Euskera. Sólo para mí, compartir escenario con él o estar en La Riviera, donde había visto a Cave, fue un poco Mister Marshall. Pero yo sentí desde el principio que yo tenía que estar allí y el euskera tenía que estar. Me parecía que lo que pudiese aportar allí, que seguramente nadie me conocería, que con todas las lenguas que hablamos nada de eso se debería interrumpir. La gente se extraña mucho más de que yo cante en euskera que de un grupo de Móstoles que cante en inglés. Yo con Migala he hecho mucha campaña para que canten en castellano. Me gusta lo que hace ahora Refree. Es como lo que pasa cuando con 16 años odias las cintas del coche de tu padre, y a mí me ha pasado con mi tradición o con Bob Marley. Dentro de la recuperación primero hacemos las cosas por imitación hasta que hay un momento en que te toca aportar lo que tienes tú, ser tú mismo en lo que estás haciendo. Creo que cada uno tiene un momento en su vida en que se reencuentra con lo de antes, donde sale lo que eras antes de imitar a no se quién. Ruper Ordorika siempre dice que lo que no es tradición es plagio y yo le exigo a lo que oigo que… yo empecé en un grupo tocando la batería y cantábamos en inglés. Ruper nos criticaba por ello y es verdad, yo ahora lo entiendo igual. Para mí falta algo, me jode no entender a Nick Cave o Tom Waits, y entonces si viene un grupo de Donosti cantando en inglés… por otro lado, creo que yo no aportaría nada si no canto en euskera.
-¿Es tu primera lengua?
-Bueno, mi madre es de Olite, Navarra, y no habla euskera. Mi padre murió cuando yo tenía quince años. En mi casa ha habido siempre una situación lingüística extraña. Yo hablo con mi hermano en euskera y mi madre no habla pero entiende, entonces responde en castellano. Yo he hecho todos mis estudios en euskera aunque luego estudié románicas, con lo cual toda mi formación literaria es en castellano. Todo mi entorno sin embargo utiliza mucho el euskera. Yo vivo en Azkoitia y doy clases en Ordizia. Mis alumnos tienen de 14 a 17 años, lo mejor de cada casa.
-¿Qué relación tienes con ellos? ¿Te hablan de su música?
-Sí. La verdad es que ahora es un momento difícil. Te aparecen un día con un recorte de periódico y a veces me cuesta que te tomen en serio. Un día les haces una pregunta y te contestan que si conoces a tal cantante de heavy euskaldún. Raramente me ha tocado dar clase a algún fan que me conociera de antes pero ahí es, puf, muy muy extraño. Pienso que se acostumbran ya, mezclan un poco todo, pero me ayuda también a conectar. Hay alumnos que están muy rebotados con todo, con el mundo, con la vida, y para ellos el mundo adulto está contrapuesto al suyo. A alguno algo raperito le paso cosas de Ice-T, o el otro día les puse “El Odio” y ellos flipaban. Se creen que son los primeros en fumar porros o hacer scratch, me preguntaban “¿cuántos años dices que tiene esta peli? ¿diez años?” También les pongo películas de Spike Lee y la verdad es que sí, me gusta la enseñanza.
-¿Hasta qué punto la música es para ti algo accesorio? ¿Te gustaría dedicarte profesionalmente a ella?
-Hombre, yo siempre digo que si vendiera como Alejandro Sanz no vendría aquí a las 8.30 a aguantar a estos. Por temporadas, pienso que sí podría vivir de la música, pero no que por dedicarle más tiempo me iba a salir mejor. Pienso que lo que necesito lo hago, no escribo más si tengo más tiempo libre. No es sólo escribir y hacer por hacer. Yo podría tener hecho un disco desde hace tres años, pero necesitaba tener un sentido, ver algo. Me gusta disfrutar, tocamos dos años, luego hice lo de Petti, el batería hizo otro proyecto y estuve con él en directo… Cuando hice el primer disco estuve un año y pico, no trabajaba, y no puedes decirle que no a nada, tienes que estar todo el día como haciéndote autopromoción y, en cierto modo, el trabajo te hace libre. No dependo de la música y soy mucho más libre. De mí se dice mucho que no me gusta tocar en directo y es mentira. En realidad me gusta tanto que quiero disfrutar en directo y no quemarme. Y me gusta también bajarme del escenario y estar meses sin tocar. Es muy peligroso esto del escenario, me gusta estar en otros sitios. Yo siempre digo que no me ato ni le doy todo a la música.
-¿Por qué es peligroso el escenario?
-Por lo que tú sabes, está claro, porque pierdes realidad. Es la hostia, por ejemplo, estar en un concierto ante más de 500 personas y luego volver a tu casa y meterte en la cama sola. Yo ante esas situaciones suelo flipar, cómo no puedes agarrar nada de eso. No eres tú, es muy peligroso. Creo que he tenido gente al lado que me ha hablado mucho de esto y para mí es importante dejar de estar en el escenario, porque al final vence el personaje a la persona. Igual es paranoia y luego tampoco es que yo sea Alejandro Sanz.
-Es diferente estar en una tarima que en un escenario, ¿no?
-Sí, claro que sí. Yo no soy una persona que me ponga nerviosa el escenario. Es algo que me gusta hacer y al que ha venido también le gusta lo que hago, entonces ya hemos quedado y sabemos que va a ser guay. En cambio la escuela es mucho más real. Bueno, ya no tenemos tarimas, ¿eh? Si la hubiese ahora estaría para abajo, jaja. Los alumnos ven si has dormido bien, si no…, y el escenario es mucho más teatro. Es más rara la relación con los profesores que con los alumnos. Que cantes y así es para ellos más raro. La psicóloga del centro me ha dejado su sitio y ahora te hablo desde ahí.
Canción del día: "El alma en venta" (Luis Hito)
Frase del día: "Putin ensalza el patriotismo español en la Reconquista y ante las tropas napoleónicas" (titular en "La Razón")