Entrevista Anari (I)
Muchos sabéis ya que Anari es mi artista 'estatal' favorita en este momento. Su personal sentido de la poesía, desgarradora, intimista y salvajemente bucólica al mismo tiempo, se aúna con un rock extremo a medio camino entre el practicado por Thalia Zedek y el de PJ Harvey. Tres álbumes, "Anari", "Habiak" y "Zebra", marcan una progresión indiscutible con la culminación de este último trabajo: un álbum de ruptura definitivo, a la altura emocional de "Una semana en el motor de un autobús" (Los Planetas), "Ladies And Gentlemen We're Floating In Space" (Spiritualized) o "Her Handwriting" (Trembling Blue Stars). El pasado mes de diciembre la entrevisté para Rockdelux. La pieza sale publicada en el número actual, pero a continuación os paso la versión 'redux', en bruto, sin toda la (intensa) operación de edición posterior.
Anari contesta al teléfono desde un despacho en su instituto de Ordizia (Guipúzcoa), donde imparte clases de Hispánicas y Filosofía. Comenzamos recordando la conversación anterior, cuando contacté con ella para fijar la entrevista. Ella me dice que este disco ha sido como un exorcismo, que prefería que no se hubiesen dado las circunstancias que lo alumbraron (y que nítidamente aluden a una ruptura sentimental). Pero prefiere no detenerse en ese asunto: “No, porque es difícil. No me apetece decir las cosas así tipo Calamaro. Para la gente no ha habido un cambio entre los discos. Es un disco hecho a la supervivencia. Zebra es eso. Darwin explicaría que ante las vicisitudes de la vida, si no mueres cambias. La cebra era blanca con rayas negras y se convierte en negra con rayas blancas y eso resume la idea del disco. Por supuesto que es algo personal, pero, bueno”.
-En tus tres discos has creado un imaginario propio muy enraizado en la naturaleza, de la que das una imagen muy violenta, depredadora. ¿De dónde surge eso?
-Por ejemplo, en “Los árboles nómadas” con un amigo que me ayudó a pulir las traducciones, me preguntaba que de dónde había sacado eso y yo le conté que era verdad, que lo vi en un National Geographic: hay árboles que andan miles de kilómetros en toda su vida. Todo lo que ocurre es natural y me gusta por eso, ocurre sin grandes dramas. Es una pregunta que me hacen mucho. Me gusta la naturaleza pero no como turista que va a ver no sé qué. Me siento parte de ella y creo que explica muy bien las cosas. A mis alumnos en filosofía les explico que con nuestra cultura cambiamos la natura y las cosas que nos hacen natura. Me gusta mirar a ese lado porque no hay valoración en lo que no se puede valorar: que un pez se coma a otro. Por eso cuando digo “somos un par de peces que se comen uno a otro” es para quitar esa valoración.
-Me ha llamado siempre la atención que haya esa integración de las personas en la naturaleza.
-Esa es la tradición vasca de Mikel Laboa, José Antonio Arce, Xabier Lete, ese tipo de escritura.
-Pero luego aparecen unos pájaros apoyados en un poste telefónico.
-Eso es más Wim Wenders. Aquí por ejemplo me hablaban de un poema precioso de Bernardo Atxaga sobre el desierto como símbolo de algo que ha habido y que ahora no hay nada. Yo a esa persona le decía que el de Atxaga es más Afganistán o Irán.
-En ‘Sustraiak’ pareces reflexionar sobre la tragedia de perder las raíces. Hay una presencia muy fuerte del atavismo, de lo ancestral.
-En ese caso dice “me decís sobre ese momento en la vida en que sobrevives pero no te agarras a nada”. Los que me rodean dicen que no me agarro a nada o a nadie. El mismo miedo a la soledad cuando lo superas corres el gran riesgo de agarrarte demasiado a la soledad. La respuesta final es ‘¿por qué me tengo que agarrar a nada?’ cuando hay árboles en el desierto como el baobab, que parece que tiene las raíces hacia el cielo y no hacia la tierra. Pero la canción habla más de enraizarse en las situaciones o las personas.
-¿Se pierde mucho quien no sepa euskera del espíritu original de las canciones?
-La verdad es que en este disco he trabajado mucho para que no fuera así. He trabajado con mi amigo Iñigo Aranbarri, un poeta que me ha ayudado a hacer las letras y las traducciones. He reescrito los textos y me he quedado con una buena sensación, aunque hay palabras que no se pueden traducir e incluso algún neologismo. Sobre todo pasa en la canción de “Zebra”, cuando dice “como no puedo olvidarte tendré que diluirte, mezclarte, fundirte”. En euskera, “olvidar” es ‘nahastu’ y mezclar es ‘nahaztu’. Un amigo de un amigo mío se murió y una tía suya le dijo ‘tú lo que tienes que hacer es olvidar’ y su abuela le dijo “tú nunca vas a poder olvidar, tú lo que tienes es mezclar, mezclarlo con otras cosas”. Me gusta cuando no se pueda traducir y eso justifica que yo cante en euskera. Cada lengua tiene un mundo, una interpretación al final del mundo y en ese tipo de cosas se nota.
Frase del día: "Nuestro incentivo para crear la banda fue fomentar la locura" (Karen O, de The Yeah Yeah Yeahs)
3 Comments:
Ayer no podía postear en tu blog... yo no sé qué pasó, pero ya va más de una ocasión en la que no puedo, no puedo. Quería decir simplemente que la trilogía de Grace se me antoja irá in crescendo. Dogville me gustó pero no me dejó buena sensación pero me dejó ganas de ver Manderlay. Luego viene la Kidman y dice que no repite porque se vio afectada psicológicamente... pero qué narices le pasa a esta mujer? que los que realmente hacen CINE la traumatizan (después de Eyes Wide Shut creí que no haría un papel arriesgado nunca más)? El caso es que la mula es una basura. Hace siglos que trato de bajarme Manderlay pero nada, o son fakes o son ininteligibles (o yo muy corto para los idiomas foráneos, que es lo mismo)... Pero ya está aquí!!! En cuanto la estrenen pienso ir a verla al igual que Washington... y si tú me dices que los oráculos apuntan a Cate Blanchett, doble razón tengo. Me encanta esa mujer y todo lo que hace... señor Trier, tenga piedad y no nos la traumatice!
Como vas con lo del piso?
Unha aperta!
Björk quedó también quedó tocada tras pasar por este sádico destrozamujeres llamado Lars Von Trier. Creo que no es cosa solo de la Kidman. Que conste que a mí, aunque en ocasiones me hace revolver las tripas, me gusta bastante, pero este hombre tiene un rollo destructivo con las mujeres que raya lo enfermizo. Parece como si practicara vudú con ellas.
Por otro lado probaré con el "Zebra" de Anari, porque el anterior me lo compré y me encantó a nivel de textos, pero musicalmente no me entra ni empujando.
Esta tarde he tomado prestado de casa de /accidente el zebra, me parece bien lo que dice esta mujer...a ver que tal el disco...
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