Entrevista Anari (II)
-¿Le das mucha importancia a la sonoridad de las palabras a la hora de componer?
-Sí, muchísima. Por ejemplo, cuando me dicen que he tardado cinco años en hacer este disco y que soy lenta y poco prolífica yo siempre pienso que todo tiene que ir, me gusta que si hay una idea que se contrapone haya dos frases musicales que se contrapongan y en ese tipo de cosas me paso meses. Es muy importante tanto la sonoridad como la relación entre texto y música. Una canción no es un poema más una canción y para mí el gran fallo cuando escucho canciones mías anteriores es que noto que las letras son demasiado poema, que quedan como el aceite encima del agua. No es lo mismo que cuando un texto se integra perfectamente en la canción y no puede existir el uno sin el otro. Ahí tienes que elegir muy bien las palabras. Por ejemplo, en “Los pájaros negros” mi amigo poeta me decía que era demasiado poema pero en realidad es cierto. Una vez en Lanzarote tiré una piedra y salió un pájaro volando y la sombra me pasó por encima de la espalda. Creo que este tipo de cosas las hace muy bien Nick Cave, que tiene un estilo muy directo y menos lírico. Yo voy componiendo y hasta que las dos cosas no hacen uno no descanso. La quinta canción, “Hegoak”, en euskera queda muy poema y el cantar me pedía una repetición, la opción era cantarlo de otra manera. Todo lo que se canta está en el texto pero no todo lo que está en el texto se canta. Me decían “tienes que cambiar esa letra”, pero a mí me parecía bien tal como estaba escrita. A la hora de cantar, preferí repetir una frase. Cosas así.
-¿Eres muy perfeccionista?
-No, no creas. Me gusta dejar mucho para lo que pueda surgir. Soy más insegura que perfeccionista.
-Intuyo que hay una intención muy fuerte incluso en la forma en que está ordenado el disco. Por ejemplo, empiezas cantando “me he caído hacia arriba” y en “Gu”, que es una recapitulación final de todo lo que ha habido en el disco, la última línea es “nosotros, desterrados de corazones ajenos”.
-Eso es lo único que tenía claro, que el disco tenía que empezar y acabar con esas frases. El resto está ordenado más por tempo musical. La primera canción me decía la banda que era muy dura pero me daba igual: este disco tenía que empezar con esa frase. Para mí a veces cada canción parte de un verso y en “Gu” estaban los que me parecían los mejores.
-Ese “nosotros” ¿es un plural mayestático o una forma de hacer que la experiencia personal se transmita al oyente, como una invitación?
-Me alegra que me hagas esa pregunta (risas). Gu ha sido mucho tiempo “tú y yo” y en esa última canción es “yo más yo más yo más…”. Y el dúo Pimpinela con Karlos era también para darle esa pluralidad.
-En discos anteriores ya metías alguna voz masculina, pero esta vez la intención es diferente, ¿no?
-Sí. Esta vez la intención es más que ese Gu tenga más de un sujeto.
-¿No tenías miedo de caer en un exceso de exhibicionismo confesional? En “Gu” pareces evitar eso abriendo la experiencia del disco a los oyentes, invitarlos a que se involucren.
-Claro, yo no pienso que en la vida me pasen cosas que me pasen sólo a mí. En ese sentido sí. Luego pienso que no es sincero… que se escribe más con la intención de esconder que de enseñar. Creo que da más trabajo el cómo decirlo porque siempre hay cosas que quieres esconder, a no ser que sea otro estilo. El primer disco es mucho más espontáneo, en el segundo las letras son más reflexivas y en éste he querido mezclar un poco las dos cosas, que haya frases directas. Creo que son más existenciales y abiertas. Por ejemplo, siempre me hablan de la desnudez de los textos y hay canciones en los otros discos que no lo son tanto. En éste todo está basado en hechos reales, todo lo que se cuenta es verdad, es experiencia, no es literatura cuando nos referimos a algo que no es verdad. Los anteriores sí tenían algo de literarios. Sí que he sentido y siento que ya no quiero hablar más de mí y de mundo. Este disco cierra un ciclo y si hago algo más me gustaría situarme yo en el mundo, hacer algo más de puertas para afuera. Me gusta mucho lo que hace Michel Cloup de Experience. Admiro mucho ese tipo de letras entre lo personal y lo social. No sé si yo no soy capaz pero nunca he planteado desde aquí. Para mí es muy importante el cambio, tener algo relacionado con crear y no estar ahí por estar, por mantenerme haciendo lo mismo. Me gustaría dar un giro en ese sentido e intentaré trabajar en él.
-En otra entrevista reciente decías que estás escuchando mucho a Bob Marley.
-Sí. Mucho. Desde hace un par de años. Creo que él es muy social. Quizá en sus letras hay muy pocos ‘yo’. A veces amenazo a los que tengo a mi lado de que voy a hacer un ‘dub’. Ya veremos pero, mira, lo digo y así me comprometo. La verdad es que me gustaría.
-Parece que no te sientes muy satisfecha de los dos primeros discos.
-Mira, el primero no lo puedo oír. Hace poco iba en el coche sola, me puse una canción y me puse roja. Y hay un montón de gente que dice que es el que más le gusta. Sí que me siento satisfecha porque, como otras cosas en la vida, tienes que entender que en aquel momento eras eso, querías eso, estabas en ese punto y ya está, me reconozco ahí. Con “Habiak” me pasa menos. Por ejemplo, al analizar el sonido de este disco me puse el anterior y pensaba ‘madre mía, vaya bolas de graves’ cuando estaba en la grabación y me venían todos y salía grave, no había ningún agujero por donde entrara el aire. Ahora no grabaría así aquel disco, pero en el momento, con los textos y el tono de la voz, lo entendía así y lo hice así. En este entendí que las letras eran más reales y la voz y la instrumentación también debían serlo. Para mí ese rock seco a lo Patti Smith, Thalia Zedek, tenía ese punto. Sin chorradas, sin florituras. Ese era todo el concepto.
Canción del día: "Munich" (Editors)
Frase del día: "¿Y se supone que lo tengo que aguantar por que esté borracho? ¡Que lo aguante su puta madre!" (escuchado en la Gran Vía)
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