"Caótica Ana", de Julio Medem. Dos puntos de vista con spoilers.
David:
10. Amé el cine de Medem. Especialmente “La ardilla roja”, “Tierra” y “Los amantes del Círculo Polar”, pero ya con “Lucía y el sexo” se me empezó a desmontar.
9. ¿Cuál es el problema? ¿Han bajado realmente en calidad las películas de Medem o soy yo el que aumenta la exigencia? Incluso, más: ¿es un problema mío porque he perdido la inocencia que tenía entonces? Más: ¿Me estoy volviendo insensible, cerrando el corazón? ¿Me pasa eso porque me hago mayor? ¿Me pasa porque vivo en Madrid? ¿Me estoy volviendo un puto escéptico de mierda?
8. “Caótica Ana” parte de una gran idea y un propósito encomiable: homenajear a su hermana fallecida trágicamente y, por extensión, rendir tributo a la feminidad, especialmente en su papel de resistencia contra la opresión.
6. Manuela Vellés, Ana, aporta su mirada de adolescente que se está abriendo a la vida. En su juventud, su belleza y su inocencia se encarna de forma más brutal la relación sugerida entre vitalismo y tragedia: otro gran tema de fondo que, sin embargo, se me queda algo diluido.
5. El talento visual de Medem es indiscutible, y en esta cinta aporta interesantes hallazgos, planos de gran fuerza poética, que enriquecen aún más su filmografía, incluidas las animaciones a partir de cuadros de su hermana.
Entonces, si con todos estos elementos, la película no me ha gustado, ¿por qué es?
4. Quizás por lo poco perfilados que están los personajes: el hecho de que sean arquetipos no justifica que sean tan planos, tanto que hasta podrían hacerse innecesarios. No sólo no aportan nada sino que despistan.
3. Bebe, haciendo de Bebe, es un chiste malo, y el feminismo guay de baratillo perroflautista de su personaje –análogo al de la cantante- tiene tanta presencia en el metraje que, ay, acaba empañando la película hasta el punto que merma parte de la credibilidad de su discurso social. Como decía, es encomiable, pero a la hora de desarrollarse en el guión peca de simplista y, en ocasiones, pomposo cuando no ingenuo o ridículo.
2. Ridículo: el resultado de ciertas partes del guión que, aún asumiendo que es una película fantástica y que, como en todo el cine de Medem, para que funcione hay que dejarse engañar y entrar en el juego, se balancean en una inverosimilitud bastante grave. Más ridículas todavía algunas metáforas excesivamente obvias (demasiado cliché) y varios gags de trazo grueso que llevan a agradecer que el director no haya caído en el error de hacer una comedia.
1. Sí es un acierto que quiera hacer cine político y desde su óptica personal: nadie más lo ha hecho de esa manera hasta ahora. Pero, en fin, como decía, una película que, a priori, tenía todos los elementos para emocionarme y entusiasmarme, no me ha transmitido nada.
0.Tenemos un problema
10. Ante las suspicacias acerca de la pertinencia de la escena con la que se abre la película, cuyo sentido sólo se entiende en el último acto, he aquí unas declaraciones que arrojan cierta luz sobre la existencia real y concreta del tipo ideal sobre el que se centran las iras medemnianas (no es plato de buen gusto, lo sé): “¡Bueno! Este año he matado el ciervo mayor de toda mi vida. Fue en la berrea de Burgos, y era un bicho que dio 20 puntas y 217 puntos, lo que es una medalla de oro.” (Manuel Fraga Iribarne, varón de raza blanca, occidental, octogenario, católico, ejecutor de sentencias de muerte como ministro de gobierno dictatorial, “la calle es mía”, etc etc).
9. El título es de lo menos acertado de la peli, porque es equívoco. Es de suponer que Medem está pensando “caos” en el sentido mítico-primigenio de “creación”, de capacidad de concepción, etc., que es la nota esencial de lo femenino. Pero, claro, en castellano tiene la connotación de “desorden, confusión”, lo cual no tiene mucho que ver con el personaje de Ana, e induce a error.
8. Ana es un personaje de corte arquetípico, y representa lo femenino en su forma esencial. Se han oído muchas opiniones en contra de la excesiva “simplificación” del conflicto que Medem trata, de que es demasiado complejo para ser tratado como fábula, etc. Yo diré aquello de que en cuanto el mito se secularizó, la secularización se elevo a categoría de mito- y me quedo tan ancho. El mito es realidad intemporal y está muy bien retomarlo para renovarlo de cuando en cuando.
7. Muy apropiado el contexto de la escuela de arte para desarrollar las características potenciales del personaje de Ana. Medem destaca la sensibilidad, la empatía como características de lo femenino y qué lugar mejor para expresarlas que una academia de jóvenes talentos... por más flipadillos que sean.
6. Esta fábula de la dualidad masculino-femenino como eterno episodio inconcluso de la dialéctica amo-esclavo no podía dejar en buen lugar a la vertiente testosterónica de la especie: crueles y orgullos, dominantes y violentos, hijos y padres de
5. He leído por ahí críticas muy negativas sobre el empleo facilón de símbolos de lo más manidos y trillados, como por ejemplo las puertas que Ana pinta, que son una metáfora directa del personaje. Es cierto que es un símbolo muy visto, pero, sin embargo está bien usado en la película, sobre todo en las animaciones, que son de lo mejor: las puertas de la percepción deben ser abiertas para sentir lo que los otros sienten, o si no...
4. Del mismo modo, también me gustan los aspectos esotéricos y, digamos, chamánicos que se utilizan en la historia. No creo que haya que tomárselos de forma literal ni mucho menos. Son sólo recursos narrativos que contribuyen a acrecentar el misterio e, incluso, a despistar, porque al final la historia acaba yendo por derroteros inesperados y sorprendentes, lo cual es también otro punto a favor de la peli.
3. Por cierto, también muy destacable es el sentido y el alcance multicultural que Medem busca. Sobre todo la reivindicación del pueblo saharaui y su lucha, muy bien traídos a colación en una historia secundaria francamente muy hermosa.
2. El último acto salva la película cuando ya empezaba a ser caótica de verdad. Yo ya me estaba temiendo lo peor, imaginándome un final típico de Medem, en plan medio sentimentaloide y sensiblero. Pero no, en su lugar tenemos una batalla poética con mucha fuerza entre la razón y la sin razón. Ana se transforma, de blanca se convierte en negra, pero sólo momentáneamente, para hacer justicia. Porque Ana es una justiciera. Pero no es una heroína masculinizada como Lara Croft. Ni de coña. Ella se convierte en una heroína a través de la sensibilidad, a pesar suyo. Mediante la toma de conciencia de que su identidad es producto de la memoria de todo el sufrimiento injusto padecido por todas esas otras mujeres que ella también es.
1. En resumen: personalmente, mi película favorita de Medem. A pesar de que se mantienen los tics sensibleros de siempre, el hecho de que abandone la autorreferencialidad y el ombliguismo empalagosos de sus anteriores películas –esos personajes tan autoespeciales...- a favor de una historia más universal, en mi opinión supone un avance y una mejora, en contra de aquellos que empiezan a ver signos de decadencia. En el plano puramente cinematográfico, creo que no es exagerado, por la fuerza y belleza de sus imágenes, colocarle al nivel de un Lars Von Trier o David Lynch, la verdad...
0. Dejáos ir...