Por cosas del azar, justo tras ver el documental de Spike Lee llegó por fin a mis manos “As Encrobas: A ceo aberto”, de Xosé Bocixa, de cuya existencia ya informé anteriormente en http://perdiendomiejem.blogspot.com/2007/05/as-encrobas-77.html
Mi primera impresión tras verlo es que no tiene nada que envidiar al de Lee o a “La pelota vasca” de Julio Medem, cuya estructura narrativa es similar. Las voces de los diversos protagonistas rememoran el conflicto de un pequeño núcleo rural gallego en plena Transición ante la amenaza de ser devorado por una mina y una central térmica. Tras llegar a una solución negociada, la historia da un giro aún más cruel al mostrar la sucesión de los hechos durante tres décadas: falsas promesas, expropiaciones forzosas, precariedad laboral y contaminación atroz, entre otros relatos de terror. Y para finalizar un giro berlanguiano: la llegada de una incineradora de residuos al tiempo que se decide re-redefinir aquel viejo paraje agrícola convertido en parque industrial en… una zona turística en la que hay un parque acuático, llegará un campo de golf y un lago destinado a competiciones náuticas deportivas.
A primera vista, se puede percibir como una película-denuncia sobre un tema local, pero si triunfa es precisamente por la universalidad de lo que cuenta: la lucha y la impotencia de los oprimidos frente a la prepotencia de los opresores, las nuevas formas de violencia con que el capitalismo impone su razón (primero es la Guardia Civil pero luego son los contratos laborales con los que consigue acallar a la disidencia) y, sobre todo, la reivindicación de la dignidad de una gente cuya voluntad y sentimientos no importaban a nadie, la memoria de una forma de vida que fue sepultada por “el progreso” contra su voluntad y por la fuerza. Probablemente, aquí está parte del mejor cine social hecho en Galicia, y fuera de ella.
Por cierto, se estrena en las grandes capitales “Naturaleza muerta”, un film chino de temática similar que ganó el León de Oro en Venecia. Habrá que verlo, si se tiene la ocasión.
Para finalizar, una anécdota que me contó anoche Luis (el catalizador para hacerme llegar todo el tema Encrobas): hay otra película, digna de Billy Wilder o las producciones de la Ealing, en las negociaciones a finales de los 70 entre una comisión de labriegos (“los del arado”, como definían despectivamente desde Coruña) y los representantes de Unión Fenosa. Entre el quinteto de campesinos en los que cada uno cumplía un rol que llegó a desestabilizar y poner de los nervios a sus oponentes, figuraba un enigmático personaje que se hizo famoso como “el hombre del maletín”. Nadie sabía qué hacía un campesino con un maletín. Pues bien: aseguran que, dentro, guardaba un transmisor gracias al cual su abogado –vetado en las negociaciones por los empresarios- podía escuchar todas las conversaciones.
Canción del día: “Isis” (The Yeah Yeah Yeahs)
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