Crónicas de la Edad de Plata (II)
Cuatro días antes de que se cayera el techo de la Plaza de las Ventas, Dominique A volvía a tocar en Madrid. Le he visto bastantes veces y en muchos formatos diferentes, pero ha sido las últimas veces cuando más me ha gustado. No fue éste mi concierto favorito: lo supera el del Neu! Club en 2010, básicamente por dos razones: el sonido y la comodidad de la sala era muy superior al de la infame Arena y, además, era la gira de presentación del que sigue siendo mi álbum favorito suyo, "La musique" (nunca olvidaré la interpretación de la soberbia "Immortels" aquella noche). Pero este concierto también fue fabuloso, con una atmósfera de celebración de fin de gira y propinas finales con rescates de viejos clásicos. He escrito una crónica más pormenorizada que saldrá este viernes en La Luna de Metrópoli. Sólo añadir que Dominique A, consolidado como un grande, nos trajo la luz.
Carrera subiendo la Gran Vía para llegar a El Sol, donde continuaba el ciclo de conciertos Dichosos 90's, en esta ocasión con Mala Rodríguez, que llevaba bastante tiempo sin tocar en Madrid. (Vale, ella misma lo dijo, su primer disco es del 2000 y no sabía por qué la habían invitado para ese ciclo, pero una vez que lo han hecho aceptemos la trampa en nuestro provecho). Vimos a la mejor Mala posible, algo por lo que no las tenía todas conmigo, ya que su evolución a partir de "Malamarismo" parecía llevarla por el camino de un mestizaje empanado en una especie de galimatías místico que tocó fondo con "Dirty bailarina". Siempre me han gustado mucho sus directos cuando más básicos, y éste lo fue a saco: tan sólo ella y un DJ (Jekey). Hubo un par de "featurings" de Kultama y Chulito Camacho que se hicieron innecesarios aunque, a su manera, sirvieron para rendir tributo a "Lujo ibérico", que fue el álbum más representado. Con sudadera blanca y gorra, volvimos a ver a la Mala Rodríguez más de barrio, la misma que me conquistó por primera vez en la misma sala hace 13 años. Cañera, deslenguada, provocadora ("Tiene que haber indignación, pero no sólo eso. Hay que cortar cuellos. Sí, ¡qué pasa! Estoy fomentando la violencia. Eso estoy diciendo: ¡que me comáis el coño!", lanzó antes de interpretar "Con los ojos de engañá"). Otro momento culminante fue cuando invitó a todas las chicas que quisieran a subirse al escenario mientras cantaba lo de "en este corral yo soy el gallo", en un gesto plagado de poder que justo llega coincidiendo con el planteamiento del debate sobre el sexismo en las culturas alternativas.
En ese sentido, la figura de María Rodríguez como modelo de rol me sigue pareciendo incuestionable. No sólo ha conseguido trascender los límites del hip hop en cuanto a alcance hacia otros públicos (entre los asistente a El Sol había de todo), sino que consigue conectar de una forma muy potente entre las chicas: había mayoría de público femenino, que cantaba, bailaba y festejaba las letras, apropiándose de ellas y reivindicando su individualidad. "Eh, como lo sabía yo/ tengo lo que tú quieres", "Soy la cocinera de tus mejores platos/ deja que te empape con lo que yo me empapo", "Tengo un trato/ lo mío pa mi saco". Ya sabéis lo que os digo. La Mala volvió a marcar el minuto y, como regalo, ofreció un único bis con un contundente tema nuevo, "La rata", que en realidad creo que no es tan nuevo, ya que me suena de haberlo escuchado en conciertos de la gira anterior. Así finalizó la noche:
Completamente diferente fue lo visto el viernes en el mismo lugar. El concierto de reunión de Automatics (de momento, único y exclusivo) fue más reseñable como acontecimiento en sí que por su propio carácter musical. Al parecer, no estaban todos los miembros originales del grupo liderado por José Lozano, y algunos de ellos fueron sustituidos por componentes de Universal Circus, su banda posterior. Me gustaron mucho Automatics en su momento, pero al volver a verlos años después lo cierto es que en lo que más pensé es en lo mucho que hemos cambiado y en la bisoñez que tenía (¿teníamos?) en los 90. El concierto pareció más una excusa para una reunión entre amigos que hacía tiempo que no se veían que otra cosa. Pero me sorprendió agradablemente ver su poder de convocatoria (lleno absoluto) y que fuese, probablemente, el concierto en el que a más cabecillas de sellos discográficos he visto. No pude evitar la broma de comentar con mis colegas lo de "ey, cuando termine nos vamos al Maravillas, ¿no?". Y, en realidad, también fue muy festejado, como podéis comprobar en este vídeo colgado por uno de los ilustres asistentes, Rafa Skam:
Y doble cartel con bandas noveles el sábado en El Juglar, en Lavapiés. La abrieron los zamoranos El Lado Oscuro de la Broca, una agradabilísima sorpresa con su rescate de sonidos pseudo siniestros con shoegaze, noise y reflexiones existenciales cargadas de intensidad. Para el poco tiempo que llevan (creo), tienen ya un magnífico sonido en directo y, desde luego, es un grupo a seguir para quienes nos gusta este estilo. Ilusionante sold out en la sala, además, que certifica el excelente trabajo que está haciendo su promotora, Isabel Moreno (que, aunque sea mi amiga, lo cortés no quita lo valiente a la hora de decirlo).
Tras ellos salieron TourmaleT, también amigos y un grupo al que he venido siguiendo desde el principio. La verdad es que es un gustazo ver cómo, concierto a concierto, van adquiriendo cada vez más seriedad y solvencia en el escenario. Su noise rock de la Alcarria va progresando y adquiriendo elementos más oscuros (cosas que me recuerdan a Joy Division o The Velvet Underground) y ya va habiendo ganas de escucharles más y más temas nuevos. Mola terminar hablando de futuro en un post como éste, tan invadido por la nostalgia del pasado.
(Foto por Alfredo Arias)
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