Aunque parezca una afirmación desvirtuada u oportunista por su ciclópea reedición actual, "Darkness On The Edge Of Town" (1978) ha sido desde siempre mi álbum favorito de Bruce Springsteen: punto intermedio entre la épica de "Born To Run" (1975) y el eclecticismo de "The River" (1980), que suponen para mí su trilogía definitiva. No en vano, estos tres álbumes (más los descartes de esa época incluidos en la caja "Tracks", que entonces acababa de sacar) fueron claramente los predominantes en la gira de reunión con la E Street Band en 1999, aquella con la que los vi en La Peineta en uno de los conciertos que se me quedarán siempre en el recuerdo.
"The Promise", el documental, narra de forma bastante canónica toda la historia alrededor del álbum de 1978, intercalando declaraciones actuales de sus principales protagonistas (incluido el "malo" de la película, el por entonces mánager de Bruce, Mike Appel, cuyo contencioso con el artista condicionó todo el proceso creativo del álbum). El film no sólo muestra esa idea de la grabación como una experiencia épica, además de alumbrar las diversas circunstancias que rodeaban entonces al de New Jersey, un músico meticuloso y obsesivo absolutamente sumergido en su obra (curioso el testimonio sobre las vueltas que dieron para grabar la batería de Max Weinberg, que me recordaron mucho a lo que había hecho Martin Hannett con Stephen Morris de Joy Division cuando le puso a tocar en el tejado del estudio, ¡atención!: un año después). La tremenda creatividad que desarrolló en aquel trienio es ahora mostrada con la reedición del álbum, que incluye 21 temas extras (ya había otros previos publicados en "Tracks" e incluso algunos que luego aparecerían en "The River"). Todo eso nos ayuda a comprender aún mejor el esfuerzo porque "Darkness" tuviese un tono unitario en esa gran crónica de una América obrera, oscura y triste. Como suelta alguien en uno de los titulares de la peli, tras el sueño spectoriano de "Born To Run", de repente Springsteen descubrió que no había ningún sitio a donde huir.
En otro de los momentos, afirma que el espíritu punk y el descubrimiento del country (especialmente de Hank Williams) tuvieron gran peso sobre él en aquellos años. Lo primero no se vislumbra muy claramente (si acaso sólo podría ver la influencia de The Clash, ya que la esperanza y la búsqueda de respuestas, ese sentido exploratorio que ha mostrado Springsteen en toda su carrera, no tiene mucha relación con el nihilismo de Sex Pistols y compañía). En cuanto al country, como ya se sabe, será en "Nebraska" (1982) cuando se manifieste con mayor fuerza. El caso es que el rock entre contenido y épico de "Darkness" así como su temática (tan cercana a esa Norteamérica clásica de Ford o Steinbeck) no sólo dio un bagaje más adulto (maduro, ensombrecido, pesimista) a lo apuntado en "Born To Run": marca lo que será para siempre el imaginario más característico de Springsteen que, con todo mi respeto a Paddy McAloon, va muchísimo más allá del simplista "Coches y chicas".
Uno de los aspectos más comentados con respecto a la revisión de este álbum es la voluntad del "Boss" de deshacerse de los hits, que es lo que le llevó a regalar a otros artistas singles inapelables como "Fire" o, sobre todo, "Because The Night". A este respecto, uno de mis momentos favoritos son las declaraciones de Patti Smith, rememorando el momento en que recibió la cinta y cómo relacionó el tema con aquella larga noche en la que esperaba una llamada que nunca le llegaba de su amado Fred Sonic Smith. El propio Bruce, de quien siempre ha sido un placer oírle hablar de sus canciones, como también mostró en el DVD "Storytellers", habla sobre algunas de ellas, aunque con la que me quedo es en las referencias al trabajo de su padre en la fábrica y a la sordera causada por ello, algo que inspiró uno de los mejores temas del disco, "Factory". No obstante, disiento un poco con la idea de que en "Darkness" no haya hits: "Badlands" es la continuación natural (o el reverso tenebroso) de "Born To Run", y "Candy's Room" siempre me pareció que tenía madera de single clásico, por no hablar de la ultrapegadiza melodía de "The Promised Land".
Pero sí es cierto que de lo que se quiso deshacer, y es otro de los momentos más reveladores del disco, es de las canciones más puramente pop. Los descartes ahora editados en el doble CD "The Promise" demuestran el fervor que el pop clásico despertaba en aquella época en Bruce, y especialmente en un Steve Van Zandt a quien se le ve en varias imágenes de la grabación cantando en el piano a cuatro manos con él. Ahí sale la frase que más me gusta del documental, cuando habla de la canción pop como, en inglés original, "the neverending now": el ahora interminable, esos dos o tres minutos que son puro presente, que colapasan el tiempo para que parezca que virirás para siempre dentro de esa canción. Esa idea será culminada en "The River" con "Hungry Heart", "Two Hearts", "The Ties That Bind", "Sherry Darling"...
El documental, que se presentó este año en celuloide en varios festivales de cine, no ha llegado a las pantallas españolas, pero sí a la televisión (fue emitido recientemente en la 2, en V.O.S., en uno de los mayores fenómenos paranormales del año) y se ha editado directamente en DVD dentro de la caja de la reedición de "Darkness" junto a filmaciones de varios directos de la época o una extraña interpretación en vivo del "Darkness" al completo en 2009 sin público presente. Con esas imágenes finaliza la película de "The Promise" mientras en la pantalla aparece diluido, en el último plano, el rostro del fallecido Danny Federici, a quien está dedicada. Mi "rockumental" favorito de los que he visto este año, un poco por encima de "Anvil", "Under The Great White Northern Lights" (White Stripes) y "When You're Strange" (The Doors).
2005. THE YEAH YEAH YEAHS: Tell Me What Rockers To Swallow
2006. PIXIES: loudQUIETloud
2007. DANIEL JOHNSTON: The Devil And Daniel Johnston
2008. JOY DIVISION: Joy Division
2009. NIRVANA: Live At Reading