Entrevista a Loquillo
Hace unos años dejaste de tocar en directo "La mataré", pero ahora has vuelto a hacerlo. ¿Cuál fue la razón tanto para una cosa como para la otra?
No la dejé de tocar, simplemente nos dijeron que no debíamos tocarla y ya está. Era un tema legal. El single volvió a salir en el año 98, en una reedición de EMI y directamente les dijeron que eso no iba a sonar. Eso era así. Bueno, yo he decidido tocarla otra vez porque, evidentemente, si hay una película como “Átame” de Pedro Almodóvar funcionando, por qué no voy a poder cantar una canción que se llama “La mataré”, porque al fin y al cabo es una canción que habla de un maltratador. Entonces, aquí se entiende todo como se entiende, ¿no?, dependiendo del momento, de la época y la situación. Lo que nos parece muy delictivo en un momento resulta que al cabo de los años nadie le hace puto caso. Eso depende mucho de lo políticamente correcto de la época que vivimos actualmente.
En "Hechizo", el disco de homenaje a Bunbury, has optado por versionar "Apuesta por el rock and roll". ¿Alguna vez has estado tentado a dejar de apostar por ello?
No, porque hablando claro, y perdona la vacilada, el rock and roll aquí soy yo. (Risas). Es como si lo dicen Little Richard u otros, es que es la verdad. En este sentido, “Apuesta por el rock and roll” forma parte de la memoria de una generación, la de Gabriel Sopeña, un compositor con el que trabajo desde el año 90 y me parecía que una declaración que yo podía hacer en el disco de Enrique es esa, porque particularmente me resultaría muy difícil intentar ponerme en la piel de él. Eso es así, Enrique tiene un carisma y una personalidad muy muy muy suya. Adaptar una canción suya es muy difícil, así que me he servido de la adaptación que hicieron de la canción de Más Birras para acercarme, pero porque era el único lugar común. Pasaría al revés lo mismo, tenemos un carisma y un carácter tan definido que es muy difícil. O haces tuya la canción o le das la vuelta, pero intentar un cover de un tema de alguien cantando tú te aseguro que estás tratando con dos que hay que darles de comer aparte, así de claro.
Muchas de tus canciones son de autoafirmación: de una actitud, un espíritu, una ética, pero no hay tantas que revelen dudas o inseguridades. ¿Es eso incompatible con Loquillo?
No, no, lo que ocurre es que para eso están otros artistas. Dudas e inseguridades puede tener Nacho Vegas, pero de la misma manera que hay una sensibilidad existe la otra. Quizás yo formo parte de una generación y también de una educación muy distinta. Ahora mismo el rock and roll es muy difícil de ponerle una etiqueta de de dónde sale. Antes salía de los barrios, de lugares difíciles, incluso bordeando la marginalidad. Era quizás un movimiento muy de working class, y hoy en día es una música de entretenimiento. Es difícil encontrar ese poso. Hay muchos artistas que lo intentan tirándose el rollo y jugando a ser malos. Yo tengo una cosa muy clara, eso hoy en día es muy difícil, los tiempos son otros. El rock and roll se ve más como una música que como una actitud o una forma de vida sencillamente porque está ya en otra situación. Hace 30 años ibas a ver un concierto de los Rolling Stones y te parecería una marcianada, pero ahora vas a ver a U2 y qué coño es eso, ¿no? Hay que ser consciente del paso del tiempo. El rock and roll cuando lo conocimos en los 70... eso ya no existe. Habrá otro tipo de rock and roll, otra forma de entender quizás las formas, la transgresión, la rebeldía pero, insisto, estamos en esta etapa de final de siglo y principio de otro. Estamos viendo acabar el siglo XX, que es algo para lo que aún quedan cinco años o diez. Estamos en la frontera. Yo no sé si el rock and roll va a sobrevivir a ello, no lo sé. Tiene una enorme facilidad de reinventarse, tomar modelos de otras músicas y adaptarlos, pero el tópico de sexo, drogas, rock and roll, guitarrista yonqui que se desmorona… todo eso ha pasado a la historia, amigo. Yo cuando leo artículos de “Cuando el rock and roll era salvaje” es como, vale, ¿qué les gustaría, que fuéramos todos yonquis o qué? ¿Me entiendes? Todo eso me parece una parafernalia que pertenece al pasado y quizás nosotros vamos a ser testigos de su final. No sé lo que va a ocurrir ahora, pero yo soy consciente de que las cosas van a ser muy distintas.
Ahora mismo parece que, para los más jóvenes, la visión que se tiene del rock and roll es la de videojuegos tipo “Guitar Hero”, ¿no?
Sí, bueno, es otra, pero porque a nosotros también nos tocó vivir un momento muy especial en este país. Salíamos de la dictadura y el rock and roll era un canto de libertad. Entonces eso ya no es así. En la Universidad los grises ya no pegan a la gente. Vivimos en un Estado democrático, entre comillas, pero es lo que hay. Hasta el 78 en España se censuraban las canciones (le intento recordar lo de que a él le han censurado hace nada “La mataré”, como acaba de confirmar, pero él sigue hablando sin darme pie). Cuando todo eso se normaliza llega un momento en que las canciones son lo interesante, y al fin y al cabo la música es eso, ¿no? Si ahora te pones a analizar canciones de los años 70 y escuchas las letras son para salir corriendo, pero en aquel momento significaban lo que significaban. Quizás ahora se trabaje más en las letras y en conceptos artísticos que antes, donde todo era más urgente. Por eso digo que estamos en un momento muy curioso, qué va a ocurrir ahora ya no sólo en el rock sino en la música en general, la red, etc. Vienen muy rápidamente las cosas y a donde nos va a llevar todo es realmente excitante, dónde va a parar esta rueda.
También antes los rockeros erais héroes para los chavales, forraban las carpetas del colegio o del instituto con vuestras fotos. Ahora parece que ese papel lo cumplen los futbolistas, tenistas, pilotos de Fórmula 1…
Yo te digo una cosa. Yo creo que actualmente todo el mundo tiene la posibilidad de elegir. Puedes elegir ser un cateto. Y si quieres ser un cateto puedes serlo. Hace 35 años no existía la red, la cultura era mucho más difícil de conseguir pero te puedo asegurar que la gente era mucho más culta, sobre todo la gente joven tenía unas inquietudes en que como todo había estado prohibido, leía los libros prohibidos, escuchaba la música prohibida, la Velvet, unas novelas determinadas, los beatniks… todo aquello fue de golpe, ¡uau!, una explosión, nos enteramos de todo de golpe. Ahora todo eso está en la red. El que quiera tomarlo lo toma y al que no le interese no le interesa. Yo desde luego creo que la red tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, y una de ellas es el hecho de que de tanta información no te enteres de nada.
En “Balmoral” reivindicas una serie de cosas que se han perdido. ¿Te ha podido el sentimiento nostálgico?
Yo siempre he sido un tipo antiguo. Soy consciente de que estoy viendo un mundo caer. Soy consciente, para nada nostálgico. Toda la mítica que nosotros hemos conocido, desde Gardel, Elvis o Sinatra hasta los Rolling Stones, la cultura popular del siglo XX… esto se ha acabado. Puede seguir dando los últimos coletazos pero lo que va a ocurrir es otra cosa, no sabemos qué. Ya no vas a ver a artistas como Sinatra o a bandas de rock que provocan, que se juegan la vida. Yo creo que las últimas bandas de rock que han existido han sido los Clash y Guns N’ Roses. Luego llegaron los Nirvana, etc., pero ya era otro rollo. Y, ¿ahora qué es el rock and roll? U2, Coldplay y The Killers. Católicos, protestantes, mormones… o sea, parece que vayamos a misa. La Iglesia Católica el día que se enteren de que Bono debería ser el Papa vería el cielo abierto. Fíjate a lo que hemos pasado, entonces igual es el lenguaje del futuro. O no. O igual estamos llegando al final de algo que no era verdad. Estamos en un momento no confuso, es tremendamente excitante. Sí que puedo ver que estamos volviendo, sobre todo las bandas más jóvenes, a practicar género. El mestizaje evidentemente ha terminado por aburrir a un buey. Todo este rollo de “salvemos el mundo, las ballenas, los pueblos oprimidos” pues se ha demostrado que muchos de sus grandes santones son más hipócritas que la madre que los parió. La gente, y lo sabes, ha vuelto al género: hay bandas de blues, bandas de rockabilly, bandas de hard rock… pero ese coñazo que fueron los 90 de la puta fusión, eso se ha acabado. No sé, yo creo que cuando hay confusión, en tiempos de crisis, por h o por b la gente vuelve a lo primitivo. Y estamos viendo una vuelta a los orígenes. E incluso se está redescubriendo el folk. Toma castaña. Por un lado todo se desmorona y por otro la gente vuelve al inicio.
¿Te gusta algún grupo actual?
Yo puedo decir que tengo buena sintonía con bandas como... hace poco entregué un premio a Love Of Lesbian en Madrid, pero tienen 40 años, no tienen 20. Hay gente nueva haciendo folk como The New Raemon, hay cantantes femeninas con una gran potencia como Maika Makovski, hay bandas de rock and roll puro y potente, digamos de mi cuerda, como pueden ser los Right-Ons. Incluso los Arizona Baby. Yo estoy viendo un panorama de gente muy joven que, de verdad, a mí lo que me asombra es que tocan que te cagas. Comparado con nosotros (risas). Por otro lado, se encuentran en una situación parecida a la nuestra: no sonamos en la radio, ellos tampoco, pero hay un festival como el Sonorama que mete a 30.000 personas. Entonces aquí está pasando algo. Creo que estamos en un momento musical en España en el que nos podemos encontrar con una segunda etapa dorada, o una nueva ola de bandas realmente interesantes y de artistas con carácter. Estoy viendo mucho talento y sobre todo gente que no es nada ortodoxa, algo muy bueno para la música. Hay que tener principios, pero no cometer el error de volverte demasiado ortodoxo, que los árboles no te dejen ver el bosque. Ese es el tema.
Ahora mismo Miguel Ríos se está retirando de los escenarios, con lo que ahora mismo tú eres uno de los músicos de rock con una trayectoria ininterrumpida más longeva, si no el que más. ¿Cuánta cuerda dirías que te queda?
Tengo 49 años pero ahora mismo estoy preparando dos discos, no te digo más. Sí que es cierto que mi trayectoria ha sido ininterrumpida. Hay mucha gente que lleva muchos años pero se han retirado, han vuelto, lo han dejado… en mi caso esto no ha ocurrido. En ese sentido sí que mi trabajo es muy elevado. Incluso a nivel audiovisual: mi primer vídeo data del 82, fue uno de los primeros junto con “La estatua del jardín botánico” de Radio Futura. Yo de momento voy a seguir utilizando las mismas armas: discos, artículos, novelas, producción teatral o cinematográfica… no sé si dentro de 5 ó 6 años tendré otras armas, pero es que como todo va tan aprisa… a nosotros la red, a mí en particular, la red me ha ayudado muchísimo, porque llevo como 12 años sin sonar en las radiofórmulas. Pero la trayectoria en el desierto la he hecho solito, ¿eh? Entonces cuando consigues atravesar ese desierto jugando sin cartas, sin tener un apoyo de un grupo mediático que te ayude a subir y colocarte en todas partes. Es difícil, pero yo creo que es el camino, porque te reafirman en tu trabajo. Se han acabado los tiempos en que un grupo mediático lanzaba a un artista y hacía a todo el mundo creer que era muy grande. Eso se ha acabado, sobre todo porque lo que ahora funciona es el directo. Ahí no hay trampa ni cartón. Aquí o te lo curras en directo o por mucho que te coloquen en las emisoras no vas a ninguna parte. Se acabaron los tiempos de la mentira en ese sentido. Ahora quedan los artistas. Ya sea de rock, de pop, de zarzuela, de lo que quieras. Los artistas. Y por otro lado, te lo digo: tiempos de crisis, tiempos de rock and roll. Siempre ha sido así. Cuando hay una economía de bienestar tenemos el pop. Ahora son tiempos duros, contundentes, y la gente se agarra a lo que es de verdad.
¿Qué vas a hacer para celebrar tu 50 cumpleaños?
Me voy a ir a cenar con mi mujer y mi hijo. Así de claro. Le voy a dar la importancia que merece, y lo único que te apetece es estar con las personas a las que quieres. No voy a hacer ninguna, cómo se dice eso… igual me paseo en el tren chu-chú ese que va por Donosti (risas), que me queda pequeño. Pero no pienso hacer ninguna celebración porque eso es algo muy personal. No tengo por qué destrozar un hotel, que es algo que puedo hacer cualquier día. Me lo tomaré con mucha calma y, bueno, miraré hacia atrás y diré: “Bueno, todo esto lo he hecho y ha valido la pena. Yo creo que la mayoría de la gente de mi generación jamás pensó llegar a una edad así (risas). Y como nunca lo pensamos, todo lo que viene después de aquello ha sido gratis. Si encima te lo pasas bien y aprendes ya es la bomba. Yo creo que uno se mete en esto sobre todo para aprender, aunque en un principio lo haga para salir de casa, para disfrutar, para pasarlo bien. Visto desde ahora es un poco ingenuo, pero aquella era una buena manera de conocer el mundo. Esto ahora no se ve con esos ojos, porque puedes conocer el mundo de muchas formas, pero en aquel momento era una forma de escapar de una realidad que te comía. Yo podía tener muy claro cuál iba a ser mi destino si no llego a salir del barrio. Sé que lo que me ha dado el rock and roll no es el aplauso del público, el cariño… no, no, no. Por favor, yo no soy hippy. Eso para los hippies suena muy bien pero a mí lo que me ha dado la música es otra cosa: integridad, carácter y, sobre todo, la manera en que he llegado a conocer cosas que por mi situación personal jamás hubiera conocido. Me ha ayudado a descubrirme, a conocerme. Eso es lo que más agradezco. Si no hubiera trabajado por mí mismo no lo habría conseguido, no le debo nada a nadie, en ese sentido. Yo le he devuelto a la vida lo que la vida me ha dado. A mí nadie me ha dado una subvención, ni soy hijo de un artista ni de un torero ni hostias, ¿entiendes? Aquí venimos de picar piedra, que se dice. Lo puedo decir con orgullo y me siento muy bien diciéndolo, pero jamás seré uno de estos tipos humildes que dicen (pone voz paródica) “Ah, doy gracias al público, que me lo ha dado todo”. Hay que huir de este tipo de artistas. Los artistas humildes son unos mentirosos vocacionales. Yo siempre preferiré a uno chulo y borde que a uno de estos artistas que va pidiendo perdón por existir. Vamos, de calle.
Me llamó la atención en el documental de Carles Prats (“Loquillo, leyenda urbana”) que la etapa con la que te muestras más crítico de tu trayectoria es la de finales de los 80 y principios de los 90. En concreto, cuentas que contratasteis a un dealer permanente para vuestras giras y que te pasaste tres años en los que no te acuerdas de nada. Curiosamente, puede que sea la etapa favorita de la mayor parte de tus fans.
(Risas) Era un poco como el sarampión. Hace poco un periodista de aquí, del País Vasco, decía “qué buenos éramos cuando vivíamos todos en lo salvaje”. Mira, le hubiera metido toda la heroína que se ha metido mi banda, se la habría metido toda por el culo. ¿Me entiendes lo que quiero decir? Esas chorradas no se pueden decir. Esas chorradas no se pueden decir. Hemos vivido una época determinada y aquí nadie se arrepiente de nada. Pero decir esas tonterías… Hay gente que disfruta viendo el cadáver del que se sube a un escenario, y que viven la vida a través de sus canciones pero jamás harían lo que ellos hacen. Es como la gente que dice “no, es que por culpa de Lou Reed mucha gente se enganchó a la heroína”. Y digo, “bueno, pues si te enganchas imbécil eres”. Siempre he tenido esa actitud. Yo me salvé porque era de otra manera, qué quieres que te diga, no todo el mundo es igual, pero cuando escuchas esa dimensión del rock and roll de que tienen que acabar todos hechos polvo siempre pienso en Paul Simon y en los tres grandes LP’s que ha hecho en tres décadas distintas. No interesa a los críticos, como no tiene una vida disoluta… O es como la gente que habla de Phil Ochs simplemente porque se ahorcó con un cinturón, pero no habla de su música. Todo son remores de una época determinada. Los grandes críticos musicales que bendecían a unos y machacaban a otros, esto se ha acabado. Ahora al crítico musical lo tienes en tu facebook. Ellos te dicen si te gusta o no, si tal o cual… que a ver, que un artista va a seguir haciendo lo que salga de los cojones. Piensa que somos la primera generación que llega a los 50 años vendiendo discos y actuando en España. No digo que Santiago Auserón, Rosendo o Manolo García no lo hayan hecho, digo que con nosotros llega la normalidad. Nosotros ya crecimos en una democracia, no vivimos el franquismo ni fuimos hippies. No, teníamos 14 años cuando llegó el punk, lo anterior no nos interesaba. Es una generación muy distinta, crecimos con “London Calling” y con “Autosuficiencia”. Por eso digo que hay un diferencial, y ese diferencial se nota.
¿Los Trogloditas están disueltos definitivamente?
Diré lo mismo que decía Morrissey acerca de volver con los Smiths: antes me comeré mis propios cojones. Pues esto es lo mismo. Sigo colaborando cuando podemos con Sabino Méndez, yo sé que en algún momento haremos algo juntos porque nos apetece a los dos, pero es la única persona con la que podría colaborar. El resto se largaron, entonces cuando te vas de un sitio no hay vuelta atrás. Y yo me terminé yendo de la última formación de los Troglos simplemente porque aquello era un proyecto finiquitado. No hay nada más patético que una banda que se arrastra, y no hay nada más patético que el signo éste de los tiempos, que hay bandas con nombres y apellidos y resulta que es un tipo con un grupo de músicos contratados. No, en mi caso Loquillo es Loquillo con una serie de músicos que ya tienen nombre por sí mismos. Todo el mundo conoce a Jaime Stinus y a Igor Paskual. Entonces, ¿para qué le vas a poner un nombre?, no vamos a hacer “Loquillo y los tal”. Eso ya es una etapa pasada, y a mí me gusta mantener el buen nombre de los Troglos, jamás lo machacaría haciendo una vuelta. Ya sé que eso da mucho dinero y la gente no se corta un pelo pero, lo siento, yo tengo mi dignidad e, insisto, yo soy de una generación que a esas cosas les da mucha importancia. Eso se terminó y se terminó, ahí hay un trabajo, un montón de discos y eso forma parte de un momento determinado, pero es que… volver, es que eso suena muy patético, tío. Eso sí, que en cualquier actuación puede aparecer Sabino, Gabriel Sopeña, Carlos Segarra… sin duda, pero los Troglos se terminaron el día que yo abandoné la banda y ellos no siguieron. Y se acabó. También muchos se fueron, murió Guille Martín… y son circunstancias que marcaron el final de los Troglos. Pero no puedes tirar de la vaca, y eso debe ser así. Yo he intentado siempre mantener el buen nombre de las cosas y el recuerdo de una época.
Entonces la relación con Sabino es muy buena ahora, ¿no?
Sí, después de 6 ó 7 años se normalizó. Estamos siempre en contacto, y cuando no es el uno es el otro y cuando no es un niño es el otro niño. Ha colaborado en “Balmoral”, en la canción “Sol” y supongo que trabajaremos juntos cuando tengamos tiempo. Normalidad absoluta, esa es la palabra, ni mejor ni peor.
Cuando tocaste con Hugh Cornwell en El Sol el año pasado, tú ibas de telonero. Cuando el ex Stranglers salió, gran parte del público se marchó y otra parte se puso a gritar “¡Loco, Loco!”. ¿No tuviste la sensación de que tus fans eran más papistas que el Papa? Además fue algo curioso, teniendo en cuenta que se trata de el autor de “No More Heroes”.
Yo esto siempre lo he tenido muy claro: la nobleza obliga. De todos modos pienso que en el rock aún perdura mucho el respeto. En otras músicas no, pero en el rock sí. Y si no se respeta lo hacemos respetar. Aquí cuando se habla de los grandes nombres la gente tiene que callarse la boca. Si te sientas en una mesa con Leslie de Los Sírex, como el otro día con Santi de Love Of Lesbian, Carlos Segarra estaba sentado a su lado y le decía: “chaval, estás al lado de dos tíos, uno que tocó con los Beatles y otro que tocó con los Rolling y los Who”. Eso tiene que mantenerse, el legado tiene que pasar de unos a otros. Siempre ha sido así. Quizás ahora es la primera vez que esto ocurre en España y antes no había ocurrido. Yo recuerdo cuando se despreciaba a las bandas de los 60, o cuando en los 90 a todo el mundo le dio por poner a parir a a las bandas de los 80. No, las cosas tienen que tener un tratamiento lógico y adaptarlo con el tiempo. Me he fijado que en los demás países que nos rodean lo tienen muy claro. Aquí, insisto, es que llevamos muy poco tiempo en esto. Desde que se normalizó han pasado 30 años, con lo que los demás nos llevan 30 años de diferencia. Creo que hemos hecho el viaje muy rápido y yo creo que ahora mismo el nivel de talento que hay en este país está en primera línea, aquí hay una generación muy preparada.
Has entrevistado hace poco a Ramoncín para el Rolling Stone. ¿Se ha maltratado en exceso su figura por culpa de su implicación con la SGAE?
Yo haría la pregunta al revés: ¿No crees que ha sido un personaje utilizado por la SGAE? Es al revés, ¿eh?, cuidado. Se ha utilizado su figura para mantener otra. Yo no creo que Ramoncín esté cobrando ahora mismo una pensión vitalicia. Ahí donde está el dinero, ahí está el negocio. No creo yo que tuviese que ser él el encargado de recibir las hostias. La vida me ha enseñado que las cosas son de otra manera. Yo también he leído a Maquiavelo, sólo hay que leerlo para darte cuenta de dónde está el negocio. Y el negocio es: el pirateo se basa en las compañías telefónicas. Cuanto más pirateo más ganan, así que les interesa a ellas. Ya está, es que no hay nada más que decir. Con eso se compran muchas voluntades, y a mí la vida me ha enseñado que las voluntades que se compran siempre se compran en tu casa. Por eso digo que si alguien piensa que Ramoncín se ha hecho rico con esto, etc., etc., ¡buah!, es un ingenuo. Tú ves directamente quién ha ganado la pasta, y ahí encontrarás el business y lo que te han vendido y que te has tragado en los últimos diez años. Hombre, insisto, ya tenemos una edad, ¿eh? Tontos no, no nos van a tomar el pelo a estas alturas.
Volviendo a Miguel Ríos, recientemente hizo un video viral donde simulaba que te agredía en un bar. ¿Has llegado a las manos con algún músico en la vida real?
No, nunca, nunca, nunca. Yo podría llevarme mal con alguien pero simplemente no lo trato. Yo me he llevado mal con los mánagers, y me he quedado con las ganas. Pero músicos no, simplemente hay músicos que se venden, músicos que dejan que su carrera la lleven otros, músicos que se agarran a un éxito momentáneo como a un clavo ardiendo y les tienes que disculpar todo… Pero yo te digo una cosa, la gente con la que trato es toda muy noble y muy honrada. Sólo he conocido un músico de rock, uno solo, que me ha decepcionado y me ha parecido ser un chupapollas, pero no lo voy a decir. Sólo uno en todos estos años, así que creo que es una valoración completamente positiva.
¿Para cuando esa ansiada gira con Calamaro, Bunbury y Urrutia?
Bueno, me alegro de que me hagas esta pregunta, el fútbol es así (risas). Yo espero que se pongan de acuerdo todos de una puta vez. Yo siempre he sido el más positivo en esto y el que ha puesto más ganas pero, de verdad, más vale que se pongan las pilas pronto que ya me estoy cansando de esperar. Te lo digo con toda la franqueza, ¿eh? Espero que pronto se pongan de acuerdo todos, que se pueda hacer y que la gente disfrute de un espectáculo necesario para poner las cosas en su sitio, para valorar el rock que se ha hecho en España, para valorar la importancia de la lengua castellana en el mundo del rock. Hay que darle el valor que hay que darle, y yo creo que juntar a cuatro artistas de este calibre sería algo muy grande. Desaprovechar eso sería muy tonto, así que espero que las cosas lleguen a buen puerto.
Entrevista realizada por teléfono el 17 de noviembre. Hoy ha sido publicada en versión reducida en La Luna de Metrópoli.
Canción del día: "All Around And Away We Go" (Twin Sister)
Frase del día: "La verdad está en la carne" (Alberto Contador)