Comencé y terminé esta semana
con, de momento –ya sé que llevamos poco, pero es así- los dos mejores
conciertos que he visto este año: Patrick Wolf y Vinicio Capossela. Para mis
impresiones sobre ambos os remito al Rockdelux de marzo, y salto hasta el pasado
jueves, cuando, previo paso por Génova para gritarles a los antidisturbios que
era a los delincuentes a quienes protegen y a los que les pagamos a quienes
reprimen, me acerqué de nuevo a la sala El Sol para ver el concierto de Josele Santiago y Very Pomelo. Una cosa que me hizo despertar el interés fue ver que
en la revista Ruta 66 lo habían elegido como mejor directo del año, y puedo
entender por qué, y también las razones por las que también le vi sus pegas (no
soy de gusto nada rutero actualmente, confieso). A favor: el último álbum de
Josele, “Lecciones de vértigo”, me parece lo mejor que ha hecho en solitario y
creo que no se le ha tratado con la suficiente justicia. Me molaba, por otra
parte, verle cómo defendía sus canciones con otra banda, joven y genuinamente
rockera. En ese sentido, Very Pomelo cubrieron muy bien su función y le dotaron de
una electricidad y una energía de la que su repertorio en solitario carecía,
llegando a acercarlo a Los Enemigos como no había sucedido hasta el momento. En
contra: que, en realidad, se alternó el repertorio de los dos grupos y cada vez
que caía un tema de Very Pomelo, el gatillazo era inevitable. Los catalanes me
parecieron una banda de rock a la vieja usanza, onda sureña, muy solvente. Su líder tiene
carisma de estrella, aunque –es prejuicio mío, reconozco- la trompeta sobra.
Pero su estilo, parte Black Crowes, parte los M-Clan menos pijos, parte
Corizonas, me cansa a partir de un punto, sobre todo en momentos finales en los
que se gustaban demasiado a sí mismos haciendo jams. Igual es que era tarde y
yo ya no estaba para eso. Por cierto, que han remodelado la zona de entrada en
la sala Sol y ahora se está más cómodo y aireado. Y, que no me olvide, el sarao sirvió también como fiesta del programa de Radio 3 "Hoy empieza todo".
El sábado, en la sala Taboo,
que hacía años que no pisaba, se presentaba “Cómo ve el mundo un caballo”,
segundo álbum de los sevillanos Blacanova, uno de mis grupos favoritos de la
actualidad. Nos quedamos muy poca gente a verlos, menos de la que había estado
antes con dos teloneros absurdos de cuyo nombre no quiero acordarme (la
proposición de esta sección es hablar en positivo en la medida de lo posible).
Ha habido cambios en el grupo (su ex guitarrista está ahora con I Am Dive, otra
banda muy interesante), pero les he visto sonar bastante mejor que la vez
anterior que les había visto. A su combinación entre shoegaze y sonidos after punk
añaden ahora unos estallidos post-rock que funcionan muy bien en directo. La
principal rémora es que sus voces quedan demasiado tapadas e inaudibles, algo
que no percibo como una opción estética voluntaria (podría serlo) y, llamadme
frívolo, pero la imagen de su pareja de vocalistas no pega con la del resto de
la banda, de negro impoluto como debe ser. Pese a lo tardío del concierto, se
le pudo seguir sacando partido a la noche con dos propuestas que me apetece
citar: en el Fotomatón hubo una fiesta a favor de la inminente tercera edición
del Madrid Popfest, una iniciativa autogestionaria y horizontal gestada desde las trincheras, que tiene las ideas muy claras, y que empieza a hacerse ya su hueco como un joven
clásico en la escena madrileña. Luego, en Siroco se abría un nuevo evento periódico, Let’s Dance, que
promete. Hubo música electrónica, estuvo petado hasta lo indecible e incluso
algún asistente llevó el dress code que se pedía y apareció disfrazado de
robot.
Uno de los sitios que más
cosas interesantes está haciendo y que está mostrando una sensibilidad más
especial hacia la cultura pop es el Centro de Arte 2 de Mayo de Móstoles. Allí
se celebró en su momento la excelente exposición sobre Sonic Youth, en la época
de buen tiempo hacen conciertos majísimos en la terraza del edificio (aún
recuerdo disfrutar a ras del suelo de Los Punsetes y Mano de Obra la pasada
primavera) y actualmente, hasta el 21 de abril, tienen la exposición “PopPolitics: Activismos a 33 revoluciones”. Es un cajón de sastre dentro del
amplio espectro de política y cultura pop, con cosas de interés desigual, pero
algunas que me han llamado la atención, como las referencias a la pista de
baile como espacio de libertad, los casos de los fans chicanos de los Smiths y
los fans rusos de Depeche Mode con todas sus implicaciones de resistencia
política (del primer caso se ha hablado más, pero el segundo era
semidesconocido para la mayoría) y, sobre todo, las fotos de Ryan McGinley que
ilustran el cartel y que muestran a los fans como sujetos activos en el flujo
de información en la música en directo, un aspecto que los medios cada vez
estamos ninguneando más.
Precisamente con motivo de
esta exposición, comienza ahora cada domingo el ciclo “Revolución subterránea.La celebración de un incendio”, en el que se proyectarán varias películas
relacionadas con pop y política, acompañadas de coloquios con diferentes
figuras. La inauguración llegó con una propuesta sorpresa: a J de Los Planetas
se le daba carta blanca para que comentase lo que se suponía que iban a ser una
serie de vídeos de su elección. Sin embargo, él optó por una jugada más de
colocar a sus fans (que eran, básicamente, quienes llenaron la sala de
proyecciones) contra la pared y meterles “La sociedad del espectáculo” de Guy Debord. Esto es, la película que el filósofo francés realizó en 1973 tras
editar el libro con ese mismo título y que se considera el estandarte del
situacionismo. Un filme bastante radical y con unas ideas muy interesantes
tanto a nivel de filosofía política de la revolución como de teoría del arte y
la sociedad y del que, no obstante, luego no habló prácticamente nada. En un
coloquio que fue moderado por mi compañero Víctor Lenore se habló más del indie
en España, de Los Planetas y de la visión de la política actual que tiene J
(con un discurso tan peculiarmente articulado como el que desarrolla aquí). En
cierto modo, en su actitud se dan la mano el anarquista escéptico, el
revolucionario de salón, el pasota acomodado para el que el mayor acto de
resistencia es decir “yo me bajo del tren y me quedo debajo de la parra al
solete con mi guitarra”, el idealista que roza lo ingenuo y el pensador lúcido
que lo clava, por ejemplo, cuando afirma que Telefónica es la Estrella de la
Muerte a la que hay que combatir. Algunas consideraciones que me llamaron la
atención:
-Pese a que Lenore le
intentaba tirar de la lengua para que lo desmitificara, sigue creyendo en el
indie español de los 90 como un movimiento que tuvo peso político, incluyendo
sus propios discos desde el principio. Dice que en el “Súper 8” había varios temas con una
intención social clarísima, pero no señaló cuáles. Prefiere que el público lo
averigüemos por nosotros mismos.
-Considera que todas sus
canciones hablan, básicamente, sobre la imposibilidad del amor en la sociedad
capitalista moderna, y por eso su voz es un quiero y no puedo que casi no se
distingue entre toda la maraña sónica.
-“Los gitanos fueron los
primeros indies”
-Nunca en su vida ha votado. “No
vamos encima a votar a los que nos roban para decirles que nos parece bien”.
Y ahora os dejo, que voy a
fantasear un rato con que asisto a un concierto de Vinicio Capossela en una
taberna portuaria en Tesalónica con marineros, putas, borrachos y fumadores de
hachís, de repente todo el mundo se levanta a cantar y bailar, tras airear con
melancolía las penas de amores entre la niebla el furor etílico aumenta, los
cánticos empiezan a apelar a la revolución y, entre abrazos y besos, se lanzan
a las calles, y, de repente, en todo el sur de Europa está pasando eso mismo y
Ángela Merkel arde en cólera y dice que eso no se puede permitir y coge el
teléfono rojo y todos los gobernantes llaman al orden pero los antidisturbios
se contagian de la orgía general mientras les tiran rosas empapadas en alcohol, se quitan sus cascos y sus uniformes y se
ponen a bailar con el pueblo y se hacen hogueras en las plazas y una carcajada
gigantesca termina escuchándose en el planeta entero y...... riiiiiiiiiiiing!!!!!!!!!!!!!!!!!
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