Entrevista a Fernando Alfaro
Este jueves, Fernando Alfaro vuelve a tocar en Madrid. Será en el Neu! Club, teloneado por Sector de Agitadas. Aquí va la transcripción completa de la entrevista que salió ayer en La Luna de Metrópoli.
¿Qué tal los conciertos hasta el momento?
Los conciertos están siendo muy diferentes en cuanto a formato. He hecho algunos solo con guitarra, a pelo, sin amplificación ni nada, con Raül Fernández.., ahora en la Feria de Albacete voy a ir con batería y guitarra eléctrica, que es un formato que ensayé antes de grabar el disco hasta que rompí el brazo y se truncó. Aquellos conciertos al final los hice con el brazo escayolado y con Joaquín Pascual tocando la guitarra. El formato estándar es con banda al completo, Xabi Molero a la batería, el bajo lo toca Alfonso Alcalá y luego está Marcel Cavallé a la guitarra y teclados.
El repertorio que soléis hacer es el álbum actual al completo y, al final, temas de Chucho y Surfin' Bichos. ¿Es así?
Antes de sacar el disco tocábamos mucho material antiguo, pero ahora es el momento de este disco, y creo que es lo que la gente va a escuchar cuando va a verte. Además funciona muy bien en directo, que es algo que no pensaba, no sé si porque muchas canciones ya las tocaba antes de grabar, sino porque funcionan en todos los formatos. Supongo que reservaremos canciones más antiguas para el final. No sé si en Madrid será un problema porque ya tocamos en El Sol con un repertorio similar, pero es que, si soy sincero, tampoco hemos tenido tiempo de ensayar otras cosas. Además habrá gente que no nos vio e irá ahora. Aparte, cada concierto es distinto, no necesitas tocar todo diferente… No sé si me estoy convenciendo (risas).
¿Se te hace raro ver tus discos y conciertos anunciados con tu nombre y no al frente de una banda?
Ya me he acostumbrado. En la etapa de Los Alienistas fue como una fase intermedia, una especie de despojamiento. Igual que me he acostumbrado a tocar yo solo con una guitarra acústica. Yo me acuerdo, cuando empecé con Surfin’ Bichos, cuando veía a algún artista que iba a un programa de radio y sacaba la guitarra acústica para tocar un tema, pensaba que yo no podría jamás hacer eso, y además era una cosa que entonces se valoraba mucho. Ahora mismo es todo lo contrario, todo el mundo te pide que lo hagas y a mí ya no me cuesta. De hecho, el acústico ya se está devaluando. En un documental en el que voy a aparecer ya me han dicho que en acústico no, que es lo que todo el mundo hace.
Tu música siempre ha sido muy confesional, aunque muy metafórica también. ¿Negocias mucho contigo mismo hasta qué punto quieres sobreexponerte en las canciones?
Sí. Es muy complicado, porque hay otras personas implicadas. Supongo que los novelistas tienen dilemas de este tipo también. Cuando lo que creas es narrativo te basas no siempre en lo real. Y también contigo mismo. De todas formas, normalmente cuando eres sincero no te pones cortapisas. Pero ese es un planteamiento que te haces, aunque al final casi nunca lo cumples, porque si te autocensuraras no valdría la pena. Finalmente terminas soltando todo lo que hay que soltar y ya está.
¿Es cierto que estás pensando en escribir una novela?
Sí, pero está todavía en estado de monstruo prenatal. No podría ni explicar de qué va.
Has dicho que las películas y los libros a veces se sienten más intensamente que las propias vivencias de uno. ¿Has llegado a sentir que tu vida se convirtiese en esclava de tus propias canciones?
No sé si de las canciones, pero un riesgo muy evidente para los que nos dedicamos a esto es volverte un esclavo de tu personaje. Eso es muy peligroso, es algo con lo que he tenido que lidiar y a veces me ha cogido el toro. No se sabe muy bien si tú creas un personaje, o la gente, o lo creas tú en el imaginario de la gente y se convierte en una especie de excusa para según qué comportamientos. No sé si es eso o si todo forma parte del mismo juego, y creo que es más bien esto último. Construyes canciones y te construyes a ti mismo.
Una imagen muy comentada de "La vida es extraña y rara" es cuando dices “Fin de semana como el fin del mundo” (en "Camisa hawaiana de fuerza"). En el arte actual parece haber una obsesión muy grande con la idea del apocalipsis, bastante películas de este año tienen que ver con el fin del mundo. ¿Compartes tú esa obsesión?
Yo creo que es un poco consustancial. Ya en el año 1000 hubo todas aquellas profecías, hay una larga tradición de catastrofismo que se exacerba un poco en épocas de crisis. También en los años 50 y 60, sobre todo en EE UU, la paranoia nuclear que había. Hay que tomárselo con calma y con sentido del humor.
Hablando de crisis, el tema de Chucho “La mente del monstruo” se revaloriza ahora como canción indignada…
Sí, porque además no es una canción política sino de rabia, digamos, de rabia socioeconómica o incluso humanística. Rabia o incluso perplejidad, de ver gente que… no sé si es un talento o… yo creo que sí, hay gente con talento para ganar dinero a costa de quien sea como si fueran helicópteros o pájaros sobrevolando a un nivel en el que no me interesa estar nunca. Esa es su mentalidad, a mí me asusta un poco o incluso me sorprende que uno se pueda ganar la vida con eso. Sobre todo cuando tiene consecuencias sobre la vida de la gente, porque la riqueza es algo finito: el que la tiene es a costa de quien no.
Hace años un estudiante de teología hizo una tesis sobre las letras de Surfin’ Bichos. ¿Te descubrió muchas cosas sobre tus canciones?
Sí, sobre todo el hecho de haber tenido una educación católica y haber estado asimilando todos esos mensajes bíblicos sin que yo lo supiera en realidad. Es como si estuviese grabado en mi mente infantil como si fuera una cinta virgen, y a la hora de expresar todas las cosas que yo sentía entonces, no de forma automática pero casi, me salían frases, historias e imágenes con mucho de aquella educación. En aquel momento, mucha de la música que escuchaba era blues, góspel, country… y en toda la música norteamericana, donde la religión está tan introducida, hay una cercanía, las drogas también, entre la creación musical y las músicas de raíz. Todo eso era una especie de caldo de cultivo del que salían disparadas las canciones mías de entonces.
¿Existe un sonido Albacete?
Pues…. Creo que no. Vamos a ver, lo que hay es una serie de grupos y artistas que hemos salido de una especie de punto común, que fue Surfin’ Bichos y algunos grupos amigos nuestros de entonces, que compartíamos algunas referencias musicales y eso sí que ha generado una especie de comunión o algo así, incluso de sonido y de concepto en cuanto a letras. Supongo que también determinados climas o paisajes pueden conducir a ello, que te condicionen, pero luego hay grupos que no tienen nada que ver con lo que hacemos ahora. Hay muchos grupos en Albacete.