lunes, octubre 27, 2008

"El abogado del terror", de Barbet Schroeder. Retrato de un enigma.

Vergès. Jacques Vergès. El más polémico abogado de la historia se merecería una película y Barbet Schroeder ha tenido la habilidad de encontrarla. Su excentricidad, su egolatría, su lucidez y su aventurera biografía podrían haber dado para una gran peli de ficción, pero el director alemán ha preferido optar por un documental generoso en duración y en profusión de datos pero que, finalmente, ni encuentra (ni busca) ninguna conclusión, ningún juicio de valor. A medida que nos va apabullando con información, que avanza el metraje, las incertidumbres y los enigmas crecen, la confusión aumenta, y ahí radica gran parte de su encanto.

Varias entrevistas al propio Vergés se alternan con testimonios de gente que le ha conocido (sólo se echa en falta la de su primera esposa, la terrorista/heroína argelina Djamila Bouhired) e imágenes de archivo, pero el abogado, protagonista indiscutible, se limita a mostrar y ocultar lo que él quiere (sus secretos siguen siendo secretos) mientras que el resto de interlocutores especulan sobre ello. Lo más llamativo, sin duda, es la misteriosa desaparición de Vergès entre 1970 y 1978. Él sólo se limita a reconocer que apareció un par de veces por París de incógnito mientras que otras voces discuten sobre si estaba o no en Camboya con Pol Pot. En las entrevistas promocionales que se han hecho sobre el documental, muchos periodistas han preguntado al abogado sobre su paradero en aquellos años. Él siempre ha declinado responder a esa pregunta.

Una cosa que me fascina de la película es que no hay escenas de juicios pero, en los testimonios de gente que estuvo presente, debieron ser espectaculares según lo que cuentan del comportamiento de Vergès. Tampoco se centra demasiado en sus casos más famosos: no se habla de su intento de defender a Slobodan Milosevic y se pasa de refilón sobre su defensa de Klaus Barbie, dejando que sea uno de los mejores amigos de Vergès quien lo resuma todo en una sentencia: la idea era demostrar que Francia no podía condenar a un nazi porque ellos en Argelia habían utilizado los mismos métodos. Sí cede bastante espacio a sus relaciones con el terrorista alemán Carlos "El Chacal" y su amante-ayudante, Magdalena Kopp, dejando entrever que pudieron conformar un 'bizarre love triangle'.

Volvemos a Argelia. Ahí comienza la historia con la apasionada defensa de Djamila
Bouhired para trazar, en paralelo, una historia del terrorismo internacional iniciada en el marco de los movimientos de descolonización de los años 50 y 60 (términos, por cierto, el de "terrorismo" y el de "liberación nacional" o "lucha por la libertad", ambiguamente intercambiables en función de quién o cuándo los usa). Vergès aparece como personaje omnipresente mientras alrededor vemos todo tipo de conexiones que dejan en paños menores a todos los thrillers conspiranoicos de la ficción cinematográfica: nazis suizos y movimientos de liberación africanos, fundamentalistas islámicos, democracias occidentales, servicios de inteligencia del telón de acero..., todo un cristo geopolítico que desafía creencias y convicciones para marcarnos con un gran interrogante.

Finalizo con otro. En caso de que prosperase un improbable juicio post-mortem a Franco, ¿se ofrecería Vergès a defenderle?

Canción del día: "Muerte en Plasencia" (Klaus & Kinski)

Frase del día: "Definid o seréis definidos" (Thomas Szasz)

1 Comments:

Blogger Hematocrítico said...

Te devuelvo la exclusiva!
http://www.timesoftheinternet.com/espanol/780.html

8:31 a. m.  

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