martes, junio 17, 2008

El fantasma de la Transición

Mi primer famoso avistado fue Santiago Carrillo. Serían finales de los 70 y yo paseaba con mi madre por una de las calles principales de Torremolinos. Ella fue, en realidad, quien le avistó. Lo vimos al fondo de la calle, lo señaló y me dijo: "¡Mira! ¡Qué gracia!¡Aquel señor de allí es Carrillo, el político!". Él sostenía una truja en la mano mientras parecía charlar amigablemente con un grupo de hombres que estaban junto a él. "¿Quiénes son esos señores, mamá?", inquirí. "Deben ser los guardaespaldas", apuntó ella.

Me llamó poderosamente la atención. Acostumbrado a ver a los guardaespaldas de las películas, me extrañaba que los guardaespaldas de verdad se camuflasen como si fuesen colegas de su jefe. Falsamente, porque todo el mundo sabía que eran guardaespaldas. Por otro lado, y pese a mi inocencia de aquellos años, sí intuía que a ese señor había mucha gente con ganas de matarle.

Carrillo nos pilló observándole y miró hacia nosotros, a lo lejos, y sonrió. A veces todavía pienso que, con aquel gesto, el líder del PCE me sometió a un acto de hipnosis como los de los críos diabólicos de "¿Quién puede matar a un niño?". No recuerdo que me transmitiera los ideales revolucionarios inmediatamente. Dudo que aquella misma tarde me negase a entrar en un Mac Donalds o a que mis padres me regalasen un juguete fabricado en Taiwán. O un juguete bélico, que es lo que se llevaba en aquel momento. Ni siquiera creo que me arrepintiese de algo tan pijo como veranear en Torremolinos. O, quizás, de lo que se trataba era de celebrar que, por fin, las clases trabajadoras podíamos gozar de unas vacaciones como las que antaño sólo tenían los señoritos.

Quizá fue más una cosa de efecto retardado. Que aquella mirada dotase más adelante a mi vocabulario de términos como Plusvalía, Explotación o Lucha de Clases. Que me quedase con que Paracuellos era solamente una novela gráfica o, incluso, sugestión de las sugestiones, provocar que acabase trabajando para otro Santiago Carrillo.

En un futuro más o menos cercano, probablemente yo tampoco me acordaré. Solamente, tal vez, aquel fantasma de la Transición resurja como una pequeña imagen deformada en un espejo hecho trizas, de la que dudas si realmente llegó a existir en realidad. Y una voz retumbe diciendo: "Qué pena, David. Quién te ha visto y quién te ve".

Canción del día: "The House" (Cuchillo)
http://www.youtube.com/watch?v=99SbrERWm9k

Frase del día: "No quiero convertirme en un dinosaurio trasnochado" (Mikel Erentxun)

2 Comments:

Blogger Malicia Cool said...

yo tampoco quiero que se convierta en un dinosaurio trasnochado; ¡dicen que el vasco va bien armado!! (ya me entendéis...)

10:40 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Deivid tío, esmendrelleime de risa léndote, és un grande humorista!!!

11:10 a. m.  

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