"Antes que el diablo sepa que has muerto", de Sydney Lumet/ "La familia Savage", de Tamara Jenkins. Dos caras de la disfunción.
Hay, en principio, tres puntos en común en estas dos pelis que coinciden por los pelos en la cartelera. La más evidente es la presencia en ambas de Philip Seymour Hoffman, probablemente el mejor actor estadounidense del momento. En ambas también, comparte protagonismo con su hermano/ hermana y tiene que lidiar con un padre chungo que le jodió la vida y es el responsable de que se haya convertido en un cuarentón lleno de problemas. El tercer punto de encuentro es que, en ambos casos, el guión está escrito por mujeres: Tamara Jenkins y la debutante Kelly Masterson. Sin embargo, los acercamientos que hacen ambos filmes al ya sobadísimo género de las familias disfuncionales son radicalmente diferentes.
"Antes que el diablo sepa que has muerto" oculta, en un principio, que se trate de un drama familiar de tintes shakesperianos y lo disimula con una trama de cine negro/ policial de tinte misántropo y pesimista: todo sale mal, todos los personajes están condenados al sufrimiento, no hay redención posible. La relación entre Hoffman y su hermano (Ethan Hawke, de un histriónico insoportable) es similar a la del serial "Hombre rico, hombre pobre", con una mujer de por medio (Marisa Tomei, más carnal que nunca) que no contribuye precisamente a que las cosas mejoren. Apoyada por una narración no lineal, al estilo "Reservoir Dogs", y un estilo seco, la joven Masterson ofrece a Sydney Lumet una cuasi obra maestra (Hawke lo evita), justo cuando su tocayo Pollack le ha otorgado el puesto de último superviviente de una generación y una forma de hacer cine.
"Los Savages" entronca más con lo que son ya ciertos clichés del cine indie: drama-comedia familiar de tono negro y un tanto esperpéntico. No en vano, uno de los productores ejecutivos es Alexander Payne. Hay cierta similitud con su cine, también (aunque bastante menos) con Wes Anderson y, un poco más, con el Noah Baumbach de "Una historia de Brooklyn". En la historia de dos hermanos cuarentones (esta vez a Hoffman le da la réplica la siempre estupenda Laura Linney) forzados a encontrarse para cuidar de su padre enfermo se apuntan ideas. Son, también, dos personajes de vida estropeada, pero la visión de Tamara Jenkins es bondadosa:busca salvarlos porque son buena gente y sólo quieren comportarse de un modo en que no la caguen más.
El tema es que se apuntan bastantes cosas, pero ninguna de ellas se termina de explicar bien: no sabemos por qué ambos personajes llegaron a su situación actual, qué pasó con su madre o por qué decidieron dedicarse a la vida intelectual. De hecho, lo más interesante que se sugiere es por qué dos personas inteligentes y cultivadas, a las que sólo les va bien (o medio bien) su vida profesional pero son un puto desastre en otros terrenos personales, se las arreglan para afrontar una situación familiar delicada. Luego hay ciertos guiños a la cultura del espectador, con referencias al teatro brechtiano (Hoffman es experto en él y se sugiere que ve la vida con la misma distancia y renuncia a la emotividad) y la perspectiva más emocional de Linney. En realidad, es algo que está tan metido con calzador como lo del experto en Proust de "Pequeña Miss Sunshine". Película con cosas estimables y otras fallidas cuya mayor baza es, sin duda, la pareja protagonista, pero que aporta pocas cosas relevantes al género.
Canción del día: "Lights Out For Darker Skies" (British Sea Power)
http://www.youtube.com/watch?v=MyTiPsaqmto
Frase del día: "Las mujeres están utilizando su sexualidad como un elemento de construcción de su personalidad y eso les hace superiores. De hecho, consideran que la relación con el hombre no es un fin, sino un instrumento para transformar la relación que tienen consigo mismas" (Alain Touraine)
4 Comments:
Ahora si... Un "hurra" por Lumet, si señor. Narración fragmentada en diferentes "flash-backs", estilo sobrio y directo, estupendas interpretaciones...
Vale que Hawke no está para tirar cohetes, pero es que Seymour Hoffman y (sobre todo) Albert Finney lo bordan.
Si a eso le sumamos la secuencia de inicio, con Marisa Tomei recibiendo lo suyo (hala, ya está; al final me he soltado), ¿qué nos queda? Pues un peliculón casi perfecto, oyes.
Se me había olvidado hablar de Albert Finney que, cierto, está tremendo.
Uy, qué razón tiene el Touraine este! Recuerdo cuando yo tenía parejas diversas, de jovencita, y mi padre me decía: "¡Los hombres no son un medio, son un fin!", porque, claro, si mi madre hubiera pensado y practicado lo mismo a él, magistrado, se le habría caído el chiringuito...
May him rest in peace...
Saludos
Vaya peliculón! Y lo de más carnal que nunca...¿te refieres a que sólo la saca en bolas el pilluelo de Lumet? Y a mí Ethan Hawke me gustó. Qué mal rollo, David!
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