Lo que dice Nando Cruz del concierto de ayer de Springsteen
(www.elperiodico.com)
La medicina era la música
El espectáculo de Springsteen evoca las caravanas que en los años 20 vendían brebajes milagrosos
A principios del siglo XX corrían por Estados Unidos unos espectáculos ambulantes conocidos como medicine shows cuyo principal objetivo era endosar al público brebajes de dudosa capacidad curativa. Los empresarios contrataban magos, hipnotizadores, domadores de fieras y todo lo que hiciera falta para atraer a la gente de cada pueblo y predisponerla a gastar el dinero en aquellos remedios milagrosos. Otro de los ganchos principales de esas caravanas era la música y cuanto más adinerado era el empresario, más numerosa era la banda que actuaba.
La actual gira de Springsteen revive, en cierto modo, el espíritu de aquellos medicine shows. Y, qué duda cabe, esta banda sería el sueño de cualquier vendedor de jarabes y ungüentos de antes o después de la gran depresión de 1929. Sabido es que cuando Bruce sale de gira lo hace con todas las de la ley. Y con estos 17 músicos se ha decidido a transformar aquel sonido famélico y sin amplificar de principio de siglo en un apabullante espectáculo musical donde todo está perfectamente planeado para dar un aspecto perfectamente casero: desde el vestuario de la banda (tirantes, pañuelos rojos al cuello, sombreros, corbatas, levitas) hasta aquel juego de llaves usado como elemento percusivo.
Springsteen ha casado la ligereza acústica del folk con la musculada y arrolladora energía de las big bands de jazz. Blancos y negros remando en el mismo barco y con un mismo destino; como la E Street Band. Mitad concierto y mitad circo. Mitad comunión religiosa y mitad teatro. Bruce siempre defendió estas dualidades del rock. Pero ahora ha conseguido algo mucho más importante: el disfraz escénico más brillante de las últimas giras, ya que es la primera vez que sale a la carretera sin la E Street Band y ni se la echa en falta.
VERSIONES IRRECONOCIBLES
Como en aquellos espectáculos ambulantes, anoche hubo mago, hipnotizador y domador de fieras. Todos eran la misma persona. No hace falta dar el nombre. Él se sacó de la chistera versiones irreconocibles de su cancionero, él hizo cantar gospel a personas que jamás han pisado una iglesia y él hizo callar a 9.000 personas con un dedo. Otro de los momentos más esperados en aquellos medicine shows era la aparición del mordedor de serpientes. A eso ya no se atrevió Springsteen, pero remató una de las canciones con un solo de tuba --¡un solo de tuba!-- y la imagen fue bastante similar.
Al final del concierto, todo bicho viviente estaba dispuesto a dejarse la paga en productos curativos del doctor Springsteen. De hecho, cada vez que los fans españoles respondían con esos festivos "oé, oe, oé, oé, oé, oé" y esos terroríficos "Bruce, Bruce, Bruce" le estaban confirmando que sí, que comprarían todo lo que él pusiera a la venta: catálogos de gira, pósteres, camisetas, consignas sociopolíticas... Pero, en realidad, anoche no había truco ni timo. Anoche, la medicina curativa era la propia música. A nadie se le ocurriría pedir que le devolviesen el dinero después de tan impecable espectáculo.
De la crónica principal del concierto, de Rafael Tapounet, me quedo con lo siguiente y me la quedo como frase del día:
Resultó casi hasta entrañable que alguien del público gritara "¡comunista!" después de que el autor de Born in the USA presentara We shall overcome como "una de les millors cançons de protesta política de tots els temps".
Canción del día: "Minimal Shit" (Manic Mind)
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