martes, enero 27, 2009

"Man On Wire", de James Marsh. El arte por el arte, hasta sus últimas consecuencias

"Para mí, es realmente muy simple: la vida debería ser vivida en el filo. Tienes que ejercer la rebelión. Para rechazar atarte a las normas, para rechazar tu propio éxito, para rechazar el repetirte a ti mismo, para ver cada día, cada año, cada idea como un verdadero desafío. Entonces vivirás tu vida en la cuerda floja".
(Philippe Petit).


"Cada día para él era una obra de arte".

(Annie Allix, pareja de Philippe Petit).


En plena era dorada del documental moderno,
"Man On Wire" -estrenada en casi todas partes en 2008, y que se supone que debería llegar a las pantallas españolas en algún momento de este año- se erige, desde ya, en uno de sus más logrados referentes. Como está sucediendo en lo mejor de este género, la historia es tan increíble y la forma de narrarla tan personal que uno llega a dudar de hasta qué punto es un documento real o es una historia de ficción a la que se da apariencia de documental. Para rizar el rizo, alterna los testimonios y las imágenes de archivo con otras reconstruidas, pero no con esa cutrez típica del docudrama televisivo, sino con verdadero estilo cinematográfico.

Philippe Petit, protagonista de la historia, es también un gran personaje, de amplio calado cinematográfico: un funambulista francés que, a principios de los setenta, decidió caminar sobre una cuerda entre las dos torres de la catedral de Notre Dame, el puente del puerto de Sydney y, como gesta máxima, las Torres Gemelas. En esta última hazaña se centra el documental, que narra con todo lujo de detalles los preparativos del asalto: un atentado artístico, una performance, una exhibición de fanfarronería, una obsesión demente o una declaración vital de principios que, con un frenético sentido del ritmo, se pone en escena de una forma análoga a las grandes pelis de atracos perfectos. No en vano, se definió el épico intento de Petit como "el gran delito artístico del siglo XX". Delito no por ir contra el arte, sino por ir contra la ley.


Viendo la peli, escuchando los testimonios de sus amigos colaboradores -que, lógicamente, llegan a plantearse cuál debe ser su posición moral ante la obsesión suicida de su colega y cuál es su papel en relación a Petit- y pensando en la sucesión de acontecimientos, uno termina por plantearse cuál es el precio máximo que se debe pagar por buscar, aunque sea de la forma más absurda, lo que se considera la belleza máxima. Por bailar sobre los cielos mientras en tus oídos pareces escuchar las "Gymnopedies" de Erik Satie. Y qué te queda después de eso.


Mil gracias al Alto por dármela a conocer.


Canción del día: "Gallery Piece" (Of Montreal)

Frase del día: "No hay nada más bonito que sacar a bailar a una chavala y decirle '¿eres de aquí o vienes a la fiesta?'" (Xurxo Souto)

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Mil de nadas :D

Mi momento favorito del documental: cuando Jean-Louis Blondeau relata las consecuencias que acaba teniendo el episodio de las Torres Gemelas en su amistad con Philippe Petit.

11:30 p. m.  
Blogger Hematocrítico said...

El Hemato también te la recomendó, my friend! Y no sé si ya has visto King of Kong, pero prepárate a que te peten!

11:56 p. m.  
Blogger David said...

Debo decir que me encontré con la entrada del Hemato justo después de ver la peli. ¡Cómo somos los blogueros!

Eso sí, en completo desacuerdo con tu odio hacia "Planeta imaginario": tras clickear en tus enlaces acabo de redescubrir lo flipante que era ese programa!!!

Me quedo al loro de "King Of Kong"

12:08 a. m.  
Blogger Hematocrítico said...

Flipante es la palabra

9:00 p. m.  

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