"Las horas del verano", de Olivier Assayas. En algún lugar lo perdimos todo.
Voy a saltarme una frecuente autoprohibición y voy a comenzar contando el final. Una chica adolescente celebra una fiesta con sus amigos en una casa de campo. Un plano secuencia va siguiéndola: colocan la música, busca a alguien, los chicos ponen un tema de hip-hop y las chicas se lo quitan para poner una de pop y cantar y celebrarla todas, ella sale fuera de la casa, más chicos retozan por ahí, llega a un estanque donde algunos se bañan. Juventud y naturaleza. Ella le pregunta a su noviete si no tiene frío, se encariñan un poco y de repente ella le da la espalda y se queda mirando, melancólica, al vacío. Ella cuenta cosas de su abuela, de lo que hacía en aquella casa. La casa se venderá en breve, su abuela ha muerto. El chico, inexperto aún ante las cosas de la vida (¿alguien lo es en algún momento?) no sabe qué hacer para consolarla, pero de pronto corren de la mano y saltan un muro mientras la cámara lo sube con ellos a lo "Ciudadano Kane".
En esos escasos minutos se condensa todo el encanto de "Las horas del verano". De hecho, todo el resto de la película es un soberano coñazo cuya única función parece ser la de prepararnos para ese definitivo momento poético. Olivier Assayas (cuyo nuevo título recuerda tanto a "Finales de agosto, principios de septiembre", aquel film del que, confieso, sólo recuerdo el título y la tremenda revolución interior que me afloró al descubrir a Virginie Ledoyen) se centra, con una narrativa bastante decimonónica, en los pequeños conflictos entre un grupo de hermanos al tener que gestionar la herencia de su madre, súbitamente fallecida. En ese aspecto, el director fancés se hace tedioso, obvio, previsible y adusto.
Recientemente leía en la revista "Vice" dos entrevistas bastante reveladoras. En una de ellas, el guionista y director Charlie Kaufman hablaba sobre el hecho de conseguir que el arte plasme bien los mayores miedos y fragilidades del hombre. En otra, Mike Leigh critica a Hitchcock porque éste decía que el público no quiere ver a mujeres fregando o cosas que nos recuerden a nosotros mismos. El director de "Secretos y mentiras" lo contradice opinando que precisamente la gente quiere verse reflejada con la mayor fidelidad posible. En otra revista, alguien comentaba que la familia es el tema más de moda en los festivales de cine de este año.
Viendo "Las horas del verano" me acordé, a la vez, de todo eso y de otras cosas diversas que me gritan en los espejos deformantes de mi cabeza. El malestar que me ha producido me hace ir directamente en contra de las palabras de Kaufman y Leigh y rechazar por definición cualquier tipo de película que trate sobre la familia. En realidad, rechazar cualquier peli que no nos diga nada nuevo sobre la vida, que no nos desafíe, revolucione, anime, dé respuestas o plantee preguntas. Cualquier peli que sólo nos refleje en un espejo para tocarnos los cojones y recordarnos lo mezquinos que somos me parece una irrelevante pérdida de tiempo.
"Quería hacer una película sobre la transmisión del pasado y de la manera que las cosas ocurren en un flujo, que es la dinámica de la vida", dice Assayas. "Intento controlar aquello que me hace recular, como por ejemplo el apego sentimental y natural a un lugar o historia. Pero el flujo de la vida, que trae cambios, es mucho más verdadero y profundo que la melancolía que sientes cuando miras al pasado". Eso es lo que cuenta en el plano-secuencia final. Diez minutos le habrían bastado para decirlo todo.
Canción del día: "Who Knows Where The Time Goes" (Fairport Convention)
Frase del día: "Los problemas están inherentemente dentro de uno mismo, de la sociedad y la familia. La paz no es el producto de la destrucción del mal" (Hayao Miyazaki)
2 Comments:
Me gusta mucho la canción del día!
esta peli está llena de detalles, matices y tramas implícitas... no te creas que es sólo un coñazo
que cueste digerirla un poco más que el 99 % del resto de pelis que hay en la cartelera, no significa otra cosa que assayas se ha atrevido con un relato a nivel estructural, de contenido y de estilo mucho más arriesgado que casi todos sus pares...
es la mejor peli que he visto en el año (y he visto varias)... bueno, mis respetos,
alejandro
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