"Caos calmo", de Antonello Grimaldi. La vida después.
Me atraía y, al mismo tiempo, me provocaba bastante repelús acercarme a esta película por las aparentes similitudes con "La habitación del hijo". Aquel film de Nanni Moretti reflejaba con bastante inspiración los vaivenes existenciales que asolan a una familia tras la muerte inesperada de su hijo, poetizados con música de Brian Eno. Es una temática dura, una de las que más: el cómo saber perder y cómo reaccionar y reconducir tu vida después de un golpe de ese tipo.
El personaje que interpretaba el propio Moretti podría ser el mismo que protagoniza "Caos Calmo" donde, de nuevo, es actor principal, además de co-guionista y una pieza tan fundamental en el engranaje que algunos le han atribuido incluso la autoría de la peli por encima del propio Grimaldi. Profesional liberal, hombre honrado y bondadoso, (aparentemente) buen marido y buen padre cuya estabilidad vital se ve condenada a la zozobra y al cuestionamiento de las cosas. Según él, "La habitación del hijo" "describía la fragmentación de un núcleo familiar a la muerte de un chico, mientras que en "Caos calmo" se habla del nacimiento de una relación nueva entre padre e hija. La gran diferencia reside sobre todo en la reacción de las dos familias con la muerte de sus personas queridas".
Es importante señalar que "Caos Calmo" surge de una novela de Sandro Veronesi. Añade Moretti que su personaje en esta peli, Pietro Paladini, "es una persona que ha decidido dar nueva importancia a las cosas que pertenecen a su vida y, sobre todo, establecer una nueva escala de valores para todo aquello que integra su existencia". Añade Grimaldi que le habría gustado contar la larga espera de su personaje recogiendo "lo que está tan bien contado en la novela: la desorientación de los hombres contemporáneos ante la imposibilidad de elaborar un luto, sin poder confiar ni en una tradición religiosa ni en una tradición laica".
El visionado, siempre con Paladini-Moretti como figura central en torno a cuya cabeza va sucediendo todo, transmite bastante bien la sensación que se desprende del título. En su obsesión por reconducir su vida siendo ante todo un buen padre, se convierte en un personaje que, en calma permanente, adquiere el hábito de vivir sentado en el banco que mira hacia la ventana del colegio de ella. Mientras los personajes que hay a su alrededor se presentan como peonzas desquiciadas -algunos con un extraño trazo surrealista, como la esposa de su compañero de trabajo que, compulsivamente, suelta las mayores borderías y luego parece no acordarse-, él les transmite tranquilidad y se encomienda a la secta de los abrazos gratis.
Pero, claro, la procesión va por dentro. Mientras entretiene/ maltrata a su cabeza haciendo listas de cosas (hola, Isabel Coixet; hola, Nick Hornby) o mientras se sorprende haciendo actos ilógicos, el desequilibrio, la zozobra interior, se va haciendo cada vez más patente.
Se me olvidaba comentar otra importante diferencia con "La habitación del hijo", y es el punto de partida. No asistimos a la muerte de la mujer, no vemos ese momento. Cronológicamente, sucede en la primera secuencia, pero lo que nos muestra la película es lo que está ocurriendo en ese instante en otro lugar: una playa en la que Paladino salva de morir ahogada a una desconocida. Por eso la obra habla fundamentalmente de la posibilidad de una nueva vida después de la muerte y, como metaforiza en unas palabras que su hija aprende en la escuela, de lo reversible y lo irreversible, de los palíndromos de la existencia humana.
Y, sí, también hay una escena de sexo muy comentada.
Y canciones de Radiohead y Stars, aunque la elección de estos últimos, "Your Ex-Lover Is Dead", caiga demasiado en lo obvio. No obstante, valga como canción del día.
Frase del día: "Nunca hice el menor esfuerzo por impresionar a Andy Warhol. ¿Qué me importaba? Los que me encantaban eran los pre-rafaelitas, que son probablemente precursores del pop" (Sterling Morrison, de The Velvet Underground)
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