"Asuntos privados en lugares públicos", de Alain Resnais. Elegía por los amores perdidos.
Por una vez, los tituladores españoles casi aciertan. "Asuntos privados en lugares públicos" suena bastante mejor que el original francés "Coeurs". Lástima que, al haberlo traducido en realidad de la obra de teatro británica en que se basa, hayan reculado al cambiar el "Miedos" que dice en su título real, por "Asuntos" (???)
Dicha la rajada, la última película de Alain Resnais engaña. Bajo la apariencia de comedia coral más o menos ligera, incluso repitiendo con alguno de los actores que ya salían en "On connait la chansón", se ocultan otras cosas bastante más desasosegantes.
El origen teatral se deja notar y lastra la película que, además, es bastante irregular. Hay recursos humorísticos especialmente burdos, como todos los que tienen como protagonista al personaje de Sabine Azema: una mujer ultra religiosa con una poco creíble doble vida. Por otro lado, los espacios en que se ambienta, lugares de diseño tan modernos que parecen irreales -un poco como los de "Playtime", de Jaques Tati, pero sin satirizarlos- me parecen también poco convincentes, como si quisiesen establecer una relación entre la modernidad y el aislamiento o la falta de comunicación que peca de perezosa y tópica.
Lo que más me ha gustado es cómo, a medida que avanza, te va atrapando. Como si la nieve infinita que nunca deja de caer sobre París te fuese helando poco a poco. Se observan de forma más o menos voyeurista las vidas cruzadas de seis corazones en invierno: diferentes personalidades que muestran una cara en público y ocultan un monstruo (o no) interior, que emprenden diferentes estrategias (más o menos patéticas, más o menos tiernas, más o menos desesperadas) para poner fin a su soledad y, puntilla, saben que el tiempo se les ha ido de las manos y cada vez les queda menos.
De Resnais, que pronto cumplirá 86 años, se dice, al igual que de Eric Rohmer, que hace un cine increiblemente joven, pero la diferencia entre ambos es que el director de "Hiroshima, mon amour" y "El año pasado en Marienbad" se muestra mucho más preocupado por lo que le sucede a personajes en la segunda o tercera edad. O a personajes jóvenes (Gaelle-Isabelle Carré, en este caso) que sienten que su corazón envejece. No hay una mirada nostálgica a la belleza y las ilusiones de la juventud, a esa sensualidad y esa inocencia que tan bien representa Rohmer. En los personajes de este último, se adivina un futuro por delante en el que las cosas irán bien porque se ha aprendido de los primeros errores. Para este Resnais, las oportunidades se han acabado, están a punto de morir sepultadas bajo una nevada eterna. Por eso los asuntos son miedos.
Con su habitual lucidez, mi crítico de cine favorito se preguntaba si hay aquí un homenaje a "Dublineses" de John Huston (quien la haya visto, o haya leído la novela de Joyce, sabrá por qué) y si Resnais estará previendo la inmediatez de su muerte. Por fortuna, al menos sabemos que no ha pensado en ésta como su última película y que tiene en preproducción un nuevo film, "Les herbes follies".
Pero, circunstancias del azar, horas después de ver la peli leí la noticia del fallecimiento de Alain Robbe-Grillet, guionista de "Marienbad".
Canción del día: "Palabras célebres" (Tachenko)
Frase del día: "Nadie podrá decir que nosotros hemos mentido" (Eduardo Zaplana)
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