martes, febrero 10, 2009

"Vals con Bashir", de Ari Folman. El horror, la culpa y la memoria selectiva.

Se ha hablado bastante del sentimiento de culpa y de vergüenza nacional que ha imperado en Alemania después de la derrota del nazismo, algo que vuelve a estar vigente en una película como "El lector", de una complejidad moral muy poco habitual en Hollywood. La culpa por las atrocidades cometidas y, lo que es más difícil, las estrategias para que eso no te interfiera en una vida que posteriormente intentas normalizar, es un tema con bastante intríngulis que difícilmente forma parte de, digamos, un debate nacional. El rechazo en España a la memoria histórica, sin ir más lejos, es un buen ejemplo.

La culpa es jodida, y más cuando el dilema ético que se plantea podría ser el del que ve pero cree que no ve, consiente cerrando los ojos e intentándose convencer de que no sabe. Y, años después, se intenta convencer de que aquello no ha pasado. En Israel, por lo poquísimo que puedo saber y por lo que intuyo, no existe ese debate nacional ni esa culpa que sí existe en Alemania. Y ahí radica parte del atractivo de "Vals con Bashir": en atreverse a identificar los actos de las tropas israelíes en el Líbano en 1982 con el holocausto y, además, ponerlo en primera persona en boca del autor y del protagonista de la historia.

"He rodado "Vals con Bashir" desde el punto de vista de un soldado cualquiera, y solo puede concluirse que la guerra es terriblemente inútil", dice Ari Folman. "No tiene nada que ver con las películas estadounidenses. No tiene nada de glamuroso ni de glorioso. No son más que hombres muy jóvenes, que no van a ninguna parte y que disparan contra desconocidos, les disparan desconocidos, y que vuelven a casa intentando olvidarlo todo".

Hay en esta idea tanta honestidad como cinismo. ¿Realmente puede utilizar como justificación un chaval de 18 años que está en el frente que no sabe nada: que no sabe por qué está allí, dónde está, a quién tiene que disparar y por qué motivos? ¿Se es realmente inconsciente del absurdo? ¿Se es tan ignorante de todo, y más en el caso de personajes que, como se ve luego en la peli, estarán formados, tendrán estudios y trabajos de responsabilidad? ¿Hay alguna justificación para que tengas que obedecer ciegamente todo tipo de órdenes? Parece que Folman, prestigioso documentalista israelí, intenta penetrar hasta el fondo de todo ello sin gustarle demasiado lo que ve.

El punto de partida ya tiene su cosa: a partir de una pesadilla que le cuenta un amigo, a Folman le afloran cierto tipo de cosas que tenía ocultas en la memoria. Como si su intervención en la guerra del Líbano hubiese sido un mal viaje de drogas o una cogorza descomunal, no se acuerda de nada. Su mente activó los mecanismos para borrar aquella información, para poder seguir viviendo en paz como un profesional liberal acomodado, padre de familia, etc., para no sentirse eternamente como un miserable hijo de puta. Entonces decide ir a interrogar a otros compañeros suyos en aquella guerra para reconstruir la verdad y, tal vez, exorcizar sus demonios.

Puede haber cosas en "Vals con Bashir" que remitan a un género de novela gráfica muy en boga: el que combina autobiografía e historia, generalmente asociado a acontecimientos bélicos traumáticos. Pero su logro es la combinación de esa perspectiva con la del documental, también con una visión diferente. "Vals con Bashir" no es solamente un (¿el primer?) documental animado: es una película animada sobre cómo se hace un documental. Folman se sitúa a sí mismo como protagonista principal y nos va mostrando cómo contacta con los diferentes testigos, muestra sus testimonios y, a partir de ahí, reconstruye sus recuerdos. Es un genial hallazgo técnico: al poder prescindir de la imagen real y de las imágenes de archivo, todo se sitúa en el mismo plano: presente, pasado, detalles reales y alegorías surrealistas en una combinación de tanto impacto como belleza desoladora. La animación de David Polonsky consigue parecer más real que la propia realidad sin tener que recurrir a planteamientos veristas. Y no olvidemos tampoco la música de Max Richter y la hábil utilización de algunas canciones para darle un valor añadido.

Pero, más allá del viaje a los infiernos del protagonista y de la condena de ciertos hechos históricos (muy oportuna, pues hoy día se siguen reproduciendo, como todos sabemos), lo que más me flipó de "Vals con Bashir" son esos pequeños momentos, esas sensaciones extrañas que recuerdan los protagonistas y que son tratados con una desarmante combinación de sensualidad y desasosiego: la sensación de ir en un tanque por parajes hermosos, hacerse el muerto en el mar durante la noche, escuchar "Enola Gay" en un barco antes de ir al frente, volver a la ciudad en el primer día de permiso, quedarse pillado con el panel de destinos comerciales en el aeropuerto de Beirut ajeno a su bombardeo... Momentos tremendos que ayudan a engrandecer la que, cuando parecía que en ese género estaba todo dicho, debe ser ya considerada una de las mejores películas antibelicistas de la historia.

Canción del día: "This Is Not A Love Song" (PiL)

Frase del día: "Todos tenemos la fuerza suficiente para soportar el dolor de los demás" (Susan Sontag)

2 Comments:

Blogger o fabricante said...

hola david, son dani, o irmán de gonza e amu... ten moi boa pinta o documental, xa se estrenou en españa? estiven vendo a cartelera de coruña e non o atopei... por certo, encantoume "slumdog millionaire".

11:35 a. m.  
Blogger David said...

Ola, Dani! A peli estréase o 20 de febreiro (espero que en Coruña tamén, ainda que iso xa veremos).
Unha aperta.

12:25 p. m.  

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