Prismáticos, tomavistas y móvil con cámara: la verdadera Transición
Ahora que nos están dando tanto la brasa con eso de los 30 años que llevamos de (presunta) democracia y lo de ay-cuánto-hemos-cambiado-desde-entonces, me gustaría reflexionar sobre una transformación que me parece muy significativa.
Todo comenzaría con la altísima conmoción social que el fenómeno del destape provocó en la España post-landista: una ola de modernidad y libertad para la que la cultura hispana más atávica (picaresca clásica + Pajares y Esteso + en una perspectiva posmoderna tras el crecimiento económico, Torrente) nunca estuvo preparada. O, al menos, no para tomarla con seriedad o naturalidad. Pese a los esfuerzos turísticos de la época y la posterior entrada en el Mercado Común europeo, nunca fuimos -ni estaremos cerca de ser- suecos.
La llegada del top-less a las playas y, muy posteriormente, del nudismo, se percibió en los sectores menos conservadores (los otros directamente clamaban a Franco para que resucitara con una escopeta y los mandara a todos al infierno al tiempo que se pajeaban a escondidas) como algo pintoresco, una frivolidad de tintes berlanguianos con inmensas posibilidades cómico-babosas. La aparición del voyeur con prismáticos, por ejemplo, fue de las más generalizadas.
Ya bien entrados los 80, creo que era Paolo Salvatore el que cantaba "Mi mamá no quiere ir a la playa de nudistas/ pero yo sí quiero ir con sombrero y tomavistas". Aquella inocencia de canciones del verano tipo "María Isabel" ya se había muerto con Bambi. La idea expresada en la canción es clara: ay qué risa, qué cachondeo, qué truhán soy que voy por ahí filmando a las tías en bolas. Y además, en vez de mallarme a hostias o denunciarme, me van a reir la gracia.
Si la idea de que la evolución tecnológica (y, sobre todo, su abaratamiento) está para servir al ciudadano, la cosa ya se disparó hasta el paroxismo en los 90... con sus efectos secundarios. Efectivamente, nuestra ya asumida condición de 'sujeto libre pero susceptible de ser espiado por un voyeur' se implanta de forma paralela a la idea (hegemonizada por los programas tipo "Gran Hermano" pero comenzada antes) de que la cultura de la fama se ha democratizado tanto como la tecnología. De forma paralela también al título antes citado (Orwell, recuerden), todos somos sujetos permanente observados. Al tiempo que Google Maps te puede filmar vía satélite en plano general mientras te haces un canuto o tomas el sol en bolas (por ejemplo), cualquier indocumentado puede hacer lo propio en plano corto y a pie de playa, móvil en mano, en plan "Salvar al soldado Ryan". Y luego colgarlo en internet sin que uno se dé cuenta.
No, no es una paranoia apocalíptica: es real. De hecho, desde hace dos o tres años ya hay voces de alarma sobre esto. Alguna, incluso, ha sugerido prohibir que se acceda a las playas y piscinas públicas con teléfono móvil (algo del todo imposible porque, ¿qué van a hacer?, ¿poner a seguratas en cada playa para cachear al personal? ¿Y no sería más peligroso ver las playas llenas de seguratas que te cachean?). Visto lo visto, todos estamos desprotegidos (o, en el lado contrario, podemos presumir de que nuestra foto sea tan vista como las de Elsa Pataky en el Interviu, jaja). Dicho de otro modo: ahora todos somos famosos potenciales o paparazzis potenciales en el gran espectáculo del mundo. Orwell y Guy Debord no se lo habrían creído. Arévalo y Torrente tampoco.
Y hoy paso de hablar de las posibilidades que da el Youtube, porque eso ya es un desfase completamente inabarcable para este ya largo post.
Canción del día: "Sisters Of Mercy" (Leonard Cohen)
Frase del día: "No he hecho nada especial para tener éxito" (Isabel Preysler)
3 Comments:
Hace unas semanas la prensa española se hacía eco del caso de una atleta americana en edad escolar, que se había convertido en un fenómeno del universo blog. La chica sencillamente había colgado en la red videos e imágenes de sus actividades. Por casualidad, un conocido blog deportivo divulgó sus fotos adulando su belleza, y ahora están en todas partes con comentarios que a sus padres no les han gustado demasiado: la tienen encerrada en casa.
Ups, ¿le habrá sucedido lo mismo a la amiga del Pagafantas? (A él ya sabemos que no lo castigan sin salir de casa, que fue al Festimad, jajaja)
Supongo que Carlos se refiere a esta chica:
http://francisconixon.blogspot.com/2007/06/allison.html#links
Ahora nos tenemos que ver a escondidas
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