martes, abril 29, 2008

"La Duquesa de Langeais", de Jacques Rivette. Libertad antimoderna.

El viejo Rivette vuelve a la carga cinco años después de "La historia de Marie y Julien", y lo hace adaptando una novela de Honoré de Balzac, de puro amour fou decimonónico. "No toques el hacha" (como se titula originalmente) narra la dramática historia de amor entre Armand de Montriveau -un general napoleónico en la época de la Restauración- y la Duquesa Antoinette de Langeais. Ante la evidencia del deseo del general, la Duquesa comienza un juego de seducción calculada, rechazando siempre al hombre, pero también nadando y guardando la ropa ante la hipocresía social de la época. La consecuencia, sin embargo, es que lo único que consigue es enfurecerle hasta que él decide tomar medidas algo más radicales.

La narrativa es lenta, muy académica y bastante teatral (aunque no tanto como en las pelis históricas de Eric Rohmer, considerablemente más ladrillo). Hay, sin embargo, sutilísimos detalles de humor en las acotaciones que se van introduciendo a lo largo de la historia -igual que si se tratase de un film mudo- y en el tratamiento del ritmo y la planificación que, ha reconocido Rivette, forman parte de lo que pretendía con la adaptación: "Desde muy al principio, nuestro objetivo, aunque pueda sonar fantasioso, fue trasladar la escritura de Balzac a la gramática de la película. Su escritura juega con fuerzas contradictorias que generan una especie de sistema de explosiones.Largas frases intercaladas entre paréntesis, sorprendentes cambios de velocidad, un modo de contar las cosas casi dejando fuera las más importantes".

En una película altamente formal, muy de actores (intensos Jeanne Balibar y Guillaume Depardieu, entrañable Michel Piccoli), la paciencia y la implicación por parte del espectador es fundamental para que no parezca un puto coñazo de buenas a primeras. Si se consigue, Rivette te lleva de la mano por el texto de Balzac y le da vida con un exquisito detallismo: los ambientes se respiran, se palpan, te embriagas con la luz del amanecer y el olor de las habitaciones lujosas, con la brisa del mar y el sonido del piano. Cada plano es una obra de arte, pero la película es, innegablemente, difícil.

Canción del día: "Black Cat" (Ladytron)

Frase del día: "Soy un tipo feliz: cada día pasa mi cara por las tetas de Kate Moss" (Richard Hell, en referencia a que Moss lleva una camiseta con su rostro)