"Pauline en la playa", de Eric Rohmer. Quien habla demasiado, acaba cavando su propia tumba
Ése es el aforismo del que parte el tercer film de la serie "Comedias y proverbios" de Rohmer, rodado en 1983 entre "La buena boda" y "Las noches de la luna llena". Reúne toda la esencia del estilo del francés, ambientada durante un verano ocioso en un lugar de la costa de Normandía, con una limpia y sensual fotografía de Néstor Almendros y una puesta en escena teatral-discursiva en torno a una serie de personajes que, a partir de varios equívocos, viven, en unos casos, la apertura al amor y, en otros, la ceguera que éste provoca.
El de la adolescente Pauline (gran Amanda Langlet, con quien repetirá en "Cuento de verano") es uno de los mejores personajes de toda la filmografía rohmeriana.Víctima de una conspiración casi propia de "Las amistades peligrosas" y también de un mundo adulto que se comporta de forma mucho más egoista e infantil que el suyo (y particularmente patética en el caso de los personajes masculinos), es quien mantiene la coherencia y el equlibrio y, además, coloca a cada cual en su sitio. Ella es la voz moral de una película, en cuyas siempre inteligentes situaciones y en sus palabras, se advierte la imposibilidad de someterse a códigos morales cuando -aún en un entorno tan indisimuladamente libertino como el de la burguesía francesa- es el corazón quien manda. Al final, y frente a otros tópicos de este género de "iniciación al amor y la vida adulta" tan visto y previsible, "Pauline en la playa" se convierte en una de las mejores películas sobre la pérdida de la inocencia, sobre el aprendizaje y asunción de la mentira para que la vida sea menos infeliz, jamás hechas.
Entronca claramente con "La coleccionista", "El rayo verde" y "Cuento de verano" (películas todas ellas situadas en esa estación, y todas ellas igualmente deliciosas) pero aporta, además, el cambio de punto de vista entre seis personajes que van apareciendo y desapareciendo de escena, de modo que lo invisible adquiere una fuerza casi fundamental. Y un dato curioso: la peli consta de 208 planos, el número más bajo rodado por su autor en una misma cinta. En el cartel original de la película, Pauline se encuentra en una habitación con un cuadro de Matisse, "La blusa romana".
Auténtico deleite total: cinematográfico, pictórico, teatral... un elixir para los sentidos que te despierta esa pequeña sonrisa y es, por supuesto, escuela de vida. Ayer me despedí con esta peli de un verano que, a lo tonto, se me ha escurrido entre los dedos.
Canción del día: "Farewell To The Pressure Kids" (Kevin Drew)
Frase del día: "La visión es el arte de ver las cosas invisibles" (Jonathan Swift)
Famosos avistados: Antonio Giménez-Rico (C/ Tres Cruces)
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