viernes, noviembre 26, 2010

Entrevista a Loquillo

Hace unos años dejaste de tocar en directo "La mataré", pero ahora has vuelto a hacerlo. ¿Cuál fue la razón tanto para una cosa como para la otra?
No la dejé de tocar, simplemente nos dijeron que no debíamos tocarla y ya está. Era un tema legal. El single volvió a salir en el año 98, en una reedición de EMI y directamente les dijeron que eso no iba a sonar. Eso era así. Bueno, yo he decidido tocarla otra vez porque, evidentemente, si hay una película como “Átame” de Pedro Almodóvar funcionando, por qué no voy a poder cantar una canción que se llama “La mataré”, porque al fin y al cabo es una canción que habla de un maltratador. Entonces, aquí se entiende todo como se entiende, ¿no?, dependiendo del momento, de la época y la situación. Lo que nos parece muy delictivo en un momento resulta que al cabo de los años nadie le hace puto caso. Eso depende mucho de lo políticamente correcto de la época que vivimos actualmente.

En "Hechizo", el disco de homenaje a Bunbury, has optado por versionar "Apuesta por el rock and roll". ¿Alguna vez has estado tentado a dejar de apostar por ello?
No, porque hablando claro, y perdona la vacilada, el rock and roll aquí soy yo. (Risas). Es como si lo dicen Little Richard u otros, es que es la verdad. En este sentido, “Apuesta por el rock and roll” forma parte de la memoria de una generación, la de Gabriel Sopeña, un compositor con el que trabajo desde el año 90 y me parecía que una declaración que yo podía hacer en el disco de Enrique es esa, porque particularmente me resultaría muy difícil intentar ponerme en la piel de él. Eso es así, Enrique tiene un carisma y una personalidad muy muy muy suya. Adaptar una canción suya es muy difícil, así que me he servido de la adaptación que hicieron de la canción de Más Birras para acercarme, pero porque era el único lugar común. Pasaría al revés lo mismo, tenemos un carisma y un carácter tan definido que es muy difícil. O haces tuya la canción o le das la vuelta, pero intentar un cover de un tema de alguien cantando tú te aseguro que estás tratando con dos que hay que darles de comer aparte, así de claro.

Muchas de tus canciones son de autoafirmación: de una actitud, un espíritu, una ética, pero no hay tantas que revelen dudas o inseguridades. ¿Es eso incompatible con Loquillo?
No, no, lo que ocurre es que para eso están otros artistas. Dudas e inseguridades puede tener Nacho Vegas, pero de la misma manera que hay una sensibilidad existe la otra. Quizás yo formo parte de una generación y también de una educación muy distinta. Ahora mismo el rock and roll es muy difícil de ponerle una etiqueta de de dónde sale. Antes salía de los barrios, de lugares difíciles, incluso bordeando la marginalidad. Era quizás un movimiento muy de working class, y hoy en día es una música de entretenimiento. Es difícil encontrar ese poso. Hay muchos artistas que lo intentan tirándose el rollo y jugando a ser malos. Yo tengo una cosa muy clara, eso hoy en día es muy difícil, los tiempos son otros. El rock and roll se ve más como una música que como una actitud o una forma de vida sencillamente porque está ya en otra situación. Hace 30 años ibas a ver un concierto de los Rolling Stones y te parecería una marcianada, pero ahora vas a ver a U2 y qué coño es eso, ¿no? Hay que ser consciente del paso del tiempo. El rock and roll cuando lo conocimos en los 70... eso ya no existe. Habrá otro tipo de rock and roll, otra forma de entender quizás las formas, la transgresión, la rebeldía pero, insisto, estamos en esta etapa de final de siglo y principio de otro. Estamos viendo acabar el siglo XX, que es algo para lo que aún quedan cinco años o diez. Estamos en la frontera. Yo no sé si el rock and roll va a sobrevivir a ello, no lo sé. Tiene una enorme facilidad de reinventarse, tomar modelos de otras músicas y adaptarlos, pero el tópico de sexo, drogas, rock and roll, guitarrista yonqui que se desmorona… todo eso ha pasado a la historia, amigo. Yo cuando leo artículos de “Cuando el rock and roll era salvaje” es como, vale, ¿qué les gustaría, que fuéramos todos yonquis o qué? ¿Me entiendes? Todo eso me parece una parafernalia que pertenece al pasado y quizás nosotros vamos a ser testigos de su final. No sé lo que va a ocurrir ahora, pero yo soy consciente de que las cosas van a ser muy distintas.

Ahora mismo parece que, para los más jóvenes, la visión que se tiene del rock and roll es la de videojuegos tipo “Guitar Hero”, ¿no?
Sí, bueno, es otra, pero porque a nosotros también nos tocó vivir un momento muy especial en este país. Salíamos de la dictadura y el rock and roll era un canto de libertad. Entonces eso ya no es así. En la Universidad los grises ya no pegan a la gente. Vivimos en un Estado democrático, entre comillas, pero es lo que hay. Hasta el 78 en España se censuraban las canciones (le intento recordar lo de que a él le han censurado hace nada “La mataré”, como acaba de confirmar, pero él sigue hablando sin darme pie). Cuando todo eso se normaliza llega un momento en que las canciones son lo interesante, y al fin y al cabo la música es eso, ¿no? Si ahora te pones a analizar canciones de los años 70 y escuchas las letras son para salir corriendo, pero en aquel momento significaban lo que significaban. Quizás ahora se trabaje más en las letras y en conceptos artísticos que antes, donde todo era más urgente. Por eso digo que estamos en un momento muy curioso, qué va a ocurrir ahora ya no sólo en el rock sino en la música en general, la red, etc. Vienen muy rápidamente las cosas y a donde nos va a llevar todo es realmente excitante, dónde va a parar esta rueda.

También antes los rockeros erais héroes para los chavales, forraban las carpetas del colegio o del instituto con vuestras fotos. Ahora parece que ese papel lo cumplen los futbolistas, tenistas, pilotos de Fórmula 1…
Yo te digo una cosa. Yo creo que actualmente todo el mundo tiene la posibilidad de elegir. Puedes elegir ser un cateto. Y si quieres ser un cateto puedes serlo. Hace 35 años no existía la red, la cultura era mucho más difícil de conseguir pero te puedo asegurar que la gente era mucho más culta, sobre todo la gente joven tenía unas inquietudes en que como todo había estado prohibido, leía los libros prohibidos, escuchaba la música prohibida, la Velvet, unas novelas determinadas, los beatniks… todo aquello fue de golpe, ¡uau!, una explosión, nos enteramos de todo de golpe. Ahora todo eso está en la red. El que quiera tomarlo lo toma y al que no le interese no le interesa. Yo desde luego creo que la red tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, y una de ellas es el hecho de que de tanta información no te enteres de nada.

En “Balmoral” reivindicas una serie de cosas que se han perdido. ¿Te ha podido el sentimiento nostálgico?
Yo siempre he sido un tipo antiguo. Soy consciente de que estoy viendo un mundo caer. Soy consciente, para nada nostálgico. Toda la mítica que nosotros hemos conocido, desde Gardel, Elvis o Sinatra hasta los Rolling Stones, la cultura popular del siglo XX… esto se ha acabado. Puede seguir dando los últimos coletazos pero lo que va a ocurrir es otra cosa, no sabemos qué. Ya no vas a ver a artistas como Sinatra o a bandas de rock que provocan, que se juegan la vida. Yo creo que las últimas bandas de rock que han existido han sido los Clash y Guns N’ Roses. Luego llegaron los Nirvana, etc., pero ya era otro rollo. Y, ¿ahora qué es el rock and roll? U2, Coldplay y The Killers. Católicos, protestantes, mormones… o sea, parece que vayamos a misa. La Iglesia Católica el día que se enteren de que Bono debería ser el Papa vería el cielo abierto. Fíjate a lo que hemos pasado, entonces igual es el lenguaje del futuro. O no. O igual estamos llegando al final de algo que no era verdad. Estamos en un momento no confuso, es tremendamente excitante. Sí que puedo ver que estamos volviendo, sobre todo las bandas más jóvenes, a practicar género. El mestizaje evidentemente ha terminado por aburrir a un buey. Todo este rollo de “salvemos el mundo, las ballenas, los pueblos oprimidos” pues se ha demostrado que muchos de sus grandes santones son más hipócritas que la madre que los parió. La gente, y lo sabes, ha vuelto al género: hay bandas de blues, bandas de rockabilly, bandas de hard rock… pero ese coñazo que fueron los 90 de la puta fusión, eso se ha acabado. No sé, yo creo que cuando hay confusión, en tiempos de crisis, por h o por b la gente vuelve a lo primitivo. Y estamos viendo una vuelta a los orígenes. E incluso se está redescubriendo el folk. Toma castaña. Por un lado todo se desmorona y por otro la gente vuelve al inicio.

¿Te gusta algún grupo actual?
Yo puedo decir que tengo buena sintonía con bandas como... hace poco entregué un premio a Love Of Lesbian en Madrid, pero tienen 40 años, no tienen 20. Hay gente nueva haciendo folk como The New Raemon, hay cantantes femeninas con una gran potencia como Maika Makovski, hay bandas de rock and roll puro y potente, digamos de mi cuerda, como pueden ser los Right-Ons. Incluso los Arizona Baby. Yo estoy viendo un panorama de gente muy joven que, de verdad, a mí lo que me asombra es que tocan que te cagas. Comparado con nosotros (risas). Por otro lado, se encuentran en una situación parecida a la nuestra: no sonamos en la radio, ellos tampoco, pero hay un festival como el Sonorama que mete a 30.000 personas. Entonces aquí está pasando algo. Creo que estamos en un momento musical en España en el que nos podemos encontrar con una segunda etapa dorada, o una nueva ola de bandas realmente interesantes y de artistas con carácter. Estoy viendo mucho talento y sobre todo gente que no es nada ortodoxa, algo muy bueno para la música. Hay que tener principios, pero no cometer el error de volverte demasiado ortodoxo, que los árboles no te dejen ver el bosque. Ese es el tema.

Ahora mismo Miguel Ríos se está retirando de los escenarios, con lo que ahora mismo tú eres uno de los músicos de rock con una trayectoria ininterrumpida más longeva, si no el que más. ¿Cuánta cuerda dirías que te queda?
Tengo 49 años pero ahora mismo estoy preparando dos discos, no te digo más. Sí que es cierto que mi trayectoria ha sido ininterrumpida. Hay mucha gente que lleva muchos años pero se han retirado, han vuelto, lo han dejado… en mi caso esto no ha ocurrido. En ese sentido sí que mi trabajo es muy elevado. Incluso a nivel audiovisual: mi primer vídeo data del 82, fue uno de los primeros junto con “La estatua del jardín botánico” de Radio Futura. Yo de momento voy a seguir utilizando las mismas armas: discos, artículos, novelas, producción teatral o cinematográfica… no sé si dentro de 5 ó 6 años tendré otras armas, pero es que como todo va tan aprisa… a nosotros la red, a mí en particular, la red me ha ayudado muchísimo, porque llevo como 12 años sin sonar en las radiofórmulas. Pero la trayectoria en el desierto la he hecho solito, ¿eh? Entonces cuando consigues atravesar ese desierto jugando sin cartas, sin tener un apoyo de un grupo mediático que te ayude a subir y colocarte en todas partes. Es difícil, pero yo creo que es el camino, porque te reafirman en tu trabajo. Se han acabado los tiempos en que un grupo mediático lanzaba a un artista y hacía a todo el mundo creer que era muy grande. Eso se ha acabado, sobre todo porque lo que ahora funciona es el directo. Ahí no hay trampa ni cartón. Aquí o te lo curras en directo o por mucho que te coloquen en las emisoras no vas a ninguna parte. Se acabaron los tiempos de la mentira en ese sentido. Ahora quedan los artistas. Ya sea de rock, de pop, de zarzuela, de lo que quieras. Los artistas. Y por otro lado, te lo digo: tiempos de crisis, tiempos de rock and roll. Siempre ha sido así. Cuando hay una economía de bienestar tenemos el pop. Ahora son tiempos duros, contundentes, y la gente se agarra a lo que es de verdad.

¿Qué vas a hacer para celebrar tu 50 cumpleaños?
Me voy a ir a cenar con mi mujer y mi hijo. Así de claro. Le voy a dar la importancia que merece, y lo único que te apetece es estar con las personas a las que quieres. No voy a hacer ninguna, cómo se dice eso… igual me paseo en el tren chu-chú ese que va por Donosti (risas), que me queda pequeño. Pero no pienso hacer ninguna celebración porque eso es algo muy personal. No tengo por qué destrozar un hotel, que es algo que puedo hacer cualquier día. Me lo tomaré con mucha calma y, bueno, miraré hacia atrás y diré: “Bueno, todo esto lo he hecho y ha valido la pena. Yo creo que la mayoría de la gente de mi generación jamás pensó llegar a una edad así (risas). Y como nunca lo pensamos, todo lo que viene después de aquello ha sido gratis. Si encima te lo pasas bien y aprendes ya es la bomba. Yo creo que uno se mete en esto sobre todo para aprender, aunque en un principio lo haga para salir de casa, para disfrutar, para pasarlo bien. Visto desde ahora es un poco ingenuo, pero aquella era una buena manera de conocer el mundo. Esto ahora no se ve con esos ojos, porque puedes conocer el mundo de muchas formas, pero en aquel momento era una forma de escapar de una realidad que te comía. Yo podía tener muy claro cuál iba a ser mi destino si no llego a salir del barrio. Sé que lo que me ha dado el rock and roll no es el aplauso del público, el cariño… no, no, no. Por favor, yo no soy hippy. Eso para los hippies suena muy bien pero a mí lo que me ha dado la música es otra cosa: integridad, carácter y, sobre todo, la manera en que he llegado a conocer cosas que por mi situación personal jamás hubiera conocido. Me ha ayudado a descubrirme, a conocerme. Eso es lo que más agradezco. Si no hubiera trabajado por mí mismo no lo habría conseguido, no le debo nada a nadie, en ese sentido. Yo le he devuelto a la vida lo que la vida me ha dado. A mí nadie me ha dado una subvención, ni soy hijo de un artista ni de un torero ni hostias, ¿entiendes? Aquí venimos de picar piedra, que se dice. Lo puedo decir con orgullo y me siento muy bien diciéndolo, pero jamás seré uno de estos tipos humildes que dicen (pone voz paródica) “Ah, doy gracias al público, que me lo ha dado todo”. Hay que huir de este tipo de artistas. Los artistas humildes son unos mentirosos vocacionales. Yo siempre preferiré a uno chulo y borde que a uno de estos artistas que va pidiendo perdón por existir. Vamos, de calle.

Me llamó la atención en el documental de Carles Prats (“Loquillo, leyenda urbana”) que la etapa con la que te muestras más crítico de tu trayectoria es la de finales de los 80 y principios de los 90. En concreto, cuentas que contratasteis a un dealer permanente para vuestras giras y que te pasaste tres años en los que no te acuerdas de nada. Curiosamente, puede que sea la etapa favorita de la mayor parte de tus fans.
(Risas) Era un poco como el sarampión. Hace poco un periodista de aquí, del País Vasco, decía “qué buenos éramos cuando vivíamos todos en lo salvaje”. Mira, le hubiera metido toda la heroína que se ha metido mi banda, se la habría metido toda por el culo. ¿Me entiendes lo que quiero decir? Esas chorradas no se pueden decir. Esas chorradas no se pueden decir. Hemos vivido una época determinada y aquí nadie se arrepiente de nada. Pero decir esas tonterías… Hay gente que disfruta viendo el cadáver del que se sube a un escenario, y que viven la vida a través de sus canciones pero jamás harían lo que ellos hacen. Es como la gente que dice “no, es que por culpa de Lou Reed mucha gente se enganchó a la heroína”. Y digo, “bueno, pues si te enganchas imbécil eres”. Siempre he tenido esa actitud. Yo me salvé porque era de otra manera, qué quieres que te diga, no todo el mundo es igual, pero cuando escuchas esa dimensión del rock and roll de que tienen que acabar todos hechos polvo siempre pienso en Paul Simon y en los tres grandes LP’s que ha hecho en tres décadas distintas. No interesa a los críticos, como no tiene una vida disoluta… O es como la gente que habla de Phil Ochs simplemente porque se ahorcó con un cinturón, pero no habla de su música. Todo son remores de una época determinada. Los grandes críticos musicales que bendecían a unos y machacaban a otros, esto se ha acabado. Ahora al crítico musical lo tienes en tu facebook. Ellos te dicen si te gusta o no, si tal o cual… que a ver, que un artista va a seguir haciendo lo que salga de los cojones. Piensa que somos la primera generación que llega a los 50 años vendiendo discos y actuando en España. No digo que Santiago Auserón, Rosendo o Manolo García no lo hayan hecho, digo que con nosotros llega la normalidad. Nosotros ya crecimos en una democracia, no vivimos el franquismo ni fuimos hippies. No, teníamos 14 años cuando llegó el punk, lo anterior no nos interesaba. Es una generación muy distinta, crecimos con “London Calling” y con “Autosuficiencia”. Por eso digo que hay un diferencial, y ese diferencial se nota.

¿Los Trogloditas están disueltos definitivamente?
Diré lo mismo que decía Morrissey acerca de volver con los Smiths: antes me comeré mis propios cojones. Pues esto es lo mismo. Sigo colaborando cuando podemos con Sabino Méndez, yo sé que en algún momento haremos algo juntos porque nos apetece a los dos, pero es la única persona con la que podría colaborar. El resto se largaron, entonces cuando te vas de un sitio no hay vuelta atrás. Y yo me terminé yendo de la última formación de los Troglos simplemente porque aquello era un proyecto finiquitado. No hay nada más patético que una banda que se arrastra, y no hay nada más patético que el signo éste de los tiempos, que hay bandas con nombres y apellidos y resulta que es un tipo con un grupo de músicos contratados. No, en mi caso Loquillo es Loquillo con una serie de músicos que ya tienen nombre por sí mismos. Todo el mundo conoce a Jaime Stinus y a Igor Paskual. Entonces, ¿para qué le vas a poner un nombre?, no vamos a hacer “Loquillo y los tal”. Eso ya es una etapa pasada, y a mí me gusta mantener el buen nombre de los Troglos, jamás lo machacaría haciendo una vuelta. Ya sé que eso da mucho dinero y la gente no se corta un pelo pero, lo siento, yo tengo mi dignidad e, insisto, yo soy de una generación que a esas cosas les da mucha importancia. Eso se terminó y se terminó, ahí hay un trabajo, un montón de discos y eso forma parte de un momento determinado, pero es que… volver, es que eso suena muy patético, tío. Eso sí, que en cualquier actuación puede aparecer Sabino, Gabriel Sopeña, Carlos Segarra… sin duda, pero los Troglos se terminaron el día que yo abandoné la banda y ellos no siguieron. Y se acabó. También muchos se fueron, murió Guille Martín… y son circunstancias que marcaron el final de los Troglos. Pero no puedes tirar de la vaca, y eso debe ser así. Yo he intentado siempre mantener el buen nombre de las cosas y el recuerdo de una época.

Entonces la relación con Sabino es muy buena ahora, ¿no?
Sí, después de 6 ó 7 años se normalizó. Estamos siempre en contacto, y cuando no es el uno es el otro y cuando no es un niño es el otro niño. Ha colaborado en “Balmoral”, en la canción “Sol” y supongo que trabajaremos juntos cuando tengamos tiempo. Normalidad absoluta, esa es la palabra, ni mejor ni peor.

Cuando tocaste con Hugh Cornwell en El Sol el año pasado, tú ibas de telonero. Cuando el ex Stranglers salió, gran parte del público se marchó y otra parte se puso a gritar “¡Loco, Loco!”. ¿No tuviste la sensación de que tus fans eran más papistas que el Papa? Además fue algo curioso, teniendo en cuenta que se trata de el autor de “No More Heroes”.
Yo esto siempre lo he tenido muy claro: la nobleza obliga. De todos modos pienso que en el rock aún perdura mucho el respeto. En otras músicas no, pero en el rock sí. Y si no se respeta lo hacemos respetar. Aquí cuando se habla de los grandes nombres la gente tiene que callarse la boca. Si te sientas en una mesa con Leslie de Los Sírex, como el otro día con Santi de Love Of Lesbian, Carlos Segarra estaba sentado a su lado y le decía: “chaval, estás al lado de dos tíos, uno que tocó con los Beatles y otro que tocó con los Rolling y los Who”. Eso tiene que mantenerse, el legado tiene que pasar de unos a otros. Siempre ha sido así. Quizás ahora es la primera vez que esto ocurre en España y antes no había ocurrido. Yo recuerdo cuando se despreciaba a las bandas de los 60, o cuando en los 90 a todo el mundo le dio por poner a parir a a las bandas de los 80. No, las cosas tienen que tener un tratamiento lógico y adaptarlo con el tiempo. Me he fijado que en los demás países que nos rodean lo tienen muy claro. Aquí, insisto, es que llevamos muy poco tiempo en esto. Desde que se normalizó han pasado 30 años, con lo que los demás nos llevan 30 años de diferencia. Creo que hemos hecho el viaje muy rápido y yo creo que ahora mismo el nivel de talento que hay en este país está en primera línea, aquí hay una generación muy preparada.

Has entrevistado hace poco a Ramoncín para el Rolling Stone. ¿Se ha maltratado en exceso su figura por culpa de su implicación con la SGAE?
Yo haría la pregunta al revés: ¿No crees que ha sido un personaje utilizado por la SGAE? Es al revés, ¿eh?, cuidado. Se ha utilizado su figura para mantener otra. Yo no creo que Ramoncín esté cobrando ahora mismo una pensión vitalicia. Ahí donde está el dinero, ahí está el negocio. No creo yo que tuviese que ser él el encargado de recibir las hostias. La vida me ha enseñado que las cosas son de otra manera. Yo también he leído a Maquiavelo, sólo hay que leerlo para darte cuenta de dónde está el negocio. Y el negocio es: el pirateo se basa en las compañías telefónicas. Cuanto más pirateo más ganan, así que les interesa a ellas. Ya está, es que no hay nada más que decir. Con eso se compran muchas voluntades, y a mí la vida me ha enseñado que las voluntades que se compran siempre se compran en tu casa. Por eso digo que si alguien piensa que Ramoncín se ha hecho rico con esto, etc., etc., ¡buah!, es un ingenuo. Tú ves directamente quién ha ganado la pasta, y ahí encontrarás el business y lo que te han vendido y que te has tragado en los últimos diez años. Hombre, insisto, ya tenemos una edad, ¿eh? Tontos no, no nos van a tomar el pelo a estas alturas.

Volviendo a Miguel Ríos, recientemente hizo un video viral donde simulaba que te agredía en un bar. ¿Has llegado a las manos con algún músico en la vida real?
No, nunca, nunca, nunca. Yo podría llevarme mal con alguien pero simplemente no lo trato. Yo me he llevado mal con los mánagers, y me he quedado con las ganas. Pero músicos no, simplemente hay músicos que se venden, músicos que dejan que su carrera la lleven otros, músicos que se agarran a un éxito momentáneo como a un clavo ardiendo y les tienes que disculpar todo… Pero yo te digo una cosa, la gente con la que trato es toda muy noble y muy honrada. Sólo he conocido un músico de rock, uno solo, que me ha decepcionado y me ha parecido ser un chupapollas, pero no lo voy a decir. Sólo uno en todos estos años, así que creo que es una valoración completamente positiva.

¿Para cuando esa ansiada gira con Calamaro, Bunbury y Urrutia?
Bueno, me alegro de que me hagas esta pregunta, el fútbol es así (risas). Yo espero que se pongan de acuerdo todos de una puta vez. Yo siempre he sido el más positivo en esto y el que ha puesto más ganas pero, de verdad, más vale que se pongan las pilas pronto que ya me estoy cansando de esperar. Te lo digo con toda la franqueza, ¿eh? Espero que pronto se pongan de acuerdo todos, que se pueda hacer y que la gente disfrute de un espectáculo necesario para poner las cosas en su sitio, para valorar el rock que se ha hecho en España, para valorar la importancia de la lengua castellana en el mundo del rock. Hay que darle el valor que hay que darle, y yo creo que juntar a cuatro artistas de este calibre sería algo muy grande. Desaprovechar eso sería muy tonto, así que espero que las cosas lleguen a buen puerto.

Entrevista realizada por teléfono el 17 de noviembre. Hoy ha sido publicada en versión reducida en La Luna de Metrópoli.

Canción del día:
"All Around And Away We Go" (Twin Sister)

Frase del día: "La verdad está en la carne" (Alberto Contador)

viernes, noviembre 12, 2010

Entrevista a Paul Banks (Interpol)

Vuestro nuevo álbum es autotitulado. Cuando se hace eso suele decirse que es porque representa mejor el espíritu del grupo y cosas así. ¿Es ese vuestro caso o no encontrabais un título mejor?
Bueno, por muchas razones, pero no es la primera que has dicho. Para el público, nuestra música es ya su música y no podríamos convencerles de que éste es nuestro álbum mejor porque los fans lo deciden ellos mismos. Pero sí es un álbum adulto, diría que es el primero que hacemos no pasando la adolescencia, pero sí que ya sabemos mejor lo que estamos haciendo. Es un disco maduro y también yo quise cambiar el logo y comunicar algo nuevo con la animación del website. Con ese diseño el nombre del grupo es algo bastante distinto, y más palabras devaluarían esa estética. Hay varios niveles, pero no queríamos que hubiese espacio para más palabras que ese logo monumental que hemos creado. Por otro lado, la música es lo que es, y más palabras dirían menos.


¿Vais a cambiar el concepto visual en los directos?

Vamos a intentar hacer algunas cosa nuevas con nuestro diseñador de iluminación y proyecciones, pero al mismo tiempo estamos intentando volver a la idea no de garage, pero sí que el público no olvide que somos un grupo de rock, entonces habrá algo de high concept y algo de tocar en vivo en tu casa. Somos una banda de rock, no de indie rock. Siempre ha habido esa idea de distancia entre nosotros y el público, algo enigmático no muy articulado, pero también somos conscientes de que los cinco podemos ir con los instrumentos a cualquier parte y tocar un show de rock, no es puro concepto alto.

En Madrid tocáis en el Palacio Vistalegre, que es mucho más grande que La Riviera, donde lo hicisteis las veces anteriores. ¿Puede eso dificultar esa sensación de intimidad con el público?

A lo mejor sí, pero yo soy el miembro del grupo que no tengo preferencia entre un lugar íntimo y oscuro y un festival grande a las 2 de la tarde a pleno sol frente a 10.000 personas que ni conocen mi música. Lo paso muy bien en ambas situaciones. Para mí el rock es el rock y yo me siento como en la tradición de Woodstock, si tienes guitarras eléctricas, amplificadores grandes y un batería como Sam (Fogarino), que es el diablo de Tasmania, se traduce bien a cualquier escenario. Pero también hay la idea de que un grupo con la emoción, la melancolía y las atmósferas que tenemos nosotros se podría decir que es mejor en un espacio íntimo y oscuro, pero yo no soy de esa mentalidad. En un lugar íntimo siento el calor del público, pero el rock a escala enorme de festival es totalmente distinto.

Tengo la sensación de que en cada disco habéis evolucionado sin perder vuestra identidad. En éste hay cosas que suenan a Interpol y otras que no tanto. ¿Es importante para vosotros, intentar moveros sin rebasar los límites de lo que ya sabemos que es Interpol?
Sí, aunque yo creo que la prensa siempre ha simplificado el proceso, ha pensado que por fuerza es todo muy conceptual, pero nosotros no empezamos el grupo pensando “queremos un sonido así, ¿cómo hacemos para conseguirlo?”. Somos todo fuerzas individuales, yo contra Carlos (Dengler), Carlos contra Sam, pero todos en armonía a la vez, sin controlar totalmente cómo va a salir el sonido, porque es un proceso mucho menos consciente de lo que dice la prensa, en plan “suena así o viene de esta tradición”. Yo nunca he pensado en esos términos. Toca Daniel (Kessler), yo oigo melodías y no pienso “eso no suena como el primero”, no lo pienso para nada, pero como somos los mismos individuos por supuesto que va a haber una línea coherente entre todos los discos, cada uno tiene una personalidad que no cambia tanto. Como individuos también hemos evolucionado, especialmente Daniel y Carlos, que han hecho las melodías de este disco y aprecio que hay un esfuerzo por hacer melodías más sofisticadas y sutiles. Luego yo he intentado hacerlo más pop. Es un disco más sutil y complicado, pero yo tuve la iniciativa de girarlo luego todo hacia el pop. Tampoco quería hacer letras tontas, pero en términos de melodías y estribillos di un giro más accesible a las canciones.

Puede que sea el disco en que la contribución de Carlos es más importante, ¿es así?

En este disco yo diría que el MVP es Sam. Carlos trabajó mucho con la orquestación, ya ni se ve como bajista sino como compositor, y este disco para él ha sido como un vehículo para trasladar el rock hacia la música clásica y luego yo lo devolví al rock. Su influencia es muy grande y profunda sobre este disco, pero él también la tomó de la música que le presentó Daniel, que estuvo yendo hacia la música más progresiva.

Carlos dejó el grupo después de la grabación. ¿Cuáles fueron las razones?
Bueno, supongo que muchas y además es difícil responder porque él no está aquí para rebatirme. Él quería buscar otras cosas en su vida y es una decisión muy difícil porque él ama mucho a este grupo pero no se pueden hacer dos cosas a tiempo completo. Él quiere buscar su felicidad en la vida, y es como en un matrimonio, no se puede descubrir cómo es ser soltero dentro del matrimonio, sino que hay que romperlo para descubrir lo que prefieres. Se necesita mucho coraje para hacer eso. Yo no sé qué va a hacer pero era algo necesario para él.

Ahora en directo contáis con David Pajo y con Brandon Curtis de Secret Machines, con lo que os habéis convertido en una especie de súperbanda.

(Risas) Para mí Slint ha sido una gran influencia sobre mi música, así que es extraño tocar ahora con él, además es muy simpático, tiene muy buena onda. Y Brandon Curtis yo ya los iba a ver en el año 99 o 2000. Antes de que Interpol grabásemos las Peel Sessions yo ya era fan de Secret Machines. En directo van muy bien, son músicos impresionantes que se dedican mucho a esta música. Pajo entiende el talento de Carlos y toca las líneas con mucha fidelidad y suena muy bien.

¿Accedió fácilmente a vuestra llamada? ¿Le gustaba vuestra música?

Creo que sí. Lo que yo sé es que en el primer ensayo que tuvimos con él ya tocaba todas las canciones y sonaba muy bien. Al público le está gustando mucho el show. Dave en particular está tocando nuestra música con entusiasmo, lo entiende y lo representa con energía y suena muy bien.

¿Qué te ha aportado la experiencia de tu proyecto en solitario, Julian Plenti?
Me sentí mucho más relajado cantando con Interpol ahora. Igual que en "Antics" me costó mucho hacer las letras, que me gustan como quedaron, pero ahora no me ha costado tanto y yo creo que es porque había entendido que el proceso creativo no tiene que ser doloroso. La mayor parte del tiempo sí lo es, pero no tiene por qué serlo. Yo descubrí el método para que me lleguen las ideas sin tener que pensarlo mucho y después de que lleguen dije “y eso es, Alan Moulder mézclala, no lo voy a pensar mucho”. En el pasado lo pensaba mucho más, pero ahora para mí el único parámetro es no preocuparme, no tener energía negativa en el proceso creativo. Todas las ideas me salieron muy fácilmente también porque ya no tengo preocupaciones, ya no me siento vulnerable, ya no pienso en la crítica, y en todo eso me ayudó mi disco.

¿Entonces las letras de este álbum han sido más inmediatas?
Bueno. Es algo más especial que eso, porque algunas de mis textos favoritos están en este disco pero no me costaron. Tampoco quería conformarme con malas letras, sino que el proceso de relajarme invitó ideas muy buenas sin esfuerzo. Creo que las ideas están en el mismo nivel pero el esfuerzo está más bajo.

Tanto en tus letras como en el sonido del grupo hay siempre un tono muy oscuro. ¿Es algo parejo a vuestra vida? Quiero decir, ¿podríais seguir haciendo música oscura aunque fueseis plenamente felices o es algo que no se corresponde con vuestro estado vital, sino que simplemente es la música que os sale?
Bueno, depende. Es una cuestión mía y de Daniel. Él tiene mucha melancolía dentro que sale en la música que compone. Escribe progresiones que son como llorar con guitarra, y es un método creativo muy interesante. Pero no es algo consciente, esa melancolía es parte de él y está dentro de su sonido, y a mí también es algo que me interesa y por lo que me gusta trabajar con él. Las experiencias de la vida cuando éramos más jóvenes, y eso creo que se te queda siempre. También hemos escrito canciones positivas, con alta energía, pero en mi estado natural hay una melancolía, esa oscuridad. Carlos es más camaleónico, puede representar muchas cualidades, pero prefiere la dramática, la gran épica.

Algunos músicos dicen que cuando escriben canciones lo hacen para ordenar el caos o poner de manifiesto el absurdo que nos rodea. ¿Es también tu caso?

Yo creo que al principio, cuando era más joven, sí fue eso. Yo tenía conceptos psicológicos que quería comunicar con mis primeros discos. Desde el principio tuve una agenda de lo que quería hacer, como una misión, en términos de letras, que siento que ya cumplí, y ahora simplemente intento disfrutar, que lo que haga sea interesante, no hacerlo obvio. Ahora se trata de comunicar ideas de modo interesante y representar mi filosofía de la vida. Aunque los narradores de nuestras canciones muchas veces son como que estoy interpretando un personaje que es un aspecto de mi personalidad amplificado y que excluye los demás aspectos, como un personaje en una película. Eso me divierte mucho y con ello creo que puedo comunicar ideas más precisas, pero también intento que no lo parezcan, que sean ambiguas y te provoquen.

Un aspecto que me resulta interesante es que el oyente parece que sabe de lo que estás hablando pero en realidad nunca llega a saber exactamente de lo que estás hablando.
Es como que los fans de Interpol sí que me conocen pero no tiene que ver con la palabra, sino con el tono. Los fans entienden lo que estamos haciendo.

Pero me refiero más a la sensación de misterio en las letras.
Yo creo que los cantantes que intentan poner de manifiesto un problema y luego dar la respuesta... eso es una idiotez. Yo a principio me forzaba a no decir nunca lo que es, sino más bien a representar el caos o la falta de certeza. El hecho es que en esta vida no hay respuestas. Pensar que las hay es una idea errónea y que no me interesa. Me gusta ser provocador, y creo que es más saludable para la humanidad aceptar el caos y la falta de respuestas simples en esta vida. Es más honesto. El caos no es lo mismo que el ateísmo, la falta de espiritualidad o la destrucción. Al contrario, saber bien que no hay respuestas en esta vida es una liberación, es algo positivo, no es incompatible con el amor o el respeto. No es necesario tener respuestas para ser buena persona.


Ésta va a ser vuestra gira española más larga, ¿qué recuerdas de las anteriores?

Oh, tengo grandes recuerdos. En Barcelona lo he pasado muy bien, y también en Madrid, donde aún tengo muy buenos amigos. A los españoles les gusta el rock y a mí me encanta tocar aquí.

¿Cuánto tiempo viviste en Madrid?

Cuatro años, entre los 11-12 y los 15-16 años. A todos mis amigos de aquella época los conservo.

En aquella época los menores aún podíais ir a conciertos
Sí, fui a U2, al "Zooropa Tour" en el Vicente Calderón; a Nirvana en primera fila en Las Ventas... Luego cuando yo vivía en Nueva York mis padres seguían aquí y venía mucho a visitarles, así que vi a Make Up, a Trans Am…

¿Lo echas de menos?
Sí, pero siempre va a tener un lugar en mi corazón.

¿Ha cambiado mucho vuestra forma de vida a partir del éxito que habéis tenido con el grupo?

Bueno, sí. Algunos grupos como que cambian cuando tienen algún tipo de éxito pero para mí fue verdaderamente mi sueño. Tenía un interés tan grande dentro de mí, hay tantas ideas que quiero explorar, que creo que haré música toda la vida. Vivir de la música ha sido lo máximo porque mi objetivo siempre fue no tener que hacer otras cosas que no me gusta hacer. Algunos artistas llega un momento en que se dan cuenta de que ya no tienen nada que decir porque su vida ha dejado de ser difícil. Pero yo he tenido una vida fácil, lo único que ha hecho difícil mi vida es mi mente, y sigo con esta mente. Todos tenemos un trauma del instituto y eso me ha dado energía para toda la vida, y las experiencias del día, esa energía de la vida sale en mi música. Es un sistema sostenible para mí, como una función biológica, hacer música.

Este disco lo habéis autoeditado. ¿Cómo ves los cambios en la industria de la música?

No suena muy bien cuando alguien que tiene una carrera se queja, es como para decirle “cállate, cabrón”. Yo siento que nosotros, que tenemos nuestros fans, podemos ir de gira sin que la gente compre nuestros discos, pero los grupos que empiezan, ¿qué van a hacer? Lo que los jóvenes no entienden por ahora es que hacer tu primer disco cuesta mucho dinero, y nadie te lo va a dar si ven que la gente no va a comprar ese disco. Los chavales que tienen 16 años ahora no van a poder formar bandas y grabar en un buen estudio. Puedes hacer un disco, pero no va a sonar como un álbum clásico como los de los Beatles, Pink Floyd o Pixies.

(Entrevista realizada el 29 de junio en la terraza del Hotel Urban en Madrid. Un extracto de la misma sale publicada en el número de hoy de La Luna de Metrópoli)

Canción del día: "La unión y la fuerza" (Joaquín Pascual)

Frase del día: "Yo no soy Dios. Si lo fuera, transformaría a tres de cada cuatro periodistas en tías buenas" (Axl Rose)