viernes, octubre 31, 2008

Saturdays = Youth

"La muerte es su novio/ Ella escupe en los veranos y sonríe a la noche/ Colecciona coronas hechas de rosas negras/ pero su corazón está hecho de chicle.
Chica Cementerio/ Trapos oscuros y estrellas rojas/ Ella es la bruja sucia de su instituto/ Adora a Satán como un padre/ pero sueña con una hermana como Molly Ringwald".

"Voy a saltar los muros y correr/ Me pregunto si me echarán de menos/ Yo no les echaré de menos a ellos/ El cementerio es mi hogar/ Quiero ser parte de él/ Invisible incluso a la noche/ Y entonces leeré poesía a las piedras/ Puede que un día sea una de ellas/ sabia y silenciosa/ esperando que alguien me quiera/ Esperando que alguien me bese/ Tengo quince años/ y pienso que ya es demasiado tarde para vivir/ ¿no crees?".

"Chica Cementerio/ No puedo evitar mi amor por la Chica Cementerio".

("Graveyard Girl". M83. 2008)


"Caroline ríe y está lloviendo todo el día/ Le encanta ser una de las chicas/ Ella vive en ese lugar/ En el lado de nuestras vidas/ donde nada se pone nunca derecho/ Ella se da la vuelta/ y sonríe y dice/ "Esto es todo"/ "Es el final de la broma"/ Y se pierde en su sueño/ y sus amantes caminan a través de sus abrigos/ Guapa de rosa/ ¿A que lo es?/ Guapa de rosa/ ¿A que lo es?

Todos sus amantes/ Todos hablan de sus notas/ y de las flores que ellos nunca enviaron/ Y, ¿no era ella fácil?/ ¿Y no es ella guapa cuando va de rosa?/ El único que insiste/ Él era el primero de la fila/ y es el último en recordar su nombre/ Él camina alrededor/ en ese vestido que ella llevaba/ Ella se ha ido/ pero la broma es la misma/ Guapa de rosa/ ¿A que lo es?/ Guapa de rosa/ ¿A que lo es?

Caroline te habla/ suavemente a veces/ Ella dice/ "te quiero" y/ "mucho"/ Ella no tiene nada/ que tú quieras robar/ Bien/ Nada que tú puedas tocar/ Ella se agita/ Ella abrocha tu camisa/ El tráfico está esperando afuera/ Ella te pasa ese abrigo/ Te da su ropa/ Esos coches colisionan/ Guapa de rosa/ ¿A que lo es?/ Guapa de rosa/ ¿A que lo es?

(Pretty In Pink. The Psychedelic Furs. 1986)

"4:13 Dream", de The Cure. Inquietud narcótica.

Reseña en La Luna de Metrópoli (casillas 1 y 2)

Frase del día: "La de torero es la única profesión que, gracias a Dios, vive apartada de la imbecilidad moderna" (Agustín Díaz Yanes)

jueves, octubre 30, 2008

En fin

Mientras el Primer Mundo cacarea a los cuatro vientos que vive en una crisis económica temporal, es conveniente no olvidar que se mantiene en una permanente crisis de imbecilidad a la hora de juzgar/ valorar/ respetar la creación artística. Aquí van un par de ejemplos leídos hoy:

-El uso de la palabra "porno" en la nueva peli de Kevin Smith

-Agentes de paisano retiran de una exposición en París obras a las que consideran zoofílicas

Ahora solo falta que alguien diga algo sobre la muy recomendable exposición de Helmut Newton en Madrid

Canción del día: "Los hongos de Marosa" (Juana Molina)

Frase del día: "Mi mente es como una mesa de billar donde las bolas se golpean unas a otras" (Paul Auster)

miércoles, octubre 29, 2008

Disco del mes. "Microcastle/ Weird Era Cont.", de Deerhunter

Hace poco hablaba con un amigo sobre esa falta de interés de la gente que monta grupos desde, más o menos, el underground, por hacer cosas importantes. Su perspectiva sobre "las cosas importantes", para él, era la siguiente: crear música bella que te revolviera y que, a partir del momento en que la escucharas por primera vez, ya nada volviera a ser igual. Y daba el ejemplo de Cocteau Twins.

Eso sí lo puedo encontrar en la obra de Bradford Cox, de quien ya hablé este mismo año en una entrada
dedicada a su otro proyecto, Atlas Sound. En su tercer trabajo al frente de Deerhunter se aprecia un salto cualitativo gigantesco respecto a lo mostrado en "Turn It Up Faggot" (2005) y "Cryptograms" (2007), que me dejaron bastante frío. Entre los lanzamientos de aquellos dos álbumes incluso vinieron a Madrid como teloneros de Liars y pasé de llegar pronto para verlos.

Esto ya es otra cosa. En "Microcastle", grabado en Brooklyn durante una semana (se puede buscar el testimonio en un minidocumental en dos partes emitido en pitchfork.tv), Cox parte del conflicto interior para buscar el pop más sublime: desde cosas que recuerdan a ese sonido lynchiano enraizado en los años 50 hasta melodías envueltas en ruido celestial de aroma shoegazer o 'hits' de guitarras como "Nothing Ever Happened", a la altura de lo mejor de unos Sugar. No en vano, David Barbe, miembro de aquel trío encabezado por Bob Mould, es el responsable de parte de la producción de "Weird Era Cont.", un segundo cd de obsequio que, pese a su carácter de disco de descartes, convive en armonía con un trabajo principal que discurre de un modo en el que parece que no sobre ni falte nada, una montaña rusa emocional plagada de sensibilidad y sensualidad.

Canción del día: "Operation" (Deerhunter)

Frase del día: "La música no se creó para escapar de algo, sino para poner el cuentakilómetros del cerebro a cero" (Leo, de Nudozurdo)

martes, octubre 28, 2008

"Tiro en la cabeza", de Jaime Rosales. La insoportable pretenciosidad del "auteur".

Hay dos formas de acercarse a "Tiro en la cabeza". Sabiendo de qué va: es una reconstrucción de los momentos previos y los asesinatos de Capbretón. Lo vemos todo en plan voyeur, a través de teleobjetivos, con sonido ambiente pero sin diálogos, desde fuera de las ventanas o desde la otra acera, pasando incluso coches por delante. Como sabes lo que va a suceder, no te dice nada: sabes que te va a contar la (aburridísima) vida cotidiana de un sujeto que luego va a matar a unos policías.

Sin saber de qué va: estas viendo la vida cotidiana de un sujeto y, si consigues llegar al final, al final mata a unos policías.

Al salir de la sala oscura del cine, la vida era como la película. El mismo sonido ambiente (básicamente, de coches pasando), la gente haciendo sus cosas por ahí... ¿La vida era como la película? No. Era MEJOR. Yo no era un voyeur o un mero sujeto pasivo (aunque lo soy de muchas cosas). Interactuaba con la acera, mis pies ejercían el sentido del tacto al caminar, olía la contaminación, podía tocar los pósters de las paredes, me adelantaba un tío con sombrero cantando, veía a un indigente llamándole "mariquita" a otro que le contestaba gritándole "hijo de puta" y, juro que todo esto es estrictamente verídico, una chica disfrazada de princesa intentó regalarme un cepillo de dientes en plena calle.

"Tiro en la cabeza" obtiene un extraño logro: como presunta representación verista de la vida (lo del terrorismo o la ideología me parece absolutamente irrelevante en este caso) es el perfecto ejercicio de anti-cine. Reproduce la vida de tal modo que la vida nos parezca más interesante. Se convierte así en la antítesis de lo que, se supone, suponía el cine clásico: diversión, evasión, fábrica de sueños. Gestión de los acontecimientos, emociones y sorpresas, generalmente increibles (peliculeras), de tal modo que se compartimentalicen en hora y media y te tengan en vilo o, al menos, entretenido. En otro mundo.

Se puede aplaudir como experimento arriesgado y valiente, por violar las reglas básicas del espectáculo cinematográfico. Pero no es tan original como parece: "Las horas del día", debut de Rosales, era lo mismo pero con diálogos. A mí, en realidad, esto me recordó a aquellas pelis de Andy Warhol de los 60 como "Sleep", en las que filmaba a un tipo durmiendo y ya estaba. Hace casi cincuenta años de aquello, así que la supuesta vanguardia de "Tiro en la cabeza" no lo es tanto.

Al final de todo, y lo que consideraba el director como más importante: ¿induce la película a la reflexión? A mí, desde luego, sólo me indujo al desinterés total por lo que quisiera contarme, al más solemne aburrimiento. Y, una vez más, utilizo vía Nacho Vegas esa frase de Michi Panero que tanto me gusta: En esta vida todo está permitido menos ser un coñazo.

Canción del día: "Another World" (Antony & The Johnsons)

Frase del día: "El dinero no trae la felicidad, calma los nervios de la nación" (Proverbio italiano)

lunes, octubre 27, 2008

"El abogado del terror", de Barbet Schroeder. Retrato de un enigma.

Vergès. Jacques Vergès. El más polémico abogado de la historia se merecería una película y Barbet Schroeder ha tenido la habilidad de encontrarla. Su excentricidad, su egolatría, su lucidez y su aventurera biografía podrían haber dado para una gran peli de ficción, pero el director alemán ha preferido optar por un documental generoso en duración y en profusión de datos pero que, finalmente, ni encuentra (ni busca) ninguna conclusión, ningún juicio de valor. A medida que nos va apabullando con información, que avanza el metraje, las incertidumbres y los enigmas crecen, la confusión aumenta, y ahí radica gran parte de su encanto.

Varias entrevistas al propio Vergés se alternan con testimonios de gente que le ha conocido (sólo se echa en falta la de su primera esposa, la terrorista/heroína argelina Djamila Bouhired) e imágenes de archivo, pero el abogado, protagonista indiscutible, se limita a mostrar y ocultar lo que él quiere (sus secretos siguen siendo secretos) mientras que el resto de interlocutores especulan sobre ello. Lo más llamativo, sin duda, es la misteriosa desaparición de Vergès entre 1970 y 1978. Él sólo se limita a reconocer que apareció un par de veces por París de incógnito mientras que otras voces discuten sobre si estaba o no en Camboya con Pol Pot. En las entrevistas promocionales que se han hecho sobre el documental, muchos periodistas han preguntado al abogado sobre su paradero en aquellos años. Él siempre ha declinado responder a esa pregunta.

Una cosa que me fascina de la película es que no hay escenas de juicios pero, en los testimonios de gente que estuvo presente, debieron ser espectaculares según lo que cuentan del comportamiento de Vergès. Tampoco se centra demasiado en sus casos más famosos: no se habla de su intento de defender a Slobodan Milosevic y se pasa de refilón sobre su defensa de Klaus Barbie, dejando que sea uno de los mejores amigos de Vergès quien lo resuma todo en una sentencia: la idea era demostrar que Francia no podía condenar a un nazi porque ellos en Argelia habían utilizado los mismos métodos. Sí cede bastante espacio a sus relaciones con el terrorista alemán Carlos "El Chacal" y su amante-ayudante, Magdalena Kopp, dejando entrever que pudieron conformar un 'bizarre love triangle'.

Volvemos a Argelia. Ahí comienza la historia con la apasionada defensa de Djamila
Bouhired para trazar, en paralelo, una historia del terrorismo internacional iniciada en el marco de los movimientos de descolonización de los años 50 y 60 (términos, por cierto, el de "terrorismo" y el de "liberación nacional" o "lucha por la libertad", ambiguamente intercambiables en función de quién o cuándo los usa). Vergès aparece como personaje omnipresente mientras alrededor vemos todo tipo de conexiones que dejan en paños menores a todos los thrillers conspiranoicos de la ficción cinematográfica: nazis suizos y movimientos de liberación africanos, fundamentalistas islámicos, democracias occidentales, servicios de inteligencia del telón de acero..., todo un cristo geopolítico que desafía creencias y convicciones para marcarnos con un gran interrogante.

Finalizo con otro. En caso de que prosperase un improbable juicio post-mortem a Franco, ¿se ofrecería Vergès a defenderle?

Canción del día: "Muerte en Plasencia" (Klaus & Kinski)

Frase del día: "Definid o seréis definidos" (Thomas Szasz)

domingo, octubre 26, 2008

"Solo quiero caminar", de Agustín Díaz Yanes. No vale nada la vida, la vida no vale nada.

Tras dos bodrios como "Sin noticias de Dios" y "Alatriste", tenía expectativas por ver esta especie de secuela de "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto", la película buena de Díaz Yanes. El director retoma -además del personaje de Victoria Abril, que es el mismo- buena parte de los elementos que hicieron aquella peli tan interesante: la redefinición del cine negro desde una perspectiva muy personalmente feminista, la sordidez, el fatalismo o el tratamiento tan crudo de la violencia.

Estas características son precisamente las que salvan a "Solo puedo caminar", añadiendo además un toque más evidente de humor negro (la secuencia de "Hay poesía en tus labios" es impagable) y poniendo el dedo con más fuerza en la llaga de la dominación de género. Aunque pueda parecer bastante inverosímil imaginarse a Victoria Abil, Ariadna Gil, Elena Anaya y Pilar López de Ayala como unas (bastante inusuales) heroínas de acción puteadas por la vida y el patriarcado y en busca de venganza, más inverosímil era ver algo parecido en "Bullet Proof" de Tarantino, y sin embargo quedaba bien. Con el de Diego Luna como único personaje masculino redimido, el resto son unos capullos integrales que sólo merecen el infierno.

Hasta aquí, por tanto, todo muy bien, junto a una fotografía agobiante que acentúa ese ambiente de vidas chungas y falta de esperanza. También resulta curioso el uso de la música (incluso con el "Omega" de Morente, cuya utilización es bastante llamativa), pero donde la cosa hace más agua es en un guión farragoso, de rítmica desigual, que hace que la cinta se vuelva aburrida por momentos. Aún así, puede pasar perfectamente como la mejor peli española de este año, lo cual demuestra cuál es el estado de las cosas.

Canción del día: "El día de las medusas" (Joe Crepúsculo)

Frase del día: "Es triste que se tenga que tener una mala experiencia en la vida para expresar mejor el dolor" (Falete)

jueves, octubre 23, 2008

Björk habla sobre "Náttúra"

Primero fue un concierto celebrado junto a Sigur Rós y retransmitido en directo por la web de National Geographic (al que asistió el 10% de la población de Islandia). Más recientemente, la noticia de que Björk había vuelto a grabar un tema junto a Thom Yorke titulado precisamente "Náttúra" ha puesto más atención mediática sobre la implicación de la artista en esta organización destinada a proteger el medio ambiente en la también amenazada Islandia. En esta entrevista con Pitchfork en dos partes, la artista habla sobre todo esto, sobre su futuro artístico, la incidencia de la actual crisis económica sobre su país e incluso se posiciona políticamente a nivel local de un modo muy nítido.

Canción del día: "We Are Beautiful, We Are Doomed" (Los Campesinos!)

Frase del día: "Probablemente no hay Dios. Ahora deja de preocuparte y disfruta tu vida" (Cartel publicitario en los autobuses londinenses, ideado por un particular y financiado por suscripción popular)

miércoles, octubre 22, 2008

"Casual Day", de Max Lemcke. El mundo de la empresa es, como sabíamos, un asco

Algunos de los momentos más hilarantes de mi vida reciente se produjeron cuando algunas de mis amistades que trabajan en empresas multinacionales me contaban que se tenían que ir, por imperativo laboral, un par de días a algún paraje recóndito a hacer deportes de aventura de estos que terminan en "ing", juegos chorras varios y otras cosas para aprender a convivir, trabajar en equipo y fomentar el espíritu de pertenencia a la empresa de la forma más chupi guay posible. Una idea que, desde la cultura hispánica y la del sentido común (no necesariamente relacionadas, huelga decirlo) es todo un disparate.

Pero, ¡ah!, un disparate con grandiosas posibilidades humorísticas. ¡Qué habría hecho el difunto Azcona, mejor si aliado con Berlanga, ante un "Casual Day"!. La película resultante, sin embargo, entronca más con ese cine coral, de aire un tanto moderno, y con situaciones y diálogos de la escuela "Camera Café"-"Club de la comedia"-"Publicidad ingeniosa", que es lo que se estila ahora, y cuyo mejor ejemplo sería la bastante superior "Smoking Room". "Casual Day", de hecho, podría ser perfectamente una secuela de aquella: los mismos trabajadores, tras ser el negocio comprado por una multinacional, haciendo el chorra en medio de las montañas. Incluso hay situaciones (el tipo que se indigna porque no le dieron la figura de un osito ensayando lo que va a decir ante la puerta de su jefe) que parecen calcadas de la peli de Wallowits y Gual.

Entre la aparición de ciertos tópicos previsibles que revelan la imposibilidad de que esta filosofía de la empresa moderna y de imagen enrollada se adapte a nuestra cultura (machismo, relaciones de poder siempre visibles, trampeo, enchufismo, amor por el brandy y el putiferio) y una trama central que desdibuja a los demás personajes que aparecen por ahí, la película se queda en un mero encadenado de situaciones y diálogos más o menos graciosos, pero siempre dejando la sensación de que se le podría haber sacado bastante más partido a las posibilidades que ofrece algo así. Y si sale para adelante, es sobre todo gracias a la apuesta segura de ese gran elenco de comediantes encabezado por Juan Diego y Luis Tosar, con la gran revelación de Estíbaliz Gabilondo.

Canción del día: "La distancia adecuada" (Christina Rosenvinge)

Frase del día: "Cuando piensas en el futuro, el presente no sale bien" (Ricky Rubio)

martes, octubre 21, 2008

"Encuentros en el fin del mundo", de Werner Herzog. Un viaje a la Antártida diferente.

Se acaba de estrenar en Madrid el nuevo documental de Werner Herzog (sí, el hombre que se comió un zapato hace seis 'posts'). El alemán comienza "Encuentros en el fin del mundo" diciendo que acudió a la Antártida a filmar invitado por la National Science Foundation pero dejándoles claro "que no pensaba hacer el típico documental sobre pingüinos". Al final, sí filma a los pingüinos, pero abordándolo de un modo que es, como el contenido de toda la peli, Herzog en estado puro.

Como es habitual en su obra de no-ficción, el cineasta es el protagonista, narrando su periplo y sus impresiones en una omnipresente y simpática voz en off. Entre sus reflexiones, las imágenes que capta y sus entrevistas a los personajes que se encuentra en la estación de McMurdo (aventureros, soñadores o locos, quizá todo a la vez, seres con las peculiaridades suficientes como para haber emigrado hacia el lugar más cercano al fin del mundo) se percibe cómo Herzog huye de los elementos del típico documental de divulgación para lanzar un caótico torrente de ideas filosóficas sobre la naturaleza y la especie humana.

Al ser hecho en formato digital, por muy alta que sea la definición, el documental pierde impacto cuando trata de plasmar la belleza en imágenes (por ejemplo, de esos seres submarinos que parecen de ciencia-ficción), evidentemente muy por debajo de National Geographic y esas cosas, pero lo gana en la captación de testimonios y en los hallazgos de momentos reveladores, insólitos o arrebatadores, que hay muchos. Yo me quedo con dos: los sonidos emitidos por las focas debajo del hielo (algo así como un cruce entre Boards Of Canada y la banda sonora de "Planeta prohibido") y la imagen del pingüino loco, en soledad, encaminándose hacia las montañas en busca de una muerte segura. Lo dicho: Werner Herzog en estado puro.

Enlace: "Grizzly Man" en Perdiendo Mi Eje

Canción del día: "Les aspects positifs des jeunes énergies négatives" (Experience)

Frase del día: "El cine no es un arte de escolares, sino de iletrados, y la cultura fílmica no es análisis, es agitación de la mente. Las películas nacieron de las ferias de los pueblos y de los circos, no del arte y del academicismo" (Werner Herzog).

lunes, octubre 20, 2008

"Kill Your Idols", de S.A. Crary. La Edad de Oro del under-underground neoyorquino

Hasta este jueves se puede ver libremente en pitchfork.tv el documental "Kill Your Idols", original de 2004 y dedicado a dos momentos bien diferentes de la escena underground neoyorquina: el de finales de los 70-comienzos de los 80 y el de comienzos de los 2000.

Scott Crary pasa de otros contemporáneos más reconocidos por públicos más amplios (Ramones, Television, Blondie, Patti Smith, Talking Heads) y decide centrarse en la escena conocida como 'No Wave', una forma extrema de creación subterránea al punk y que buscaba una expresión completamente libre, sin agarrarse a ninguna referencia previa. Glenn Branca lo define muy bien en la peli al decir que incluso el punk bebía del blues y que ellos querían evitar ese tipo de filiaciones, crear de la nada. Hay ausencias evidentes entre la pluralidad de voces que se intercalan, como puedan ser James Chance o John Lurie, pero, en general, en ese comienzo se va explicando bastante bien en qué consistió aquello: el éxodo de gente con inquietudes creativas que se iba a Nueva York y la relación de ese entorno insomne y lumpen (Michael Gira, de The Swans, introduce muy oportunamente la referencia de "Taxi Driver"), en relación con una sub-escena que se podía dar con un canto en los dientes si un día hacían una mención a algo de ello en el Village Voice.

Entre algunas imágenes de conciertos, brevísimas pero muy definitorias, se van sucediendo los testimonios de Martin Rev (Suicide), Arto Lyndsay, Lydia Lunch, J.G. Thirlwell o, mi favorito, un Jim Sclavunos (actual compinche de Nick Cave) que narra con una hilaridad entrañable su doble iniciación en Teenage Jesus & The Jerks: como músico y como hombre, al ser desflorado por la Lunch y, posteriormente, tenerle que oír que ella estaba muy interesada en la cirugía cerebral.

Hay un salto hasta 1982, básicamente utilizado para introducir a Sonic Youth y dejar que Thurston Moore y Lee Ranaldo den su opinión sobre el tema (también Gira y Thirlwell). Pero lo realmente interesante es cuando da un nuevo salto hasta el tiempo presente (2002, que es cuando se rodó) e intenta establecer una comparativa entre aquellos y sus supuestos sucesores. Entonces vemos que, frente al discurso reflexivo y esa contemplación del pasado por parte de los veteranos, los nuevos artistas (The Yeah Yeah Yeahs, Liars, Gogol Bordello, Black Dice, ARE Weapons) hablan del presente de un modo más atropellado y superficial, a veces arrogantemente indolente. Visto el documental seis años después, la comprobación de que artistas como ARE Weapons se quedaron en flor de un día sin apenas obtener notoriedad refuerza la idea de la frugalidad de esa segunda escena. Una excepción es Eugene Hutz (Gogol Bordello), aunque su actitud más cercana al punk multicultural, combativo y sin ironía, sólo entronque muy tangencialmente con sus compañeros de documental. Hutz está muchísimo más cerca de Joe Strummer (o Manu Chao) que de Suicide.

Ya me habían advertido de eso y es cierto: Karen O y Nick Zinner (Yeah Yeah Yeahs) quedan como unos pijos tontainas tanto por sus declaraciones como por las de los demás, pero ellos mismos revelan el dato que supondrá el cambio de paradigma decisivo: el día que 40.000 personas les vieron en Roskilde. Sobre ese tipo de cosas (además de la música para anuncios o la absorción por parte de la industria y toda la cultura corporativa de este "nuevo underground fashion") girarán los útimos minutos donde, ante la indefensión (o la propia autoincapacidad para defenderse) de los vástagos, los padres del movimiento se despachan a gusto. Especialmente radical al respecto se posiciona Lydia Lunch. "No hay nada importante en lo que están haciendo" es una de sus opiniones más suaves, y también es hábil al aplicar a esta música el término "gentrification", como el fenómeno urbano en que los barrios más deprimidos fueron reconvertidos (y encarecidos) para albergar a una nueva burguesía bohemia. El propio James Chance, en una entrevista previa, me confirmaba la idea de que, si en el Nueva York de su generación, la gente iba allí realmente a buscarse la vida y tenía que lidiar con la pobreza y la delincuencia, ahora quien va es gente de pelas con inquietudes creativas. Evidentemente, todo el peso de la nostalgia tiene bastante peso desde dos ópticas: ¿Están haciendo un ejercicio nostálgico los jóvenes artistas al retomar cosas hechas por ídolos de hace 25 años? ¿Son nostálgicos los viejos al afirmar tan vehementemente que su generación fue mejor?

El documental me da que pensar en otras cosas. Fuera del ámbito estrictamente musical, ¿qué impacto tuvo esa sub-escena underground sobre la gente, si lo tuvo sobre alguien?, ¿cómo se relacionaba con el escalafón inmediatamente superior: el de Ramones y Patti Smith? o, desde una reflexión más profunda: el hecho de crear desde la nada y de una forma tan aventurada y arriesgada, sin importar un bledo el impacto, éxito, reconocimiento, etc., ¿es suficiente para ser visto como un valor en sí mismo? Y, al contrario, ¿es la búsqueda del éxito, el interés por llegar a la gente, un valor negativo per se?

Canción del día: "The Tears And Music Of Love" (Deerhoof)


Frase del día: "¡No me extraña que los hombres peguen y maten a las mujeres!" (una señora en la cola del supermercado después de que otra señora no la dejase pasar delante porque ella llevaba un solo producto).

sábado, octubre 18, 2008

Entrevista a Panda Bear/ Animal Collective

Ayer se publicaba en La Luna de Metrópoli la entrevista que le hice a Panda Bear de Animal Collective. El texto lo podéis ver aquí. Y, a continuación, la transcripción completa de la conversación.

¿Tudo bem?
¡Tudo bem!

Vais a comenzar ahora una nueva gira europea. ¿Será un concepto de concierto similar al que vimos en el último Primavera Sound o van a cambiar muchas cosas?
No, va a ser realmente muy similar. En ese concierto habíamos tocado el nuevo grupo de canciones que teníamos, que hemos finalizado de grabar ahora y esperamos que salgan en un nuevo álbum en enero. Son canciones con las que llevábamos trabajando casi dos años.

¿Estáis ensayando?
No. Desde que vivimos separados sólo nos juntamos en momentos muy específicos para trabajar. Volveremos a hacerlo en enero, antes de comenzar el siguiente segmento de la gira, pero ahora mismo, creo que hemos tocado tanto este repertorio que las conocemos muy bien. Lo que sí hacemos es practicar mucho individualmente.

¿Cuál es la formación actual de Animal Collective?
Vamos a ser tres. Deakin no toca con nosotros desde que empezamos la gira de “Strawberry Jam”. Él está haciendo sus propias cosas ahora mismo. La forma en que trabaja la banda, siempre ha permitido a que sus miembros hiciesen lo que quisiesen. En “Sung Tongs” éramos sólo dos, así que la gente siempre viene y va.

También os habéis caracterizado por utilizar el directo como un campo de pruebas en el que tocábais los temas antes de grabarlos. ¿Ha dejado de ser así, teniendo en cuenta que ya tenéis un nuevo disco finalizado?
Bueno, en realidad ninguno de nosotros se siente como que esté practicando cuando se encuentra en el escenario. Trabajamos mucho en el repertorio antes de salir y presentarlo ante un público. Tocar cosas que estén medio finalizadas sería poco respetuoso para la audiencia. Al mismo tiempo, al trabajar con una canción o un grupo de canciones hace que vayan encontrando su punto. Así nos damos cuenta de qué cosas funcionan mejor y cuáles no. A veces canto alguna parte de modo diferente, improviso cosas en el escenario y me doy cuenta de que eso suena bien y puede convertirse en parte de la canción, pero suelen ser pequeños cambios, nada importante.

¿Puede darse el caso de que, cuando salga el álbum en enero, y después de haber tocado las canciones tanto tiempo, os parezca que se ha quedado anticuado porque los mismos temas suenan en vivo mucho mejor?
Creo que enfocamos las cosas de un modo muy diferente cuando tocamos en vivo que cuando grabamos un disco. Con “Strawberry Jam” giramos tanto antes de grabar que creo que las canciones perdieron bastante frescura. Eso no nos había pasado antes, pero en directo buscamos una atmósfera diferente, nos centramos especialmente en la energía que se crea sobre el escenario, la forma en que te relacionas con los demás músicos y con el público, el sentimiento que haya en la sala. En cambio, con el disco tienes que hacer algo que valga la pena escuchar mil o dos mil veces. El vivo se refiere a un momento determinado, lo que suceda desaparecerá para siempre. Algunas cosas que funcionan bien en vivo no lo hacen tanto en disco y viceversa, y debemos estar alerta ante eso en la mayor medida en que podamos.

En directo os estáis acostumbrando a remezclar temas antiguos y juntarlos en una especie de medleys. ¿Cuál es la idea detrás de eso? ¿Pensar que las canciones son algo en movimiento y que, además, pueden dialogar entre ellas?
El principal motivo, que es algo que empezamos a probar hace tres o cuatro años, fue que había tanta gente viniendo a nuestro conciertos que no había escuchado todos nuestros discos pero sí conocía un par de canciones que quería escuchar, así que pensamos que deberíamos tocar más temas antiguos en lugar de centrarnos sólo en el nuevo material, que era lo que nos parecía más excitante, así que la solución fue recuperar algunas antiguas pero volver a trabajarlas en el estilo de las que estábamos haciendo más recientemente. Las tocábamos, pero a veces parecen escondidas o irreconocibles.

Se ha dicho del nuevo álbum que va a ser más electrónico y más cercano a la música de baile y el r&b…
Bien, es definitivamente más electrónico. El resto es más subjetivo porque puede que yo haya dicho eso, pero para alguien que sea muy fan de la música de baile y el r&b no le va a sonar tanto a eso. Para mí sí que tiene elementos de eso, de la producción de hip hop y de dance, pero eso encuentra su camino dentro de la música, que sigue teniendo nuestro carácter y nuestra personalidad. Creo que podría responder sí y no a esa pregunta, dependiendo de la perspectiva con que lo quieras ver.

¿Os estáis liberando de las guitarras?
Aquí hay muy pocas, creo que sólo en una canción y ni siquiera suena como una guitarra. “Strawberry Jam” ya tenía muy pocas.

Normalmente se habla de Animal Collective como un grupo vinculado a la vanguardia y a la experimentación, pero también de gente que está haciendo un nuevo pop. ¿Creéis que hacéis música para una élite o buscáis a la gente común?
Ciertamente, no quiero hacer música que sólo pueda disfrutar un tipo determinado de persona o de grupo. Espero que estemos haciendo música que esté abierta a cualquiera. No me gusta el esnobismo musical.

Parte de vuestra inspiración viene de música muy antigua, grabaciones de campo africanas, por ejemplo. Es música popular: tribal, extática y vitalista. ¿Son esas vuestras intenciones al tocar en vivo?
Sí, de eso trata, y esa es la música que realmente nos excita, también cuando es muy rítmica.

¿Hasta qué punto os consideráis alejados de las dinámicas normales de la industria?

Creo que está ya bastante extendido que somos particulares en casi todo. Debe ser un poco difícil trabajar con nosotros por lo peculiares que somos, en cómo queremos presentar las cosas, cómo grabamos, nuestros diseños y empaquetados, la publicidad, cuándo y cómo giramos… siempre tenemos algo que decir sobre todo.

¿Quién escribe las letras?
Normalmente Dave [se refiere a Dave Portner, Avey Tare] o yo.

La gente no les suele prestar mucha atención. ¿Qué importancia tienen en la banda?
Creo que la respuesta sería diferente dependiendo de a quién le preguntes. Para mí, es un elemento tan importante como todos los demás. Si yo escribo una melodía, puedo pensar que está más o menos bien pero no va a tener un poder tan duradero para mí como si le adhiero algo que para mí tenga un valor. Si eso sucede, la canción se vuelve una fuerza mucho más poderosa, en mi vida y en mi forma de pensar en las cosas. Para mí es algo que cada vez se ha vuelto más importante. Tampoco me considero un chico de poesía. Yo normalmente soy el que tiene menos elementos metafóricos, me gustan las cosas directas, simples, poco complicadas.

Sois adorados por los críticos. ¿Cómo os tomáis esas cosas? ¿Pensáis: “Vaya, parece que lo estamos haciendo bien” o pensáis: “¡No, no somos tan buenos!”?
En todo momento, siempre hay alguien que dice: “Me gusta esto”. Puede ser mi madre, mi padre, un periodista musical… y siempre te sienta bien que a alguien le guste lo que estás haciendo, pero no le doy especial valor a un crítico de rock, no más que a ninguna otra persona.

Desde que vives en Lisboa, ¿Has descubierto mucha música portuguesa?
Sobre todo material antiguo, no escucho tanta música contemporánea, sino cosas tradicionales. Hay una especie de música festiva que está ahora de moda, es un poco tonta, pero me gusta.

¿Lo llevas de algún modo a tu sonido?
No conscientemente. Puede que haya seguido su camino hacia ella de algún modo, pero no puedo decir que esté haciendo nada por influencia de la música portuguesa.

¿Tienes ya ideas para un nuevo trabajo como Panda Bear?
Llevo ocho meses trabajando mentalmente en ello, y quiero hacer lo opuesto a lo que hice antes. Las primeras canciones están saliendo y me estoy dejando llevar, pero no tengo una idea particular sobre lo que quiero hacer exactamente, como sí sucedió con "Person Pitch". Necesitaba visualizar la cosa de antemano y luego intentar juntar las canciones. Ahora tengo un puñado de canciones e ideas, pero creo que las sacaré todas como singles de 7”, o puede que en mp3, pero sólo canciones pequeñas porque en el 7” no puedes sobrepasar los cuatro minutos sin sacrificar la calidad de sonido. Serán canciones muy cortas, por tanto.

Canción del día: "Levi Stubbs' Tears" (Billy Bragg) In memoriam

Frase del día: "Todo el mundo puede tener saudade. Si les quitas el hueso, tienen saudade del hueso que antes les has dado" (Antonio Sergio)

jueves, octubre 16, 2008

Jim Jarmusch y John Lurie a la pesca del tiburón

La semana pasada descubrí en la TVG un programa que se llama "Hai que mollarse" y en el que gente más o menos famosa se va a pescar a sitios de su predilección. La idea está bien, pero no supera a la monumental "Fishing With John", que se emitió en EE UU en 1992. En el libro "Jim Jarmusch. Itinerarios al vacío" (T&B, Festival Internacional de Cine de Las Palmas, 2003), Quim Casas define así la serie: "Mezcla de reportaje, performance artística, parodia, documental y reunión de amigos ideada por John Lurie para un canal televisivo independiente. El líder de The Lounge Lizards viaja por distintas partes del mundo para hablar de pesca y compartirla en compañía de Tom Waits (Jamaica), Matt Dillon (Costa Rica), Willem Dafoe (Maine), Dennis Hopper (Tailandia) y Jim Jarmusch (Montauk)".

La pareja se va a ese lugar, a tres horas de Manhattan, a ni más ni menos que la pesca del tiburón. "Cada vez que te aproximas a él sabes que vas a ser parte de su menú", dice el narrador seguido, de un "¡Oh, qué mundo maravilloso!" en, como dice de nuevo Casas, una clara desmitificación de este tipo de documentales.

Aquí podéis ver el comienzo del capítulo, y entrar en los enlaces hasta verlo entero.

Canción del día: "Temporary Famine Ship" (Indian Jewelry)

Frases del día: "La mayoría de bandas que han intentado sonar como nosotros ahora trabajan en un McDonald's"/ "Yo no hago footing: yo corro" (Liam Gallagher)

miércoles, octubre 15, 2008

¿Declaramos la guerra a Europa?

Observo con cierto estupor las reacciones ante la decisión de la UEFA de clausurar el Vicente Calderón durante varios partidos después de que la policía nacional y los hinchas del Olympique de Marsella acabasen a palos en el último partido de la Champions League. En esta España que se supone invertebrada, balcanizada, rota y, encima, en crisis, todo el mundo, empezando por el presidente Zapatero, clama al cielo como una piña y se raja las vestiduras ante la injusticia cometida por el comité europeo. El ministro de Industria, ante una avalancha de micros y cámaras, declara encolerizado que "es un atraco a mano armada" y que apoya "al Atleti a muerte". En el siguiente plano del telediario, un miembro del PP aparece expesándose en similares términos (y defendiendo la actuación de las fuerzas del orden, quizá por primera vez en la historia de su partido desde que está en la oposición). A continuación, una reportera aborda ¡¡al presidente del Real Madrid!! en las gradas del Master de tenis, quien también muestra su indignación ante la decisión disciplinaria. Por último, y no por ello menos importante, un directivo atlético afirma en rueda de prensa que, aparte de que el altercado fue provocado por los hinchas marselleses, que son unos energúmenos, y que la policía nacional se comportó de forma totalmente correcta, desmiente la acusación de racismo sobre su afición, ya que "los gritos de ¡kun¡ ¡kun! ¡kun! eran mensajes de ánimo (en concreto, al jugador "Kun" Agüero) y no imitaciones de los sonidos que hacen los monos" (posible alusión a que había jugadores de raza no blanca en el equipo francés).

Todo esto, más real que la ficción más satírica, llega pocos días después de que la selección inglesa diga que no quiere jugar en el Santiago Bernabeu contra España por un precedente en el que los hinchas del Madrid profirieron gritos similares que se interpretaron como racistas.

Y exactamente un día después de haber leído el revelador, acojonante y magistral reportaje "La guerra del fútbol", escrito por la mano de Dios: es decir, Ryszard Kapuscinski. El escritor polaco narra el estallido de un conflicto bélico entre Honduras y El Salvador en 1969, después de que sus equipos nacionales se disputasen una plaza para el Mundial de México. En el partido de ida, una multitud rodeó el hotel de Tegucigalpa en el que se hospedaba la selección salvadoreña e hizo todo lo que estaba en sus manos para que no pegaran ojo. Tras la victoria de Honduras por 1 a 0, una muchacha salvadoreña de 18 años cogió la pistola de su padre y se quitó la vida.

Dice Kapuscinski que al entierro de Amelia Bolaños, "una joven que no pudo soportar la humillación a la que fue sometida su patria" acudió la capital entera, se retransmitió por televisión y contó como protagonistas con el presidente de la república y todos sus ministros. En el partido de vuelta, ya se pueden imaginar. A Mario Griffin, entrenador de Honduras, se le atribuyen las palabras "menos mal que hemos perdido este partido". De lo contrario, los jugadores no habrían salido con vida. Ganó El Salvador 3-0. Sí murieron dos aficionados hondureños, varias docenas fueron hospitalizados y 150 coches incendiados. Horas después, se cerraba la frontera entre los dos países. Al día siguiente, una bomba caía sobre Tegucigalpa.

El reportero polaco, aconsejado por un amigo suyo latinoamericano, marchó a Honduras porque sabía lo que iba a suceder, que iba a haber un buen tomate. Lo que cuenta en las siguientes páginas es, como en muchas de sus crónicas, revelador de lo absurdo, estúpido y salvaje que hay en la especie humana. De repente se encuentra en medio de una guerra atroz, se ve corriendo a oscuras por las calles de Tegucigalpa en toque de queda con el temor de que en cualquier sitio salga alguien y le dispare por hacer ruido, core de día entre barricadas y caos mientras observa pintadas del tipo "¡Vengaremos el 3 a 0!" o "¡Cubra la infamia a Porfirio Ramos, que se acuesta con una salvadoreña!".

Junto a otros corresponsales internacionales, Kapuscinksi se va al campo de batalla y, de repente, se encuentra en una tierra de nadie fronteriza donde les puede caer un balazo desde cualquiera de las dos partes. Ese sería el comienzo de una larga serie de aterradoras vicisitudes, que culminan cuando es capturado por un soldado hondureño que, gracias a su pasaporte y una autorización del ejército de su país, se apresta a conducirle a la retaguardia. Mientras eso sucedía, y aún en pleno campo de batalla, arrastrándose por la selva, el soldado le dice: "Señor, mire cuántos zapatos. Toda mi familia anda descalza". Mientras el reportero sólo piensa en salvar el pellejo, el soldado, un pobre campesino que no sabía por qué luchaba pero "que lo mejor era callar", volvía a la zona de peligro para recolectar todos los zapatos que pudiera y esconderlos en un lugar secreto para, cuando finalizase la contienda, llevárselos a los suyos.

"La guerra del fútbol duró cien horas", escribe Kapuscinski. "El balance: seis mil muertos, veinte mil heridos. Alrededor de cincuenta mil personas perdieron sus casas y sus tierras. Muchas aldeas fueron arrasadas". Tras 37 páginas narrando todo ese acojonante sinsentido, el polaco dedica las últimas tres, casi a traición, a explicar las verdaderas causas de la contienda: las salvajes relaciones de dominación de las oligarquías latifundistas sobre los campesinos en ambos territorios y una normativa hondureña en que se obligaba a los campesinos salvadoreños que estaban en su territorio (El Salvador es muchísimo más pequeño y la densidad de población mucho más alta) a volver a su país de origen. Eso acrecentó una tensión que estallaría finalmente con el fútbol, que "ayudó a enardecer aún más los ánimos de chovinismo y de histeria seudopatriótica, tan necesarios para desencadenar la guerra y fortalecer así el poder de la oligarquía en los dos países".

Éste es el párrafo con el que concluye el reportaje: "Los dos gobiernos estaban satisfechos de la guerra porque durante varios días Honduras y El Salvador habían ocupado las primeras planas de la prensa mundial y habían atraído el interés de la opinión pública internacional. Los pequeños países del Tercer Mundo tienen la posibilidad de despertar un vivo interés sólo cuando se deciden a derramar sangre. Es una triste verdad, pero así es".

Volviendo al affaire Atlético-Olympique, ha coincidido en titulares con las medallas del ministerio de cultura al mérito en las bellas artes, entregadas en A Coruña. Titulares copados, fundamentalmente, por Antonio Banderas. Entre los condecorados, "por contribuir a un mundo mejor", figura José Tomás, matador de toros.

Que tengan un buen día.

Canción del día: "Ping Pong" (Stereolab)

Frase del día: "Prohibido hablar de la crisis" (Cartel en restaurante madrileño)

sábado, octubre 11, 2008

Cuatro pilares

Uno. Siempre llovía en octubre en esta casa, y aquel día no fue la excepción. Larga mesa de comida familiar, tanta gente que ya no está y yo, en el cobijo de mi habitación, a salvo de todo y disfrutando de un día sin clase, veía los mares de gotas tras el cristal mientras me sumergía en la caja de Bruce. En cada uno de sus vinilos, en las fotos de conciertos épicos, gasolineras nocturnas, malas calles y Asbury Park, en la parrafada de "Growing Up", en los textos de cada una de las canciones, en las ganas de cantar a gritos "Born To Run" buscaba la huida de aquellos diecisiete años en que la falta de vida me aplastaba.
Me desquité, supongo, ahora que debo confesar que en algún rincón oculto hay una fotografía mía pixelada que, a cambio de mantener mi fragor juvenil, va depositando en el rostro un rictus violento, turbio, degenerado. Dorian nos lleva a cualquier otra parte. Hay otra foto, la de aquella habitación, que apenas ha cambiado. Cada vez que me reencuentro con ella parezco haber tenido la habilidad de parar el tiempo. Concédanme tres deseos y éste será el segundo de ellos. Aunque, ya se sabe, hay que tener cuidado con lo que se pide. Eso es lo que dije la última vez que me pedí un Santa Teresa a palo seco.

Dos. Algo había cambiado. Otoño es la estación del silencio. Sólo aquel otoño estuve en Zaragoza. Bueno, y en un viaje de Barcelona a Madrid donde un coche se averió y nos alojaron en un hotel lleno de motivos romanos muy kitsch, pero eso no cuenta. Vuelvo a aquel otoño en el que algo había cambiado. Me despedí de una forma muy indigna de mí a alguien a quien no volví a ver jamás. Había agotado el primer deseo que habría pedido en 1994. En Bruto y La Estación del Silencio. "Almost With You" en el Interferencias. El Tubo y el Rollo. Pisé una mierda con mi zapato y no me dio suerte. Y vi por única vez a Jesulín de Ubrique. Siempre pensaré que él tuvo la culpa.

Tres. Aquel día no podía parar de estornudar. Nunca estornudé tanto en mi vida. Tanto, que hasta estornudaba por los ojos. Me ahogué en un abrazo y estornudé en unos labios ajenos a los que prometí llevar a la luna. Nos bebimos la luna, con el mar embravecido a nuestras espaldas, al son de "Boys Don't Cry". Luego nos la comimos a dentelladas, como quien muerde la hostia de la primera comunión. Se había cumplido mi tercer deseo. Hay cosas de los deseos que nunca se dicen: una, que siempre se cumplen cuando menos te lo esperas y no en el momento en que más los deseas, sino más tarde, cuando la intensidad del deseo ya está remitiendo. Dos, que no son como te lo esperas. Y tres, que caducan.

Cuatro. Rajoy ha quedado como un pringado pero, por primera vez, he visto su humanidad. Fuera de guión, a contrapié, pillado in fraganti. Vivimos en un era en que las cosas más importantes se producen precisamente así, fuera de lo previsto, de lo estipulado, de lo ensayado. Por una vez, Rajoy ha dicho lo que piensan todos los españoles, o al menos la mayoría. A mí, sin embargo, los desfiles militares no es que me parezcan exactamente un coñazo. Bueno, sí, pero más que eso, lo que me provocan son ganas de salir corriendo. Me hacen sentirme amenazado. Y me ponen enfermo. Literalmente. A 39 grados en este momento.

Mientras pienso en el que podría ser mi primer deseo para 2008 (en Nochevieja no pedí ninguno), repito un mantra ante las escasas expectativas de que se cumpla. Si te esfuerzas puedes desaparecer, si te esfuerzas puedes desaparecer, si te esfuerzas puedes desaparecer...

Canción del día: "No Surrender" (Bruce Springsteen)

Frase del día: "La infancia prolongada a perpetuidad es una perversión" (Lolo Rico)

miércoles, octubre 08, 2008

El día que Werner Herzog se comió un zapato

Recientemente, descubrí esta historia en el siempre interesantísimo suplemento de culturas de La Vanguardia. Según narra estupendamente Félix Pérez-Hita, el cineasta alemán Werner Herzog y el estadounidense Errol Morris -menos conocido en España, pero con un concepto del cine muy similar al del autor de "Grizzly Man"- tuvieron un conflicto mediados los 70 cuando el primero hizo de productor ejecutivo para una cosa que Morris quería rodar en Minnesota. No le salió nada, pero a Herzog le brotó la idea de "Stroszek". "Se puden robar otras cosas, un actor, una idea, pero no se roba todo un paisaje y menos a un amigo", dijo Morris, airado.

La reconciliación llegó años después. Herzog planteó una apuesta a Morris: "Si acabas tu película 'Gates Of Heaven' me como un zapato". Morris acabó la peli y Herzog se jaló el calco en público y en un teatro, durante la premiere en California de la peli de Morris. Al director Les Bank, la hazaña le dio material para este corto.

Para quien no controle inglés, algunas de las palabras de Herzog mientras explica la chaplinesca 'performance':

-"No quería comerme este zapato en público, sino en un restaurante, pero me presionaron para hacerlo aquí y, hasta cierto punto, tiene sentido que así sea".

-"Hago esto en público porque quiero apoyar la película de Morris, que todavía no tiene distribuidor"

-"No deberían preocuparse por mí. Hemos hervido el zapato durante cinco horas, pero ahora está más duro que antes, así que he traído tijeras y cuchillos afilados. Podéis pasar por esta experiencia cada vez que os metéis en un Kentucky Fried Chicken. Yo he comido tanto en esos sitios que esto no me hará mucho daño".

-(Ante la pregunta de un espectador) "Todavía es un misterio cómo consiguió Morris la financiación para la película. Pidió dinero prestado, lo robó. No sé cómo lo hizo, pero esa es la manera de hacerlo. Si queréis rodar una película, robad una cámara, robad el material y hacedla".

Al parecer, Herzog renunció a comerse la suela del zapato aduciendo que tampoco se come el hueso del pollo. El gesto sería repetido posteriormente en un restaurante de Berkeley, en imágenes que también aparecen en el corto y en las que Herzog aprovecha para hacer una reflexión sobre los engaños de la cultura audiovisual.

El último documental de Morris se llama "Standard Operating Procedure", obtuvo el Premio del Jurado en el último Festival de Berlín, y gira en torno al origen de las fotografías tomadas en la prisión de Abu Ghraib y publicadas por The New York Times el 11 de marzo de 2006. Ayer mismo, un comunicado de Sony Pictures anunció que la película no será exhibida en España. ¿Quién se atreve a comer un zapato ahora?

Canción del día: "Strange Fruit For David" (The Wave Pictures)

Frase del día: "Para alterar una imagen no necesitas Photoshop, basta con cambiar el texto del pie de foto" (Errol Morris)

martes, octubre 07, 2008

Corazón Cobain Colilla

"Corazón colilla/ me fumo la vida/ El amor me dura lo que una cerilla/ Te dibujaré con ceniza/ te dibujaré con ceniza/ ceniza"
(Nosoträsh, "Corazón colilla". Del álbum "Popemas", 2002)

El cada vez más estrafalario mundo del arte conceptual se ha superado a sí mismo cuando se anunció esta semana que ya se conocía el paradero de las cenizas de Kurt Cobain, aparentemente robadas el pasado mes de junio en casa de Courtney Love. Hace una semana, la artista australiana Natascha Stellmach -completamente desconocida hasta este momento- afirmó tenerlas en su poder sin citar claramente cómo habían llegado a sus manos.

La individua, que en la actualidad expone en la galería Wagner + Partner de Berlín, dentro de una muestra colectiva bautizada como "I Just Wanted To Love Me", pretende utilizar las presuntas cenizas para la última fase de su instalación, "Set Me Free", que habla del ciclo de la muerte en cinco partes. La segunda de ellas, por ejemplo, es "un trabajo basado en textos" con un relato corto en el que Cobain, Hitler, Diane Arbus y los hermanos Grimm se encuentran "en una zona crepuscular alucinógena".

Pero la traca final de su instalación llegará este sábado, 11 de octubre. Ese día, Stellmach promete aparecer en un lugar secreto de la capital alemana y.... fumarse las cenizas de Cobain en un canuto, mezcladas con hachís. Su intención, según ha declarado, es liberar al ex líder de Nirvana en el éter, fuera del circo mediático.

El anuncio ha causado, precisamente, todo un circo mediático que ha conseguido que la tal Stellmach tenga sus breves instantes de fama. También ha sido tomado unánimemente a pitorreo.

Canción del día: "Chaqueta de pana" (Mercromina)

Frase/poema del día: "Antes de que me lleven flores al cementerio/ que me lleven tabaco al talego" (Carlos Navarro, "El Yoyas")

lunes, octubre 06, 2008

Contra la privatización de la sanidad en la Comunidad de Madrid

Puedes informarte y firmar aquí.

"U2 3D", de Catherine Owens y Mark Pellington. ¿Realmente mejor que la cosa real?

No y no. "U2 3D" no es para tanto. En primer lugar, porque los conciertos que se filman -varios a lo largo de su última gira latinoamericana en un montaje que no llega ni a la hora y media- no son especialmente representativos, ni del mejor momento de su carrera ni de algo especial: si acaso, y de un modo similar a la última película de Martin Scorsese sobre los Rolling Stones, sólo representativo de su estatus actual dentro de la industria del entretenimiento.

Si el concierto no es especialmente brillante (palidece muchísimo al lado de otras filmaciones como "Rattle & Hum", "Under A Blood Red Sky" o la mayoría de las que existen en DVD) tampoco lo es la elección del repertorio, que alterna clásicos interpretados rutinariamente con medianías como "Love And Peace Or Else" o "Sometimes You Can't Make It On Your Own".

En vista de esto, sólo nos queda el aspecto técnico. Y, aparte de la gracia que puede tener el ver a U2 como hologramas cantando o tocando a escasos centímetros de nuestros ojos, poco más. La presunta espectacularidad no va más allá de la de añejas películas de 3D del tipo "El tesoro de las cuatro coronas", y sólo se queda en la innovación de que es el primer concierto de música filmado y proyectado en ese formato. La realización, sí, espectacular, con cámaras colocadas en los ángulos más insospechados, pero, pasados los minutos iniciales, te acostumbras.

Lo siento por los colegas a los que lié para ir y les hice gastarse 9 euros en el puto Imax de un centro comercial de la periferia madrileña.

Canción del día: "Universos infinitos" (Love Of Lesbian)

Frase del día: "Los fumadores advertimos de que las autoridades sanitarias también pueden ser peligrosas para la salud" (Letrero en un estanco madrileño)

jueves, octubre 02, 2008

La otra casa de tu vida

Mi madre, al ver la tele, siempre se preguntaba de quién serían las casas que salían en las películas. Yo nunca me había parado ni a pensar en ello, pero ella suponía que yo lo sabría. "No sé, ma, supongo que serán del director o alguien del equipo o alguno de sus amigos". En algunos casos, acertaba. "Arrebato", por ejemplo, se rodó en casa del propio Iván Zulueta y en una finca de Jaime Chávarri, pero mi madre tenía más razón todavía en sus elucubraciones. ¿No serían de particulares a quienes se las alquilarían para rodar la peli?

Recién llegado a Madrid, una de mis primeras misiones fue asistir a una rueda de prensa durante el rodaje de "Leo", de José Luis Borau. Era en un piso muy cercano a donde vivo actualmente. Dentro, aquello parecía un campo de batalla: focos, cámaras, material de maquillaje, catering... todo ello en un pequeño piso antiguo por el que te ibas encontrando a Iciar Bollain o al propio Borau. Cuando vi la película, las breves escenas en aquel lugar me parecía que estuviesen ocurriendo en otro sitio, más irreal.
Y, al tiempo, después de ver lo buena que era la peli, cierta sensación de orgullo al pensar: "yo pisé ese suelo". Me intrigaba conocer cuál sería la sensación de los habitantes de la casa: si habría dejado de ser lo mismo desde que Borau y su equipo penetraran en ella.

Pude haber vivido esa experiencia. Unos años después, y en el piso compartido en el que estaba entonces, gente de una productora se interesó en él, en principio para algo de publicidad. Hicieron varias fotos y dijeron que avisarían, pero no sucedió nada. La publi no me pone, pero la oferta era suculenta por otros motivos: el pastón que te pagaban. El problema potencial: que pensábamos hacerlo sin avisar al propietario del piso. Finalmente no se dio el problema.

Veo en las noticias un reportaje sobre las casas de las películas. Dicen que, hoy en día, lo que más se cotiza son aquellas con papel de paredes y decoración retro, en las que se puedan rodar películas de época. En cualquier caso, los decoradores de la peli se reservan el derecho de hacer todos los cambios y ajustes necesarios "por requerimiento del guión". Luego entrevistan a una habitante de la casa que habla de lo extraño que se le hace que Cecilia Roth se lave los dientes donde ella misma lo hace todos los días desde hace años.

De vez en cuando, sueño con que algún día, alguien llame a mi casa para llenarla de luces, cámaras, acción; compartir el desayuno con Javier Aguirresarobe, prestarle mis zapatillas a Javier Bardem, encenderle la luz del baño a Maribel Verdú para que se maquille, decirle a Julio Medem que a mí también me gusta el sonido de las campanas de la iglesia de al lado y contarle algunas casualidades de mi vida. Dormir sin cambiar las sábanas después de que a Pilar López de Ayala la hayan filmado durmiendo.

Y que, viendo la tele con mi madre, un día le pudiera decir: "Mira, ma, esa que sale ahí es mi casa de Madrid"

Canción del día: "I've Lived My Life To Stand In The Shadow Of Your Heart" (A Place To Bury Strangers)

Frase del día: "Nosotros no entretenemos a nuestro público. Saben entretenerse solos" (Noel Gallagher)

miércoles, octubre 01, 2008

"Tropic Thunder", de Ben Stiller. Ahora sí que no siento las piernas.

Mi texto en Notodo.

Canción del día: "Knickerbocker" (Fujiya & Miyagi)

Frase del día: "Los amigos se suelen considerar sinceros; los enemigos realmente lo son: por esta razón es un excelente consejo aprovechar todas sus censuras para conocernos un poco mejor a nosotros mismos" (Arthur Schopenhauer)